Derechos de los trabajadores se ignoran con frecuencia
Monday, May 1, 2023
*Tony Magliano
Antes de la crisis del COVID-19, innumerables trabajadores sufrían injusticias económicas de muchas maneras: un salario mínimo muy bajo (US$7.25 por hora en los Estados Unidos); trabajadores explotados en países pobres, donde confeccionan ropa para prestigiosas firmas en países ricos; niños que trabajan en condiciones peligrosas.
Según el Consorcio para los Derechos de los Trabajadores (WRC), los trabajadores de la confección de todo el mundo se encuentran entre los más afectados. Durante el apogeo del COVID, millones de trabajadores pobres de la confección fueron despedidos, y a innumerables otros se les redujeron las horas de trabajo y los salarios.
Además, WRC afirma que, debido a los persistentes sueldos bajos de la industria de la confección, la mayoría de los trabajadores de la confección no puede ahorrar dinero, una triste realidad que se combina con el hecho de que la mayoría de los gobiernos implicados en la exportación de prendas de vestir tienen muy pocos o ningún subsidio de desempleo para ayudar a los que han sido despedidos injustamente.
Según WRC, "lo único que se interpone entre una trabajadora de la confección en paro y la pobreza inmediata de su familia son las indemnizaciones por despido obligatorias por ley que la mayoría de los trabajadores de la confección deben recibir al ser despedidos". Pero a muchos trabajadores se les niegan ilegalmente algunas o todas estas indemnizaciones por despido.
Las investigaciones realizadas por WRC sobre el terreno revelan que 31 fábricas en nueve países han despedido a trabajadores y no les han proporcionado la indemnización por despido que les correspondía legalmente, robándoles un promedio de más de US$1,000 por persona, que equivale a unos cinco meses de salario por cada trabajador.
Según WRC, "entre las marcas implicadas en estos casos se encuentran Adidas, Amazon, H&H, Inditex, Next, Nike, Target y Walmart, todas ellas empresas que han obtenido importantes beneficios durante la pandemia" (https://bit.ly/3o0TYC5).
Sería conveniente que las personas de fe, que también son clientes, se pusieran en contacto con estas empresas para exigirles que pongan fin a prácticas injustas como las arriba mencionadas, y negocien de forma justa con sus empleados. Este sería un proyecto de justicia social ideal para que lo encabezaran las parroquias.
Además de la presión de los clientes, la importancia de los sindicatos y de la negociación colectiva es indispensable para garantizar que los trabajadores reciban el trato justo de las empresas para las que trabajan.
En su informe ¿Qué diferencia hace un sindicato? , el Centro de los Derechos Laborales Globales, con sede en Pennsylvania State University (Penn State), cita como ejemplo importante la producción y distribución de plátanos, que "ha sido construida sobre una historia extensa de represión laboral, salarios bajos y ausencia de sindicatos. Sin embargo, hay también casos notables de sindicalización exitosa, negociación colectiva y mejora de condiciones laborales".
El informe señala que, en Guatemala, los trabajadores no sindicados del sector bananero ganan menos de la mitad del salario por hora de los trabajadores sindicados, y trabajan 12 horas semanales más. "Los trabajadores no sindicalizados tienen 81% más probabilidades de sufrir abusos verbales que los sindicalizados". Y el informe descubrió que "el 58% de las mujeres en plantas de empaque no sindicalizadas sufren acoso sexual en el trabajo, comparado con el 8% de mujeres que lo sufren en plantas de empaque sindicalizadas". He aquí un ejemplo del éxito de los trabajadores sindicados en su lucha con AT&T por la equidad: https://bit.ly/3zAFCtY) (en inglés).
La Iglesia católica enseña claramente el derecho de los trabajadores a formar sindicatos. Un ejemplo contundente es Laborem Exercens (Sobre el trabajo humano), la carta encíclica de San Juan Pablo II, en la que enseña que los sindicatos "son un exponente de la lucha por la justicia social, por los justos derechos de los hombres del trabajo" (núm. 20).
Con palabras audazmente proféticas, San Juan Pablo II declaró: "Las necesidades de los pobres tienen prioridad sobre los deseos de los ricos; los derechos de los trabajadores sobre la maximización de las ganancias; la preservación del medio ambiente sobre la expansión industrial incontrolada; la producción para satisfacer las necesidades sociales sobre la producción con fines militares". (Discurso del Papa Juan Pablo II a los Miembros de las Diferentes Iglesias y Comuniones Cristianas, Iglesia Anglicana de San Pablo, Toronto, Canadá. 14 de septiembre de 1984.)
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