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Durante años, los dos líderes de la Iglesia ortodoxa rusa con los que el Papa Francisco se reunió por videoconferencia el 16 de marzo —Kirill, Patriarca de Moscú y toda la Rus, y el Metropolitano Hilarión, principal responsable ecuménico de la Iglesia— han trabajado para respaldar los esfuerzos de Vladimir Putin por reconstituir un simulacro de la Unión Soviética en nombre de un Russkiy mir ("mundo ruso"). Los esfuerzos de Kirill e Hilarión han ido desde la falsificación de la historia del cristianismo eslavo oriental hasta la virtual beatificación del presidente Putin como figura providencialmente ordenada para salvar al mundo de la decadencia occidental y el "liberalismo". Recientemente, Kirill bendijo de manera blasfema una guerra de agresión con iconos sagrados.

Esta vergonzosa empresa ha sido ahora rechazada abiertamente por unos 500 eruditos ortodoxos de todo el mundo cristiano oriental, en una Declaración sobre la Enseñanza del "Mundo Ruso".

La Declaración deplora sin rodeos la ideología del "mundo ruso" como "una forma de fundamentalismo religioso" que es "de carácter totalitario". Los creyentes ortodoxos que abrazan esta ideología dejan de ser miembros de la "Iglesia del Evangelio de Jesucristo, los Apóstoles, el Credo Niceno-Constantinopolitano, los Concilios Ecuménicos, y los Padres de la Iglesia". En una palabra, el "mundo ruso" es una "herejía", y de esa herejía "vil e indefendible" han surgido "las vergonzosas acciones del Gobierno de Rusia al desatar la guerra en Ucrania con la connivencia de la Iglesia Ortodoxa Rusa".

La Declaración continúa "condenando... y rechazando" seis facetas pseudoteológicas de la ideología del "mundo ruso":

En primer lugar, los firmantes deploran "cualquier enseñanza que pretenda sustituir el Reino de Dios, proclamado e inaugurado por Cristo... por un reino de este mundo, ya sea la Santa Rus', la Sagrada Bizancio o cualquier otro reino terrenal".

Segundo, los firmantes "rechazan firmemente todas las formas de gobierno que deifican al Estado (teocracia) y absorben a la Iglesia, privando a ésta de su libertad de levantarse proféticamente contra toda injusticia". También "reprenden a todos los que afirman el cesaropapismo", que subordina la obediencia a Cristo a la obediencia a un "líder investido de poderes gobernantes y que pretende ser el ungido de Dios, ya sea conocido por el título de 'César', 'Emperador', 'Zar' o 'Presidente'".

Tercero, los firmantes deploran como antibíblica y herética "cualquier enseñanza que atribuya establecimiento o autoridad divina, sacralidad especial o pureza a cualquier identidad local, nacional o étnica", o que divinice "cualquier cultura particular".

Cuarto, los firmantes rechazan la demonización de los que son "otros" y condenan rotundamente "cualquier división maniquea y gnóstica que eleve una santa cultura oriental ortodoxa y su pueblo ortodoxo por encima de un 'occidente' degradado e inmoral".

Quinto, la Declaración convoca a los creyentes ortodoxos a ejercer una auténtica responsabilidad cristiana en la vida pública, al tiempo que denuncia la hipocresía de los eclesiásticos rusos: "Reprendemos a los que rezan por la paz mientras no hacen la paz activamente, ya sea por miedo o por falta de fe".

Y, por último, la Declaración exige que los líderes ortodoxos rusos digan la verdad según la mente de Cristo. Los que se niegan a "decir la verdad o a [suprimir] activamente la verdad sobre [los] males que se perpetran contra el Evangelio de Cristo en Ucrania" se condenan a sí mismos como cobardes, mentirosos, o ambas cosas. Los firmantes también "condenan todo lo que se diga sobre la 'guerra fratricida'" o la "repetición del pecado de Caín, que mató a su hermano por envidia" si cualquier uso de la imaginería bíblica no "reconoce explícitamente la intención asesina y la culpabilidad de una parte sobre la otra" —en otras palabras, el ataque injustificado de Rusia a Ucrania.

La guerra salvaje de Putin ha alterado tantas cosas en el escenario político mundial, que sus efectos en el cristianismo oriental pueden pasarse por alto. Sin embargo, el cambio que puede estar en marcha allí es de gran importancia por dos razones.

Durante más de una década, la intimidación imperial rusa ha sido paralela a la intimidación de otras comuniones ortodoxas por parte del Patriarcado de Moscú, ya que busca la hegemonía en el mundo ortodoxo. Pero debido a sus acciones pusilánimes desde la invasión de Ucrania el 24 de febrero, la autoridad moral del Patriarca Kirill está ahora a nivel de subsuelo. Así como los misiles de Putin han destrozado Mariúpol, el consentimiento de Kirill a la barbarie ha destrozado la campaña de la ortodoxia rusa para ser la primera entre los iguales ortodoxos.

La Declaración sobre la Enseñanza del "Mundo Ruso" también abre importantes posibilidades ecuménicas, especialmente para fomentar un diálogo sobre la doctrina social entre la ortodoxia y el catolicismo. A través de la díada Putin/Kirill, la antigua noción bizantina de una "sinfonía" entre la Iglesia y el Estado ha llevado de nuevo a la corrupción de la Iglesia, ya que la ortodoxia rusa desempeña el papel de capellán del zar. Los firmantes de la Declaración lo entienden. Por lo tanto, la puerta se abre a una conversación ecuménica creativa sobre la Iglesia, el Estado, la sociedad, la cultura y la economía en el futuro.

Esperemos que el Vaticano llegue a comprenderlo.

Comments from readers

Rafael Maria Calvo Forte - 04/18/2022 11:26 AM
Me sorprende su artículo, no por lo que expone veraz y oportunamente; sino porque todavía Ivo asombrado por la actitud servil del patriarca Cirilo…
Valli Leone - 04/18/2022 09:13 AM
Thank you, George, for this truthful article and for exposing the heinous crime of the Russian Orthodox Church leaders who stand beside Putin in the name of Jesus Christ. I have no doubt in my heart and mind that Pope Francis is very well aware of what is happening there and is capable through his prayers and teachings to accomplish what the Lord, our God, has planned for such a time as this. Horrible human history repeats itself through the ages, and the greed of nations and their leaders always ends in the death and destruction of the innocent. There really is nothing new under the sun. As a confirmed and committed Catholic for 74 years and as an American citizen born in this country, I will continue to pray and praise the Lord for an end to this crazy Cain-inspired war. We know that God‘s word is true and that all things are working together for good, if only we can believe, pray and do whatever the Holy Spirit tells us to do. Miracles of God‘s love and grace do happen; let’s pray for one today. And may the gruesome tales and photos of these happenings in Ukraine propel us toward deeper conversion and compassion in our own lives. Jesus’ love never fails! Arise and shine, Body of Christ! ✝️⚓️💜

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