Las diferencias culturales y la seguridad de los niños
Monday, April 4, 2022
*Jan Rayburn
Nací en un rancho de visones en el centro de Iowa, donde el viento invernal sopla frío en las llanuras, lo que crea el clima perfecto para desarrollar la valiosa piel codiciada para los abrigos de visón. Esto fue mucho antes de que PETA y sus partidarios que lanzan pintura roja fueran defensores de estas criaturas parecidas a las comadrejas.
No estoy segura de la relevancia de esta información, pero siempre he pensado que mi best seller del New York Times comenzaría de esa manera. Como eso es muy poco probable, pensé utilizarlo aquí.
Es una referencia a mi cultura y a lo que ha contribuido a formar mis principios y tradiciones, y quizá explique por qué valoro algunas cosas y desprecio otras. Por ejemplo, no considero que una dieta de carne y papas sea perjudicial o desagradable, especialmente si se trata de la comida que pido para mi cumpleaños: escalope de papas y jamón. Además, siempre elegiría el crujiente de manzana como mi postre favorito en lugar de un pastel de cumpleaños, pero no frunciría el ceño si me ofrecieran ambos. Anhelaba visitar a mi abuela Larson sólo para devorar un kringle (una galleta noruega), o dos o más, si ella no estaba mirando.
Aunque todo eso suena un poco excesivo, también desarrollé una ética de trabajo sólida. Las tareas antes de jugar. Barrer las hojas, arrancar la maleza y limpiar la cocina antes de comenzar la siguiente comida. Hacer frente a una tarea desagradable en lugar de dejarla para otro día. Eso también significa que desarrollé un desdén por quienes parecían adoptar una actitud de evasión, evasión, evasión. Con sólo escribirlo, la mandíbula se me vuelve tensa. Prefiero ser responsable y estar equivocada, antes que ser irresponsable.
Con todo esto quiero decir que somos lo que somos, pero no todos somos iguales. En este tremendo crisol cultural como es la Arquidiócesis de Miami, tenemos una maravillosa variedad de costumbres y tradiciones. Al Arzobispo le gusta decir que lo mejor de Miami es que está muy cerca de los Estados Unidos. De hecho, nuestro tapiz cultural es colorido, revelador, entretenido y rico.
Lo recordé hace poco, cuando empezamos a planificar la celebración del cumpleaños de un par de colegas. Todos los años me sentía perdida sobre la manera de celebrarlo porque a una de las cumpleañeras no le gustan los dulces (¡sí, es increíble!). El caso es que, tratando de hacer una celebración adecuada para todos, me enteré de que a ella sí le gusta el flan. Nos salvamos. Ahora bien, esta nativa del medio oeste tenía que aprender a hacer flan. La verdad es que fue bastante divertido. Compré un molde para flan y probé varias recetas y técnicas, con la ayuda de mi esposo. Mis valientes amigos y vecinos hispanos se ofrecieron a probarlo. Aprendí sobre esa rica (y cremosa) tradición, sobre la propia cumpleañera, pasé tiempo con mi esposo y mis vecinos, y terminé con una historia divertida y un postre delicioso.
Aprender sobre el patrimonio y las tradiciones valiosas de nuestras comunidades puede resultar divertido. También puede ser esencial para la protección de los niños y los adultos vulnerables. Si bien es interesante compartir diferentes comidas, vestimentas o incluso religiones, es imprescindible que todos pensemos de la misma manera cuando se trata de proteger a los más vulnerables entre nosotros. Las leyes proporcionan el fundamento de lo que es aceptable, pero a veces no son conocidas o no se les da la misma consideración que a las tradiciones y las culturas.
Por ejemplo, en algunos países la servidumbre infantil es una práctica arraigada culturalmente desde hace mucho tiempo. Los padres—por lo general, madres con dificultades—envían a sus hijos a vivir con otra familia para que les asistan en las tareas de la casa, la cocina y la limpieza a cambio de mejores oportunidades educativas y un mejor modo de vida que los padres no podrían proporcionarles. Lamentablemente, a menudo esta situación se asemeja más a la esclavitud infantil, y a veces termina en abuso sexual. Obviamente, esta tradición no es aceptable ni legal en los Estados Unidos. Sin embargo, es una circunstancia cultural de la que debemos tener conocimiento para proteger a los niños que están a nuestro cargo, y para educar a una población que no está consciente sobre los aspectos legales, y mucho menos sobre el trauma que esto supone para el niño, la familia y la sociedad en general.
La mejor manera de cambiar cómo una cultura entiende el abuso infantil es a través de la educación. Esta es otra de las razones por las que la lectura de los boletines mensuales de Virtus es tan importante y, sí, obligatoria.
Por lo tanto, acepten lo que puede parecer una tarea desagradable. No lo dejen para más tarde ni lo eviten, ya que los conocimientos que adquieran podrían representar una diferencia significativa en la vida de un niño, incluso salvar una vida.
La lectura de los boletines toma de 3 a 5 minutos cada mes y es necesaria para mantener una cuenta de Virtus activa. Sin una cuenta activa y la toma de huellas dactilares cada cinco años, los empleados y voluntarios—sean sacerdotes, religiosos o laicos—no pueden servir en nuestras iglesias y escuelas.
De la misma manera que el abuso abarca todas las culturas, razas, religiones, posición socioeconómica y niveles de educación, también hay que aprender a proteger a las personas vulnerables para que no sean víctimas del abuso de menores, la trata de personas y el maltrato. El bautismo nos llama a cuidarnos unos a otros, sin importar cuál sea nuestro regalo de cumpleaños preferido. Los boletines de Virtus pueden mostrarnos cómo hacerlo.
En el sitio web de la Arquidiócesis de Miami pueden ver este breve vídeo (en inglés) donde se explica por qué la lectura de los boletines mensuales de Virtus es beneficiosa para todos.
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