Invocar a los santos, nuestros intercesores
Monday, November 1, 2021
*Dolores Hanley McDiarmid
¿Tienen un santo favorito? ¿Se han preguntado alguna vez por qué se sienten atraídos por ese santo? Puede haber una razón. Hay gente que dice que nosotros no elegimos a nuestro santo, sino que ellos nos eligen a nosotros. Quizás sea cierto.
Mi amor y devoción por Santa Teresita del Niño Jesús comenzó cuando yo era joven. Me atrajo su filosofía de vida, que anima a la gente a hacer pequeñas cosas con mucho amor. Esto también se conoce como "El Pequeño Camino". Cuanto más crecía, mayor era mi devoción por Santa Teresita, una de las doctoras de la Iglesia.
Cuando la vida me obligó a adaptarme al retiro, el hecho de pedir ayuda a Santa Teresita y de vivir el pequeño camino me impulsó a seguir adelante. Como no estaba involucrada en ayudar a la gente en la comunidad ni en la creación de proyectos significativos que me dieran gran satisfacción, encontré consuelo y sentido en hacer cosas sencillas, pequeñas, con amor.
Ha habido momentos en los que he sentido la presencia de Santa Teresita en la vida cotidiana, especialmente cuando mi esposo y yo estuvimos en Francia. Tuvimos un par de oportunidades de visitar el Carmelo, donde ella vivió en el convento, y donde ahora yace en reposo para que millones de peregrinos la visiten y oren por su intercesión. Estar a 100 pies (30 metros) del cuerpo de Santa Teresita y verla fue uno de los recuerdos más especiales de la visita a Francia.
Durante nuestro último viaje en 2019, fuimos al nuevo museo, donde los visitantes pueden atravesar el marco de la puerta de su celda y pisar un trozo del suelo que Santa Teresita pisaba cada día al salir y regresar a su celda. Pisar el mismo suelo que mi santa favorita fue una sensación indescriptible. Esto me acercó aún más a ella. Después de muchos años de compartir una amistad celestial con Santa Teresita, sentí que ella me hacía un regalo durante esa visita.
También hubo otro regalo que me parece que vino de esta pequeña santa. Descubrí inesperadamente que ella pudo haber tenido un rol en mi vida antes de mi nacimiento. Tras el fallecimiento de mi madre, leí unas cartas que ella le escribió a mi padre antes de que yo naciera, cuando mi madre tenía dificultades para concebir un hijo. Aprendí algo que mi madre nunca compartió conmigo. A pesar de su miedo a viajar en avión y de estar lejos de mi padre por primera vez desde que se casaron, mi madre, un sacerdote y algunos amigos viajaron al Santuario Nacional de Santa Teresa en Darien, Illinois.
Allí, ella y sus amistades participaron en una novena especial a Santa Teresita. No puedo asegurar que la novena fuera para tener hijos, pero yo nací unos años después de aquello, y siete años después nació mi hermano. Estoy segura de que Santa Teresita intercedió por las peticiones de mi madre, al igual que esta pequeña santa lo ha hecho por mí, ayudándome a adaptarme al retiro y demostrar mi amor por Jesús de formas nuevas y diferentes.
No importa quiénes sean tus santos favoritos, todos son nuestros amigos especiales en el cielo. Quieren ayudarnos a tener una vida sagrada y de santidad para que podamos unirnos a ellos en la comunión de los santos. El ejemplo de vida de los santos puede ayudarnos a profundizar en nuestro amor a Dios. Son intercesores por nosotros, llevando nuestras oraciones de petición y de agradecimiento a Dios. Esperan que recurramos a ellos en busca de ayuda.
El Catecismo de la Iglesia Católica (# 2683) nos dice:
“Los testigos que nos han precedido en el Reino (cf Hb 12, 1), especialmente los que la Iglesia reconoce como ‘santos’, participan en la tradición viva de la oración, por el testimonio de sus vidas, por la transmisión de sus escritos y por su oración hoy. Contemplan a Dios, lo alaban y no dejan de cuidar de aquéllos que han quedado en la tierra. Al entrar ‘en la alegría’ de su Señor, han sido ‘constituidos sobre lo mucho’ (cf Mt 25, 21). Su intercesión es su más alto servicio al plan de Dios. Podemos y debemos rogarles que intercedan por nosotros y por el mundo entero.”
Si alguna vez hubo un momento para invocar a nuestros santos favoritos en la oración, es ahora.
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