By Ana Rodriguez Soto - The Archdiocese of Miami
CORAL GABLES � Con la presencia del exiliado en cuyo equipaje se escondi� la imagen de la patrona de Cuba, los cubanos de la di�spora celebraron una vez m�s la fiesta de su querida �Cachita� �recordando a su vez el 50 aniversario de la sorprendente y oportuna llegada de esa imagen a Miami.
�Nuestra madre se hab�a puesto en camino para acompa�ar a sus hijos en el exilio�, dijo el P. Rum�n Dom�nguez, rector de la Ermita, quien predic� la homil�a de la misa celebrada por Mons. Thomas Wenski, arzobispo de Miami, varios obispos y dos decenas de sacerdotes arquidiocesanos.
Cerca de 5,000 personas se congregaron en el Bank United Center de la Universidad de Miami para la celebraci�n anual de la Virgen de la Caridad del Cobre, tradici�n que comenz� en el ya desaparecido Estadio Bobby Maduro, el 8 de septiembre de 1961.
El Obispo Coleman Carroll, primer obispo de Miami, hab�a citado a los cubanos a la misa, pero no esperaba a mucha gente �si acaso, unos 1,000. Sin embargo, seg�n los all� presentes, el estadio se llen� con cerca de 30,000 personas.
�Los mov�a el amor a su Dios y a su Madre del cielo. Los convocaba el amor a su tierra�, dijo el P. Dom�nguez. �Ven�an buscando el consuelo de la fe para su dolor�.
Entonces lleg� el signo, el milagro que nadie esperaba, la entrada de la imagen de la Virgen, que acababa de llegar ese d�a, r�plica de la original que se encuentra en el Cobre. Era la imagen que el p�rroco de Guanabo, el P. Armando Jim�nez Rebollar, hab�a mandado esculpir 14 a�os atr�s.
Luis Guti�rrez, que llevaba seis meses asilado en la embajada de Panam�, la trajo en su equipaje. Se puede decir que la imagen tambi�n se hab�a asilado, pues estaba escondida en la embajada de Italia, esperando una manera de salir de Cuba.
�Me sorprend� cuando me la dieron en la embajada�, record� Gutierrez, quien no pudo asistir a esa primera misa. Nada m�s lleg� a Miami, se fue a la iglesia St. Patrick, en Miami Beach para bautizar �y ver por primera vez� a su hija.
Le hab�an dicho que alguien estar�a en el aeropuerto esperando la imagen. Pero nadie fue. As� que Gutierrez se la llev� consigo a St. Patrick, y llam� al tel�fono que le hab�an dado en la embajada. Esa persona la recogi� y la llev� al estadio.
�Yo no fui a esa misa, pero a casi todas las dem�s he ido y he vuelto todos los s�bados a la Ermita�, dijo Guti�rrez.
Este a�o, particip� en el ofertorio, cargando otra r�plica de la imagen de la Virgen de la Caridad hacia el altar.
�No pens� que iba a estar 50 a�os aqu�, dijo Guti�rrez.
Tampoco lo pensaron la mayor�a de los cubanos que se congregaron hace 50 a�os en el Estadio Bobby Maduro. Pero su Virgen se qued� con ellos.
�Aqu� se qued� para proteger y acompa�ar a sus hijos que siguen llegando�, dijo el P. Dom�nguez. �Y no s�lo a los cubanos. Aqu� en el exilio, la Virgen se ha convertido en la Madre de todos. Nos acoge a todos, sin excepci�n, bajo su manto�.
Anot� que todos los pueblos latinoamericanos conocen a su Madre celestial por diferentes nombres: la Guadalupe en M�xico, la Pur�sima en Nicaragua, la Chinita en Colombia, la Aparecida en Brasil.
�Ella forma parte de nuestra identidad m�s profunda como iberoamericanos�, dijo el P. Dom�nguez. Y por eso, hoy en d�a, la Ermita de la Caridad en Miami se ha convertido en �la casa de oraci�n de todos�.
�Su presencia mantuvo viva la fe de su pueblo�, a�adi�.
Dirigi�ndose a los j�venes de escuelas arquidiocesanas que asistieron a la misa, incluyendo 100 del Colegio Bel�n que tambi�n este a�o marca 50 a�os en el exilio, el P. Dom�nguez les dijo: �Son ustedes los herederos y los continuadores de esta historia de fidelidad y compromiso a Dios�.
Al concluir la misa, habl� Mons. Agust�n Rom�n, obispo auxiliar em�rito de Miami, quien no estuvo presente tampoco en esa primera misa, pues a�n no lo hab�an expulsado de Cuba. Pero en 1967, un a�o despu�s de su llegada a Miami, Mons. Carroll lo puso a cargo del proyecto de construcci�n de la Ermita, y ah� ha estado en los �ltimos 44 a�os.
Record� una lecci�n que aprendi� cuando ni�o en los campos de Cuba. Un d�a, una vaca lechera se trag� un mango, y se ator�. Los hombres m�s fuertes del pueblo trataron sin �xito de extra�rselo de la boca. Por fin, crearon un aro de metal y lo introdujeron en la boca de la vaca. Su padre llam� a Agust�n, que entonces tendr�a 4 o 5 a�os, y le dijo que metiera su mano por el aro para sacar el mango.
�Saqu� el mango y salv� el desayuno del d�a siguiente�, dijo Mons. Rom�n. �Una mano peque�a pod�a hacer mucho m�s que todas esas manos fuertes�.
Es as� como �lo peque�o en las manos de Dios se hace grande. Lo grande muchas veces, en nuestras manos, se hace peque�o�, continu� el obispo.
As� como �l puso la construcci�n de la ermita en las manos de Dios hace 44 a�os, �no se asusten por las cosas que tienen que hacer. P�nganlas en las manos del Se�or y no hay problema alguno�.
Al concluir la misa, se ley� tambi�n una proclama de Mons. Wenski, concediendo una indulgencia plenaria durante este pr�ximo a�o, que marcar� el 400 aniversario de la aparici�n de la Virgen en la Bah�a de Nipe. La indulgencia se otorgar� a todas las personas que visiten la Ermita a la vez que se confiesen, reciban la comuni�n y oren por las intenciones del papa.