By Ana Rodriguez Soto - The Archdiocese of Miami
MIAMI | Exactamente 21 años después de saltar en paracaídas en Cuba durante la desafortunada invasión de la Bahía de Cochinos, el P. Sergio Carrillo fue ordenado sacerdote de la Arquidiócesis de Miami.
En la ceremonia en que Sergio Carrillo fue ordenado, el entonces P. Thomas Wenski, hoy nuestro Arzobispo, entonó las estrofas de “La Bayamesa”, el himno nacional de Cuba.
El P. Carrillo tenía 48 años y ya había soportado más de un año en una prisión cubana, el exilio de su patria y la discriminación racial en el Miami de los años 60. Pero su deseo de servir a Dios y a la Iglesia nunca flaqueó.
“La fe se hace más viva, el ideal se hace más firme, cuando ves las injusticias hechas a tu propia carne, a la carne de tus amigos”, dijo a The Voice, el periódico de la Arquidiócesis, unos días antes de su ordenación, en 1982. “Eso te da un amor más profundo a tu país y fortalece tu deseo de trabajar por las enseñanzas de la justicia social de la Iglesia”.
El 17 de abril de 1982, el P. Carrillo se convirtió en el primer sacerdote de raza negra ordenado para la Arquidiócesis de Miami. Murió el 9 de julio de 2020, en el Centro de Cuidados St. Anne, en el sur del condado de Miami-Dade, por complicaciones del Alzheimer.
El velorio y la Misa fúnebre se realizarán el lunes 13 de julio de 2020, en la iglesia Our Lady of Guadalupe, 11691 N.W. 25 St., Doral. El velorio tendrá lugar en la capilla, de 12:30 p.m. a 1:20 p.m., seguido de la misa en la iglesia a la 1:30 p.m., y el entierro en el Cementerio Our Lady of Mercy, ubicado al lado de la iglesia.
El P. Carrillo fue ordenado en la iglesia St. John the Apostle, en Hialeah, donde también sirvió como sacerdote de 1985 a 1989 y durante seis meses como diácono. De 1982 a 1985, sirvió en la Ermita de la Caridad, mientras residía en las iglesias cercanas, St. Hugh y St. Kieran, en Coconut Grove (1982-1985). Después sirvió en St. Andrew, en Coral Springs (1989-1990); en St. Raymond, en Miami (1990-1992); y como capellán en el Hospital Jackson Memorial mientras residía en la iglesia Corpus Christi, en Miami, desde 1992 hasta su jubilación del ministerio a tiempo completo en 1999.
De 1989 a 1997, fue capellán del Comité Católico de Scouting de la Arquidiócesis. Le dijo a The Voice, en una entrevista previa a su ordenación, que su amor por los Boy Scouts —había sido miembro por 31 años hasta ese momento— y su deseo de ser sacerdote surgieron al mismo tiempo: cuando era niño en La Habana, donde nació.
El líder de los Boy Scouts de su parroquia tenía mucho que ver con ambos. Manuel Artime era un católico devoto que llegó a ser capitán del Ejército Revolucionario de Fidel Castro. Influyó en el joven Carrillo para que se uniera a los Comandos Rurales, grupos de jóvenes, en su mayoría universitarios católicos, que enseñaban a leer y escribir a los campesinos mientras trabajaban en la reforma agraria.
A un año de la revolución, Artime se había disgustado con Castro, buscó el exilio en los Estados Unidos y comenzó a planificar la campaña que culminó con la invasión de la Bahía de Cochinos, el 17 de abril de 1961.
Carrillo también huyó y comenzó a entrenarse para la Bahía de Cochinos en Guatemala. Sirvió como jefe de escuadrón, paracaidista, médico y asistente del capellán en la invasión. Capturado junto con otros cientos, fue liberado en diciembre de 1962 gracias al intercambio de prisioneros por medicamentos, acordado por Castro y el presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy.
En Miami siguieron más dificultades. El P. Carrillo recordó haber vivido con otros 20 amigos de la invasión en una casa del suroeste de Miami y haber pasado hambre con frecuencia. Pero lo peor de todo fue el racismo que encontró.
“Era peligroso salir de noche porque (a las 6 p.m.) los negros tenían que ir al otro lado (la sección noreste)”, le dijo a The Voice. Pero Carrillo no podía ir allí porque no hablaba ni una palabra de inglés. Durante el día, “tampoco podía salir con mis amigos (que eran latinos blancos) porque adonde ellos iban, yo no podía ir”.
Finalmente, incapaz de entrar en el seminario aquí porque no sabía inglés, y desanimado por el racismo y la falta de oportunidades económicas, se mudó a California, donde pasó los siguientes 13 años trabajando para la Iglesia, activo con los Padres Claretianos en Los Ángeles y dirigiendo grupos juveniles parroquiales.
Empezó a estudiar para convertirse en trabajador social, pero en 1975 decidió que sería “mejor trabajar para Dios”. Entró en el Seminario St. Mary, en Kentucky, y cuando este cerró en 1976, se trasladó al Seminario Regional St. Vincent de Paul, en Boynton Beach. Con el permiso del entonces Arzobispo de Miami, Edward McCarthy, el P. Carrillo completó sus dos últimos años de estudios en el Seminario Nacional de Cristo Sacerdote, en Colombia.
A lo largo de sus años de ministerio, nunca vaciló en sus convicciones: su amor por la Iglesia, su amor por su patria y sus creencias sobre el papel de un sacerdote.
“Creo firmemente, de acuerdo con las enseñanzas de los líderes de la Iglesia y del Papa Juan Pablo II, que los sacerdotes no deben involucrarse en la política”, dijo en 1982. “Pero deberíamos proclamar las injusticias y defender los derechos de los pobres y los humildes, aunque nos cueste la vida”.
Al P. Carrillo, de sus seis hermanos y hermanas, lo sobreviven su hermana, Nieves, y otros sobrinos y sobrinas, todos los cuales viven en Cuba.
PARA SABER MÁS
- Puede ver una entrevista realizada al P. Sergio Carrillo por Julio Estorino, para la Conexión de la Herencia Cubana, el 10 de septiembre de 2013, en los archivos digitales de la Universidad de Miami, en el siguiente enlace: https://umiami.mediaspace.kaltura.com/media/Interview+with+Father+Sergio+Carrillo/0_nuhoglx9
- Puede leer el artículo previo a la ordenación del P. Sergio Carrillo publicado en The Voice, el 16 de abril de 1982, en el siguiente enlace: http://library.stu.edu/ulma/va/3005/1982/04-16-1982.pdf
Comments from readers