Domingo del Sacerdocio
Monday, September 21, 2020
*Fr. Matthew Gomez
Esta semana la Iglesia celebra la fiesta de San Mateo, la fiesta de San Padre Pío, y lo que habría sido la fiesta de San Vicente de Paúl (debido a que la fiesta de San Vicente de Paúl cae en un domingo, el 26º Domingo del Tiempo Ordinario tiene prioridad).
Al prepararnos para celebrar el Domingo del Sacerdocio el 27 de septiembre, patrocinado por el Club Serra, tenemos una maravillosa oportunidad de hacerlo siguiendo los ejemplos de estos tres hombres, de estos tres sacerdotes.
El día de nuestra ordenación, hacemos la promesa de rezar por la Iglesia, el pueblo de Dios. Debemos rezar la oración oficial de la Iglesia, es decir, el Oficio Divino también conocido como la Liturgia de las Horas. Estos cinco momentos de oración a lo largo del día nos dan una buena oportunidad para reconectarnos con nuestro Padre celestial en medio del ajetreado día de trabajo. Uno de los momentos de oración de más riqueza se llama el Oficio de Lectura.
Hay un himno, tres salmos, una lectura de la Escritura, y una lectura de la Iglesia que puede ser uno de los Concilios, puede ser un documento de la Iglesia, o un escrito del santo que estamos celebrando actualmente, etc. San Beda nos recuerda que cuando Jesús le dice a Mateo que lo siga, no se trata simplemente de levantarse y empezar a caminar, sino de levantarse y empezar a imitar. A lo largo de los Evangelios tenemos hermosos ejemplos de Jesús yendo por su cuenta a rezar, a realizar milagros, a comer y crear comunidad, y a sacrificarse por los demás. Eso es lo que debe hacer un sacerdote.
En Presbyterorum Ordinis (Decreto sobre el Ministerio y la Vida de los Presbíteros), el Concilio Vaticano II nos recuerda la unidad que debemos tener como sacerdotes. Obviamente, la unidad con Cristo, pero siempre debemos luchar por la unidad con nuestro arzobispo, la unidad con nuestros hermanos sacerdotes, y la unidad con los laicos. Todos, clérigos y laicos por igual, estamos llamados a ser perfectos como nuestro Padre celestial es perfecto (Mt 5:48). Esa perfección se puede alcanzar en el ministerio al que el Señor nos ha llamado.
San Vicente de Paúl nos recuerda el cuidado y el servicio a los pobres. La caridad que realizamos, incluso cuando estamos en medio de la oración, es tan importante como el momento de oración que acabamos de tener. Es nuestro deber ver el rostro de Dios en el otro, en el pobre. Como dice el santo sacerdote, "Si dejas la oración para acudir con presteza en ayuda de algún pobre, recuerda que ese servicio se lo prestas al mismo Dios". El recordatorio es que los pobres somos cada uno de nosotros. Muchas veces podemos pensar que los pobres son sólo aquellos que lo son materialmente, y de eso es de lo que habla San Vicente. Pero cuando nos damos cuenta de que cada uno de nosotros tiene algún tipo de pobreza, la extensión de la caridad que debemos realizar se vuelve mucho más impresionante.
Entonces, ¿cómo nos preparamos para el Domingo del Sacerdocio? Podemos pedir la intercesión de los santos que celebramos esta semana: San Mateo, San Padre Pío y San Vicente de Paúl. Podemos aprender sus historias y enseñar a otros lo que nos enseñaron. Podemos rezar por nuestros sacerdotes y seminaristas para que sigan al Señor, luchando por la unidad y la caridad.
Finalmente, y de manera más práctica, podemos considerar unirnos al Club Serra local para apoyar a los sacerdotes, los seminaristas y las vocaciones a la vida religiosa. A lo que sea que el Señor nos llame, ¡asegurémonos de celebrar el Domingo del Sacerdocio!
San Mateo, ¡ruega por nosotros!
San Padre Pío, ¡ruega por nosotros!
