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Esto puede sonar chocante, pero debo decir que extraño la cuarentena.

Sé que se supone que aún deberíamos estar en algún tipo de cuarentena, pero extraño los días de marzo y abril cuando el mundo pareció detenerse. También fue una época loca, en el sentido de que mi trabajo no se detuvo. Se incrementó.

Pero mi vida sí cambió. Empecé a trabajar desde la casa todos los días en vez de hacerlo ocasionalmente. Eso fue agradable. Ya no tenía prisa por prepararme. No más tensión por combatir el tráfico. Se acabó el apuro por llegar a casa en la noche.

Alrededor de las cuatro de la tarde, hacía una pausa en mi trabajo. Mi esposo, ya retirado, y yo nos sentábamos en el patio a tomarnos una bebida, nuestro “happy hour”. Nos sentábamos fuera, mirando el lago detrás de nuestra casa, con un refrigerio, maní o aceitunas. Disfrutábamos la brisa, ver los patos y gansos cruzando el patio, seguidos de largas filas de sus pequeñas crías. Afuera no parecía que hiciera tanto calor o fuera insoportable. Era agradable.

Luego volvíamos a entrar, trabajaba un poco más y después comenzaba a cocinar. Nuestros hijos ya no están en casa, así que sólo cocino para dos. Cuando los niños eran pequeños, parecía que tenía que cocinar a la carrera. Regresaba a la casa. Iba de un lado a otro. Cocinaba. Limpiaba. Pero durante la cuarentena me sentía mucho más relajada. De hecho, me gustaba cocinar.

También comenzamos la costumbre de caminar cada mañana. Al principio sólo era aproximadamente una milla alrededor de nuestra cuadra. Luego comenzamos a caminar hacia un Starbucks cercano, en un viaje de ida y vuelta de tres millas. Poco a poco fuimos ampliando nuestras caminatas, especialmente los fines de semana cuando no necesitaba trabajar. A veces caminamos hasta seis o siete millas solo con entrar por cada callejón sin salida o explorar los vecindarios cercanos.

Lo bueno es que lo hemos mantenido más allá de la pandemia. Nos levantamos a las seis de la mañana, salimos y empezamos a caminar. Se siente muy bien regresar a casa y darnos cuenta de que a las ocho de la mañana ya he alcanzado la mayoría de mis 10,000 pasos diarios.

Pero, aunque de vez en cuando sigo trabajando desde la casa, me parece que lo que más extraño es la sensación de que el tiempo se ha detenido. De hecho, encontramos tiempo para sentarnos en ese patio, el mismo patio en la misma casa donde hemos vivido durante 38 años, y que sólo utilizábamos para las cenas de Acción de Gracias una vez al año. Tal vez lo usábamos con más frecuencia cuando los niños eran bebés y yo estaba en la casa con ellos. Pero eso sólo duró tres o cuatro años.

Y definitivamente que en ese entonces no había tiempo para sentarse. La cuarentena fue cuando, por primera vez, la vida no se sentía agitada. No necesitaba salir corriendo para conducir hacia algún lugar. No tenía compromisos fuera de la casa. No tenía que encontrarme en ningún sitio, excepto allí, justo donde estaba.

Por eso, sí, fue agradable. Y quiero aferrarme a esa sensación de que el tiempo se detiene. La única manera de hacerlo al reanudar la vida normal, por supuesto, es recordarme a mí misma que debo permanecer en este momento. No estar aquí pensando en lo que voy a hacer en la próxima hora o en el próximo mes. Si empiezo a hacerlo, intento sorprenderme a mí misma y me digo: “Oye, deja de pensar. Estás aquí. Ahora mismo. En este momento”.

Gracias, Dios, por este momento.

Esta reflexión fue compartida con el grupo de “Cafecito with Jesus”, del Centro de Renovación MorningStar, que se reúne vía Zoom de lunes a viernes al mediodía para orar por cinco minutos (en inglés). Pueden participar en https://www.morningstarrenewal.org/.

Comments from readers

Cristina Cabrera - 11/24/2020 04:38 PM
Ana, you are absolutely right! Time really did feel as though it significantly slowed down during the quarantine. I've also never seen so many people out and about in my neighborhood, nor so many people out in the lake behind my house, either on boats, or just sitting in their balcony. Although we were supposed to be apart, it felt as though we were together, in a way, and I'm sure it had to do with all of us trying to get through this together. While I haven't sat out in the balcony in a while, this was a great reminder to step out, and look for the stillness I often take for granted. Thanks for sharing your experience.
Dolores Hanley McDiarmid - 11/24/2020 12:16 PM
Hi Ana! Great to hear from you! Thank you for sharing your insights on how the pandemic affected your family life as well as how it contributed to your spiritual growth. I definitely believe that this time is an opportunity to live creatively, grow in our faith and practice living in the moment as you have done. It would be very interesting to hear about the various things people are learning about themselves and how they are growing closer to God during the pandemic. Blessings!
Valli Leone - 11/23/2020 02:43 PM
I so agree! No schedules or calendars were and continue to be such a blessing. Thank you, Jesus. 🔆❤️🔆
Sherrie Coleman - 11/23/2020 02:14 PM
Thoroughly enjoyed this! Makes one mindful of what is really important in this life. Thank you for the reminder!
Pat Solenski - 11/23/2020 10:57 AM
Thank you for a bright spot in the challenges of quarantine. It was a lighter moment that again proves that there can be light in the midst of darkness.
Kathy - 11/23/2020 10:47 AM
Beautiful reminder to live in the now and appreciate this moment in time.
Angie Santibanez - 11/23/2020 10:44 AM
This was great, Ana! If there’s something this pandemic has taught me is to realize to be Present - present to God, to my husband, to my children, to my prayer life. Life is chaotic and stressful and this was a way to re-set and just be present. I am trying to continue striving for this, even once things get “back to normal”, whenever that may be. :)

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