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Hace treinta años, el 22 de enero de 1991, se publicó la octava encíclica del Papa Juan Pablo II, Redemptoris Missio (La Misión del Redentor). En un pontificado tan rico en ideas cuya enseñanza sólo ha comenzado a ser digerida, la Redemptoris Missio se destaca como un proyecto para el futuro católico. Las partes dinámicas de la Iglesia mundial están viviendo la visión del discipulado misionero al que nos llama la encíclica. Las partes moribundas de la Iglesia mundial aún no han captado el mensaje o, al malinterpretarlo, lo han rechazado, y por eso están muriendo.

Redemptoris Missio presentó un desafío directo y formidable a los católicos cómodos: miren a su alrededor y reconozcan que los nuestros son tiempos apostólicos, no tiempos de cristiandad. Como dijo Fulton Sheen en 1974, la cristiandad ha terminado.

"Cristiandad" conlleva una situación en la que los códigos culturales de la sociedad y el modo de vida que respaldan ayudan a transmitir "la fe que Dios entregó una vez para siempre a sus santos" (Judas 1:3). Lugares así existieron dentro del recuerdo vivo; yo crecí en los últimos y fugaces momentos de uno, en la cultura católica urbana del Baltimore de los años 50. Esa forma de "cristiandad" ya ha desaparecido. En todo el mundo occidental actual, el ambiente cultural que vivimos no transmite la fe ni es neutral con respecto a ella; el ambiente cultural es hostil a la fe. Y cuando esa hostilidad alcanza las cimas de la política, busca marginar la fe de forma agresiva. (Por ejemplo, eso es lo que ocurre cuando los gobiernos tratan de imponer la ideología LGBTQ y de género a la sociedad, penalizando a quienes, por razones de convicción, no se pliegan a la noción dañina de la plasticidad infinita de la humanidad: se criminaliza la idea bíblica y cristiana de la persona humana. Los que imaginan que "esto no puede ocurrir aquí" deberían leer la Orden Ejecutiva sobre "identidad de género" firmada por el presidente Biden pocas horas después de su toma de posesión). 

Los "tiempos apostólicos" nos llaman a revivir la experiencia de la Iglesia primitiva, descrita claramente en los Hechos de los Apóstoles. Allí encontramos a los amigos del Señor Jesús resucitado inflamados de pasión por la misión. La "buena nueva" que Jesús proclamó antes de su muerte había sido confirmada sin lugar a dudas por su resurrección de entre los muertos y sus apariciones a sus amigos en su humanidad transformada y glorificada. No era una buena noticia para unos pocos; era una buena nueva que exigía ser compartida con todos.

Así pues, un grupo de desconocidos procedentes de los márgenes de lo que se consideraba el mundo civilizado se dispuso a convertir ese mundo a la fe en Jesucristo como Señor. Se enfrentaron al ridículo; algunos los consideraron borrachos, "llenos de vino nuevo" (Hechos 2:13). Otros los tachaban de charlatanes, como descubrió San Pablo en el Areópago de Atenas (Hechos 17:18). Y otros los consideraron locos, como cuando el gobernador romano Festo exclamó a Pablo: "Tus muchos estudios te han trastornado la mente" (Hechos 26:24). Pero perseveraron. Manifestaron un modo de vida más noble y compasivo. Algunos murieron como mártires. Y para el año 300 d.C. habían convertido una parte considerable del imperio romano para Cristo. 

En los tiempos de la cristiandad, un "misionero" es alguien que abandona una zona de seguridad cultural y va a proclamar el Evangelio donde no se ha escuchado antes. Como enseña la Redemptoris Missio, en los tiempos apostólicos todo católico es un misionero que ha recibido el mandato de ir y hacer "que todos los pueblos sean mis discípulos" (Mateo 28:19). En tiempos apostólicos, el "territorio de misión" no es un destino de viaje exótico; está en todas partes. El territorio de la misión es la mesa de la cocina, el barrio y el lugar de trabajo; la misión se extiende a nuestras vidas como consumidores y ciudadanos. Los católicos laicos, escribió Juan Pablo, tienen una obligación especial de ser misioneros en la cultura, los negocios y la política, ya que el testimonio de los laicos en esos lugares tiene una credibilidad especial.

