Devoción al escapulario marrón
Monday, July 11, 2022
*Anne DiBernardo
Nota editorial: El escapulario marrón es un signo de devoción a María bajo la advocación de Nuestra Señora del Monte Carmelo. La devoción comenzó el 16 de julio de 1251, cuando Nuestra Señora se le apareció a un sacerdote carmelita, San Simón Stock, en Aylesford, Inglaterra. Le entregó un escapulario de lana marrón y le prometió que "quien muera con esta prenda, no sufrirá el fuego eterno". Con el tiempo, la Iglesia extendió el privilegio de llevar el escapulario marrón a todos los laicos que estén dispuestos a ser investidos con él y lo lleven a perpetuidad. Los que llevan el escapulario demuestran que veneran, aman y confían en la protección de María en cada momento del día.
Hace dos años, tras enfrentarme a una serie de obstáculos que parecían interminables, decidí intensificar mi devoción a la Virgen. Hice tiempo para la preparación de 33 días de San Luis de Montfort para la consagración total a Jesús a través de María. Lo intenté hace 25 años, pero nunca lo terminé.
Después de mi día de consagración, el 31 de mayo, fiesta de la Visitación, noté una sensación de paz y alivio porque sabía que ahora pertenecía verdaderamente a María. Dejé de fruncir el ceño por circunstancias que escapaban a mi control, y supe que la Virgen me dirigía porque transformé mi actitud sombría sobre muchos asuntos que me hacían sentir insatisfecha.
No se trataba de que las cosas descuidadas de repente se volvieran ordenadas y fáciles, o de que mis oraciones fueran respondidas instantáneamente. Más bien, estaba aprendiendo a "Joan-up" (ser como Juana de Arco). Ya no se trataba de mí, y comprendí que tal vez ese sueño recurrente que tenía sobre presentarme a clase el último día para el examen final, sólo para darme cuenta de que no había asistido durante todo el semestre, podría tratarse en realidad de todos esos dones sin utilizar y del tiempo desperdiciado al preocuparme por cuándo respondería Dios finalmente aquella única oración.
Junto con la consagración total vino la formación espiritual permanente, que incluía la adhesión a la petición de la Virgen en Fátima de reparar las ofensas graves y los sacrilegios cometidos contra Dios, y evitar que Rusia extendiera sus errores por todo el mundo. Ella hizo esta petición durante la última de sus seis apariciones a los tres niños pastores, el 13 de octubre de 1917, cuando se apareció como Nuestra Señora del Monte Carmelo sosteniendo un escapulario marrón.
Sabía que tenía que esforzarme por ir a Misa los sábados, rezar el rosario diario, y ayunar.
Sólo faltaba una cosa.
Llevar el escapulario marrón, que recibí cuando hice mi primera Comunión, fue algo con lo que luché durante muchos años. Después de hablar con otras católicas devotas, me di cuenta de que no estoy sola. Muchas mujeres católicas son reacias a llevar puesto el escapulario.
El primer estímulo para volver a ponerme el escapulario me lo dio una compañera de trabajo que lo lleva todos los días. Me contó algo curioso que le ocurrió cuando le tomaron su nueva foto para la identificación. El administrador había estado tomando las fotos de los empleados durante toda la semana sin ningún problema, pero esta vez recibió un extraño mensaje de error. El sistema detectó otro rostro, y no pudo tomar la foto. La única imagen que tenía mi compañera de trabajo era su identificación con foto en la cuerda que colgaba bajo su cintura, pero la retiró de todos modos. El mensaje de error continuó. Con renuencia, ella se quitó el escapulario, que estaba más cerca de su cuello. Entonces, se tomó la foto sin ningún problema.
Tanto ella como el administrador estuvieron de acuerdo en que era algo extraño, y el administrador recordó el escapulario que su abuela llevó todos los días de su vida hasta que murió.
El domingo siguiente, durante la tradicional Misa en latín en la iglesia y centro estudiantil de St. Augustine, en Coral Gables, Monseñor Oscar Castañeda exhortó a todos a que "¡lleven el escapulario marrón y no se lo quiten nunca!".
Mi madre y yo intercambiamos esa mirada de "estamos atrapadas", como si nos hubieran sorprendido copiando en un examen. Tomé los dos escapularios marrones nuevos que llevaba en el bolso y los coloqué sobre nuestras cabezas. Entre las dos hemos tenido varios escapularios en los últimos 30 años, pero dejamos de usarlos cuando se rompen o interfieren con nuestra ropa, casi siempre por el pecado de la vanidad.
Esa misma semana, encontré una publicación en Instagram sobre el escapulario marrón. Fue la primera publicación en mi página y el primer comentario que vi fue el de una joven que decía que llevar el escapulario marrón había cambiado su vida. Este fue como el tercer golpe de rayo en la misma semana sobre el escapulario marrón.
Una joven que conozco, Tatyana Talamas, contó que sus padres la educaron en la devoción al escapulario, pero que nunca lo llevó al cuello porque le inquietaba su aspecto.
"Lo llevaba en un lugar discreto, pero luego investigué un poco y pensé que debía ponérmelo", dijo. "Como es una señal de que siempre estás pensando en la Virgen María, eso me motivó todavía más a llevarlo de manera visible".
Incluso empezó a fabricarlos para regalarlos en Navidad a su familia.
Con la festividad de Nuestra Señora del Carmen el 16 de julio, tenemos una oportunidad para proclamar su mensaje de urgencia: Lleva el escapulario marrón y no te lo quites nunca.