San Vicente de Paúl, ¡ruega por nosotros!
San Junípero Serra, ¡ruega por nosotros!
San Juan Vianney, ¡ruega por nosotros!
De una homilía de San Beda
"Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: ‘Sígueme.’ Lo vio más con la mirada interna de su amor que con los ojos corporales. Jesús vio al publicano y, porque lo amó, lo eligió, y le dijo: Sígueme. Sígueme, que quiere decir: ‘Imítame’. Le dijo: Sígueme, más que con sus pasos, con su modo de obrar. Nosotros escuchamos su voz, le abrimos la puerta y lo recibimos en nuestra casa, cuando de buen grado prestamos nuestro asentimiento a sus advertencias, ya vengan desde fuera, ya desde dentro, y ponemos por obra lo que conocemos que es voluntad suya. Él entra para comer con nosotros, y nosotros con él, porque, por el don de su amor, habita en el corazón de los elegidos, para saciarlos con la luz de su continua presencia, haciendo que sus deseos tiendan cada vez más hacia las cosas celestiales y deleitándose él mismo en estos deseos como en un manjar sabrosísimo".
Del Decreto Presbyterorum Ordinis sobre el Ministerio y la Vida de los Presbíteros
"Por el Sacramento del Orden los presbíteros se configuran con Cristo Sacerdote, como miembros con la Cabeza, para la estructuración y edificación de todo su Cuerpo, que es la Iglesia, como cooperadores del orden episcopal. Pues ellos se ordenan a la perfección de la vida por las mismas acciones sagradas que realizan cada día, como por todo su ministerio, que ejercitan en unión con el obispo y con los presbíteros. Mas la santidad de los presbíteros contribuye poderosamente al cumplimiento fructuoso del propio ministerio, porque aunque la gracia de Dios puede realizar la obra de la salvación, también por medio de ministros indignos, sin embargo, Dios prefiere, por ley ordinaria, manifestar sus maravillas por medio de quienes, hechos más dóciles al impulso y guía del Espíritu Santo, por su íntima unión con Cristo y su santidad de vida, pueden decir con el apóstol: ‘Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí’". (Gal 2, 20).
De los escritos de San Vicente de Paúl
"El servicio a los pobres ha de ser preferido a todo, y hay que prestarlo sin demora. Por esto, si en el momento de la oración hay que llevar a algún pobre un medicamento o un auxilio cualquiera, id a él con el ánimo bien tranquilo y haced lo que convenga, ofreciéndolo a Dios como una prolongación de la oración. Y no tengáis ningún escrúpulo ni remordimiento de conciencia si, por prestar algún servicio a los pobres, habéis dejado la oración; salir de la presencia de Dios por alguna de las causas enumeradas no es ningún desprecio a Dios, ya que es por él por quien lo hacemos. Así pues, si dejáis la oración para acudir con presteza en ayuda de algún pobre, recordad que aquel servicio lo prestáis al mismo Dios. La caridad, en efecto, es la máxima norma, a la que todo debe tender: ella es una ilustre señora, y hay que cumplir lo que ordena. Renovemos, pues, nuestro espíritu de servicio a los pobres, principalmente para con los abandonados y desamparados, ya que ellos nos han sido dados para que los sirvamos como a señores".
¿Qué es el Club Serra? ¿Quiénes son los Serranos?
Serra USA se formó en 1935. Ocurrió cuando un pequeño grupo de laicos en Seattle decidió formar una organización para promover y fomentar las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa consagrada. Como resultado, eligieron al Padre Junípero Serra, el gran misionero, como su patrón y nombraron a la organización Club Serra de Seattle.
Los Serranos son católicos laicos que se encuentran en todo el mundo. Son hombres y mujeres de todas las edades y de todas las condiciones sociales. Los miembros van desde abogados, doctores y empresarios, hasta enfermeras, oficinistas, trabajadores a domicilio y jubilados. Todos se dedican a promover y fomentar las vocaciones.
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