Año Ignaciano: De herido a peregrino
Monday, November 29, 2021
*Fr. Eduardo Barrios, SJ
Esta es la primera de una serie de cuatro partes sobre el Año Ignaciano, que comenzó el 20 de mayo de 2021 y terminará en julio de 2022.
Los católicos que se sienten especialmente vinculados a San Ignacio de Loyola comenzaron a honrar su legado el pasado 20 de Mayo. Ese día se cumplieron quinientos años de un acontecimiento que marcó un cambio de rumbo en aquel joven de 26 años de edad. Sufrió una herida grave por bala de cañón cuando defendía la fortaleza de Pamplona. Esa lesión lo mantuvo convaleciente durante ocho meses en su casa familiar a las afueras de Azpeitia, Guipúzcoa, España.
Durante esos meses de ocio forzado, la lectura de la Vida de Jesucristo escrita por Ludolfo de Sajonia y una colección de breves hagiografías del dominico Jacobo de Voragine, lo fueron llevando a reexaminar su vida en la presencia de Dios y a experimentar una conversión radical que lo llevaría a renunciar a todo para irse a vivir a Tierra Santa.
Su nombre original era Íñigo, y comenzó a llamarse a sí mismo, “el peregrino”. La primera etapa de su peregrinaje lo llevó al santuario de Montserrat y luego al pueblo de Manresa donde pasó el resto de 1522. Allí tuvo fuertes experiencias místicas y escribió el núcleo del libro llamado Ejercicios Espirituales.
Debe subrayarse que ese manual práctico de retiro espiritual lo escribió un laico fervoroso. Sus destinatarios eran todos aquellos que quisiesen recogerse en oración para buscar la voluntad de Dios sobre sus vidas. Es un libro que no pertenece a ninguna escuela teológica en particular. Proviene de las experiencias espirituales del autor y de su contacto con el Nuevo Testamento así como con la Imitación de Cristo de Tomás de Kempis y el Ejercitatorio de García de Cisneros. Digamos claramente que los Ejercicios de San Ignacio anteceden a la fundación de la Compañía de Jesús. No pertenecen a los Jesuitas, sino a todo el pueblo de Dios. Cuando se publicó su versión definitiva tuvo mucha aceptación entre religiosos tan dispares como los Cartujos y los Dominicos así como entre sacerdotes diocesanos y laicos en general. En los Ejercicios se busca ser lo que Dios quiere que cada uno sea. Digámoslo con las palabras de su autor: “Ejercicios Espirituales para vencerse a sí mismo sin determinarse por afección alguna que desordenada sea” (EE. 21).
No prosperaron los planes del peregrino de irse a vivir permanentemente en Tierra Santa. Como en aquellos tiempos los laicos tenían poco protagonismo en la pastoral de la Iglesia, el peregrino optó por estudiar con miras al sacerdocio. Durante sus años de estudios se le acercaron otros jóvenes con deseos de perfección y apostolado con los cuales llegaría a fundar la Compañía de Jesús en el año 1540. Por aquellos tiempos el peregrino Íñigo adoptaría definitivamente su nombre de Ignacio.
Ignacio y sus compañeros se dieron a la tarea de escribir textos para los Jesuitas, especialmente las Constituciones de la Compañía de Jesús. Ignacio también escribiría instrucciones para los Jesuitas en misiones especiales. Además, Ignacio dictó su Autobiografía que tiene valor fundacional para los Jesuitas.
Las Constituciones contienen elementos originales de San Ignacio, pero también se nota en el texto el influjo de otros institutos religiosos antiguos. Y sus Constituciones sirvieron luego de inspiración a fundadores y fundadoras de institutos religiosos posteriores.
Ya hemos afirmado que la espiritualidad de los Ejercicios Espirituales está abierta a todos los hijos de la Iglesia. Añadimos que la espiritualidad de los Jesuitas se especifica en los documentos que San Ignacio escribió con ayuda de sus compañeros una vez fundada la Compañía de Jesús. Acabamos de usar una palabra anacrónica. En tiempos de San Ignacio no existía todavía la palabra “espiritualidad”. La acuñarían los franceses un siglo despúes, “spiritualité”. A falta de ese término, San Ignacio se refería al carisma de los Jesuitas con la expresión “el modo nuestro de proceder”.
Este blog se publicó originalmente como una columna en la edición de octubre 2021 de La Voz Católica.
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