'Ha sido increíble'
Monday, February 26, 2024
* Ana Rodriguez Soto
En el verano de 1979, un año antes de graduarme de la universidad, conseguí mi primer trabajo profesional en periodismo. Me contrataron como pasante, para trabajar como redactora interina de La Voz Católica.
Eso significaba llenar cuatro páginas de noticias cada semana, informando, escribiendo y editando en español. Lo primero que pensé fue: ¡Yo puedo hacerlo! (Había sido reportera y redactora de los periódicos de mi escuela secundaria y de la universidad).
En mi primer día de trabajo, llamé a mi madre para decirle que había alcanzado la cima de mis aspiraciones: Tenía un escritorio, un teléfono, una máquina de escribir (sí, una Royal antigua –incluso para ese entonces–, busquen en Google la película "His Girl Friday" como referencia); y para colmo, me pagaban por leer y escribir noticias.
Más de 40 años después, esa sensación de alegría y satisfacción nunca me ha abandonado. Y tampoco nunca he dejado los periódicos arquidiocesanos.
Al finalizar mi pasantía, me pidieron que volviera después de graduarme en 1980 para trabajar en la publicación en inglés, que en ese entonces se llamaba The Voice. Trabajé ocho años antes de retirarme temporalmente para dedicarme a ser madre a tiempo completo. Pero seguí trabajando como reportera independiente para el periódico —que más tarde pasó a llamarse Florida Catholic —, volví como colaboradora a tiempo parcial en 1993 y asumí el cargo de editora a tiempo completo en enero del 2002.
Son más de 40 años cubriendo las "buenas nuevas" de la Iglesia Católica en el Sur de La Florida: tres Arzobispos, media docena de Obispos Auxiliares, más de 100 parroquias, más de 60 escuelas, docenas de sacerdotes y ordenaciones, la Madre Teresa de Calcuta, la Madre Angélica, los tres viajes papales a Cuba, una visita a la Alemania del Papa Benedicto, una Jornada Mundial de la Juventud en Polonia, un viaje a nuestra diócesis hermana de Port-de-Paix en Haití, dos viajes con palio [ARS1] a Roma, y sí, incluso una semana en Surfside.
He tenido el privilegio de escuchar a teólogos eruditos, estudiosos de las Escrituras y liturgistas; de entrevistar, fotografiar e interactuar con cientos de católicos que dan vida a la fe no sólo en sus parroquias, sino en toda nuestra comunidad. Estoy convencida de que he conocido a innumerables santos que viven entre nosotros.
Como dicen los niños: ha sido increíble. El trabajo nunca envejeció. Pero yo sí. Cumpliré 65 años en marzo y he decidido alejarme de las prisas de las fechas límite –que ya no son semanales, ahora son 24 horas al día, 7 días a la semana– y disfrutar del tiempo libre que conlleva la jubilación.
Voy a extrañar mi trabajo, por supuesto, porque he querido ser periodista desde quinto grado de primaria. Voy a extrañar la camaradería con mis colegas y los reporteros independientes, su creatividad y talento, la simple diversión –y el estrés constante– de nuestro trabajo. Voy a extrañar los inesperados elogios de nuestros lectores que nos recuerdan para quienes trabajamos.
Pero al igual que las historias que he cubierto en los últimos 40 años, mi jubilación es sobre todo una buena noticia. Periodistas más jóvenes, con diferentes perspectivas y nuevas ideas, tomarán el relevo, ayudando a La Voz y a la edición de Miami del Florida Catholic a avanzar y a mantenerse al día con los tiempos que cambian tan rápidamente.
Antes de irme, sin embargo, quiero corregir algunas ideas erróneas sobre el periodismo. Primero, que el periodismo católico significa solo cubrir Misas, y por lo tanto no es periodismo "real", o simplemente es aburrido.
Como dice la constitución pastoral Gaudium et Spes: "Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, especialmente de los pobres y de los afligidos, son también gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los seguidores de Cristo".
Eso es precisamente lo que cubren los periodistas católicos: las personas, sus "alegrías y esperanzas, sus penas y angustias". Eso nunca es aburrido. Y la historia de cada persona, en manos de un buen periodista, puede iluminar una verdad (aunque sea incómoda) sobre la vida, sobre la naturaleza humana, sobre la justicia y la injusticia, sobre las luchas y la esperanza, sobre la fe misma, tanto en el sentido católico como en cualquier otro.
He hecho todo lo posible por centrarme en esas historias a lo largo de mi liderazgo aquí, algo que aprendí de mis predecesores. No siempre lo he conseguido, pero nunca he dejado de intentarlo.
Mi segundo punto es que el periodismo es educación, una educación constante tanto para el periodista como para los lectores. ¿Qué hacen los periodistas cuando cubren una noticia? Hablan con la gente. Hacen preguntas. Toman notas. En una palabra, aprenden tanto como pueden y tan rápido como pueden. Luego, se dan la vuelta y hacen todo lo posible por compartir esos conocimientos con sus lectores.
Así pues, los periodistas son a la vez alumnos y profesores. Un antiguo adagio dice que escribimos el "primer borrador" de la historia. Y la historia es un tema importante para aprender. Sin historia, no tenemos contexto para las cosas que vemos suceder en nuestro mundo.
Por eso es importante el periodismo. Por eso son importantes los periódicos, ya se lean en papel o en internet. Por eso es importante leer algo más que el titular.
La historia del mundo –y desde luego, la historia de esta Arquidiócesis– está escrita en edición tras edición en noticias impresas y en línea. Por eso, es tan importante conservar los periódicos y apoyar el trabajo de los periodistas, especialmente de los periodistas locales, tanto del mundo secular como de la Iglesia católica.
Como pregunta la canción del musical Hamilton: "¿Quién vive?, ¿quién muere?, ¿quién cuenta tu historia (Arquidiócesis de Miami)?".
El periodismo ha sido, para mí, una forma de proporcionar una educación a los demás mientras yo misma aprendía continuamente. Ha sido edificante. Ha sido satisfactorio. Ha sido un privilegio y un honor hacer este trabajo, ¡y que me paguen por ello!
Pienso seguir apoyando a mis colegas de Miami y de otros lugares de la prensa católica. A ellos y a nuestros lectores: Que Dios les bendiga, y que las "buenas nuevas" sean siempre su historia.
Este blog se publicó originalmente como un artículo en la edición de febrero 2024 de La Voz Católica.
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