Sobre Ucrania
Monday, February 28, 2022
*George Weigel
Desde hace meses, la prensa mundial ha descrito los despliegues de tropas rusas a lo largo de las fronteras de Ucrania como elementos de una posible invasión. La verdad, sin embargo, es que Rusia invadió Ucrania hace siete años, cuando se anexionó Crimea y los "hombrecillos verdes" rusos desencadenaron una guerra en el este de Ucrania que ha cobrado más de 14,000 vidas y ha desplazado a más de un millón de personas. Independientemente de los acontecimientos militares actuales, la invasión rusa de Ucrania no ha sido "inminente". La invasión está en curso.
La campaña masiva de propaganda y desinformación rusa ha ocultado esta realidad. Por lo tanto, es imperativo decir la verdad.
La primera realidad: Esta es una crisis rusa, no una "crisis de Ucrania". Lo que se suele llamar la "crisis de Ucrania" es creación exclusiva del autócrata ruso Vladimir Putin. Ucrania no creó esta crisis. Los Estados Unidos no la crearon, y tampoco la OTAN. La Organización del Tratado del Atlántico Norte —que es, fue y será siempre una alianza defensiva— no constituye una amenaza para la seguridad nacional rusa más de lo que representa la OTAN para la seguridad nacional de Botsuana. La afirmación de que la OTAN amenaza a Rusia es una gran mentira que oculta la realidad sobre la seguridad en Europa central y oriental: los antiguos satélites soviéticos (Polonia, la República Checa, Eslovaquia, Hungría, Rumanía, Bulgaria) y los Estados bálticos (Lituania, Letonia, Estonia) se unieron a la OTAN porque temen a Rusia, no porque pretendan invadirla. El mismo razonamiento explica la solicitud de ingreso de Ucrania en la OTAN.
La segunda realidad: Esta crisis creada artificialmente, cuyo objetivo es la desestabilización y el sometimiento de Ucrania, es una expresión de la determinación del señor Putin de invertir el veredicto de la historia en la Guerra Fría. Durante 20 años, Putin ha sido bastante claro al respecto, y sólo los tontos o los que miran a través de los lentes empañados por la ideología del nuevo "conservadurismo nacional" no comprenden lo que está ocurriendo aquí. El señor Putin, el viejo apparatchik de la KGB, está empeñado en anular la victoria de las democracias imperfectas sobre las tiranías pluscuamperfectas en la Revolución de 1989 y el derrumbe soviético de 1991.
Ese gran objetivo estratégico está en el corazón frío de la recientemente anunciada alianza de propósitos entre el régimen cleptocrático de Putin en Rusia y el régimen genocida de Xi Jinping en China, un anuncio que estos dos hombres malvados hicieron justo antes de los Juegos Olímpicos de Invierno. Putin y Xi quieren nada menos que reordenar de manera fundamental los asuntos mundiales en los que sus regímenes opresores lleven la voz cantante. En la apuesta de los tiranos por la hegemonía mundial, Ucrania y Taiwán desempeñan el papel que jugaron Austria y Checoslovaquia a finales de la década de 1930: si caen ante los regímenes tiranos, otros les seguirán.
La tercera realidad: La actual agresión rusa en Ucrania está respaldada por una interpretación falsa de la historia, incluida la historia cristiana. La afirmación del señor Putin de que Ucrania no es un verdadero país está respaldada por otra gran mentira: que Rusia es la única heredera del bautismo de los eslavos orientales en el año 988 y, por consiguiente, la única guardiana legítima de lo que los ideólogos y apologistas de Putin llaman el Russkiy mir, el "mundo ruso". Sin embargo, Ucrania, sus comunidades ortodoxas y la Iglesia greco-católica ucraniana tienen al menos tanto derecho a ese patrimonio histórico como Rusia y la Iglesia ortodoxa rusa.
El resurgimiento del imperialismo ruso en la actualidad quizás no sea tan sorprendente; las viejas costumbres son difíciles de erradicar. Pero el papel de la Iglesia ortodoxa rusa (IOR) al apoyar las falsificaciones de la historia de Putin y sus nuevos designios imperiales está causando un grave daño a la causa de Cristo en un país que se recupera de los estragos del ateísmo patrocinado por el Estado. Recientemente, el arzobispo metropolitano Hilarión, principal administrador ecuménico de la IOR, recibió de manos del presidente Putin la Orden de San Alejandro Nevsky por su "gran contribución al desarrollo de las relaciones internacionales e interconfesionales". La cita del galardón podría haber sido más acertada si dijera: "[...] por los servicios prestados al Estado ruso y al actual régimen del Kremlin".
La cuarta realidad: La agresión rusa en Ucrania está dirigida a todas las personas, incluidos los niños. La guerra híbrida de Rusia contra la democracia ucraniana ha incluido unas 1,000 amenazas falsas de bomba que han vaciado las escuelas de toda Ucrania desde principios de año, una tasa 10 veces mayor que la de las amenazas falsas de bomba en 2020 y 2021. ¿Qué tipo de personas aterrorizan deliberadamente a cientos de miles de niños y a sus padres en un esfuerzo por desestabilizar a un país vecino que no es una amenaza? El mismo tipo de gente que asesinó a Boris Nemtsov y envenenó a Alexei Novotny, que interfiere en las elecciones de otros países y que miente en público con un descaro que haría sonrojar a Joachim von Ribbentrop.
La Iglesia greco-católica ucraniana, que ha obrado con gran eficacia para reconstruir la sociedad civil en la Ucrania actual, ha pedido a sus correligionarios su apoyo en la oración. Esa Iglesia valiente no merece menos; de hecho, se le debe mucho más, y no sólo por parte de los ucranianos.
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