Al ser una Iglesia de discípulos misioneros, debemos utilizar el método de la libertad. Como escribió Juan Pablo II en la Redemptoris Missio, enfatizando sus palabras: "La Iglesia propone, no impone nada". Pero debemos proponer, debemos invitar, debemos dar testimonio del gran don que se nos ha dado: la amistad con el Señor Jesucristo y la incorporación a su cuerpo, la Iglesia. Como dijo el propio Señor en Mateo 10:8, "lo recibieron sin pagar, denlo sin cobrar".

La Iglesia católica del siglo XXI está llamada a pasar del mantenimiento a la misión, lo que significa la transformación de nuestras instituciones en plataformas de lanzamiento para la evangelización. La calidad de nuestro discipulado se medirá por lo bien que respondamos a ese llamado a compartir el don con el que hemos sido bendecidos.

Comments from readers

Valli Leone - 03/02/2021 03:17 PM
Yes, George, I so agree that we must take the Church from maintenance to mission! Too many lukewarm Catholics or disenfranchised Catholics are dropping the ball. If only we realized what a treasure and what a heritage we have! Here we are, Lord; we come to do your will. As I remain in the Word of God each morning, the Gospel mandate to share the Good News and to BE good news wherever I go just gets stronger and stronger. Let’s do it! With the Holy Spirit stirred up and alive in our lives , all things are possible! 🔆❤️🔆
Addy Hall - 03/01/2021 02:42 PM
“The Church proposes; she imposes nothing.” wrote John Paul II Nowadays, most catholic leaders and churchgoers want to IMPOSE. They get deeply involved in government and in politics. Christ said: " Give to Ceasar what is due to Ceasar and to God what is due to God" And, "To God the judgment!" Everyone has a sad or inappropriate story about all missions around the world. Catholic missions were noted for some abuse during their works in all countries. Abuses were noted sexually, physically, emotionally, financially, politically, spiritually, and powerfully during the establishment of the catholic church all over the world. We must repent and clean away the stains of the past. In many churches, we hear the priests give sermons about Fake News, Hollywood stars, the media, Journalists, political issues, elections, and so on! They do not provide sermons now to enrich the faith or uplift the spirit from the current events churchgoers are going through living in the USA or the world. Events like the Pandemic, Racism, Discrimination, Unjustice, Unemployment, Inequality, Confinement, and so on. In sermons, we need to be reminded to keep the faith from what Christians are encountering. Encourage us to have faith like Job and Abraham in the Lord. God knew what Abraham would do, sacrifice his only son, but He stopped him. He let him acknowledged and revealed to Abraham that his faith in God, has saved his son. Abraham was a witness to his faith in God for himself and for all people: that if we are with God, we should not be afraid of NOTHING! With our Father, there is no Fear! We can not say the "OUR FATHER..." if we can not forgive others as God forgive our trespasses. The LGBTQ population, what do you have in mind for then? What should we do about them? What can we do for them? Enlighten us with your actions for or against them! What would Jesus do? He would show compassion, pray for everyone, and use peaceful actions for ALL!
Maria E. Maguire - 03/01/2021 01:31 PM
Mr. Weigel, thanks so much for your blog. It is so very true that a missionary is any lay Catholic-Christian who wishes to carry a message in love to the real world where we may be. The office, our family, the supermarket, a social gathering (whatever few we have) and most of all BY EXAMPLE. Our Gospel message if really lived will shine through us to the world in darkness and by the power of the Holy Spirit reach those souls that God wants to reach. Jesus' message is SO VERY NEEDED TO BE LIVED! John Paul II said it so wonderfully!
Pat Solenski - 03/01/2021 09:53 AM
Thank you for the reflection and the wisdom behind it. Missionary discipleship is a challenge. Thank you for pointing out where the the 'territory' is! Not some foreign land but right in front of our eyes - in the kitchen table, in the workplace, in the neighborhood.

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