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Aunque hasta cierto grado no es probable que se regrese a la "normalidad", eso no significa que la gran mayoría de los que poseen la mayor parte de la riqueza y el poder del mundo no utilicen todas las ventajas a su disposición para tratar de aferrarse a sistemas quebrados, corruptos e injustos —lo que el Papa Juan Pablo II llamó "estructuras de pecado"— que alimentan su codicia mientras matan de hambre las aspiraciones moralmente justas de los pobres y vulnerables del mundo.

Entonces, ¿qué debería hacer cada seguidor de Jesús?

Deberíamos rezar sinceramente por la conversión espiritual de los ricos y poderosos. ¡Y deberíamos oponernos a ellos!

Tenemos que dar la lucha no violenta de nuestras vidas para asegurarnos de no volver a ser sonámbulos en una "normalidad" moralmente enferma.

Los viejos hábitos son difíciles de erradicar, tanto a nivel individual como estructural. A menos que admitamos con humildad nuestra significativa indiferencia personal, nos arrepintamos y nos esforcemos por transformarnos a nosotros mismos y a estas estructuras de pecado, después de la pandemia del coronavirus continuarán las estructuras pecaminosas del capitalismo terminante centrado en las ganancias y, con toda certeza, el militarismo mortal continuará su avance —aplastando bajo los pies a los pobres, vulnerables y al propio planeta.

En su reciente homilía del Domingo de la Divina Misericordia, el Papa Francisco advirtió que mientras el mundo espera la eventual recuperación de la pandemia, "se insinúa justamente este peligro: olvidar al que se quedó atrás. El riesgo es que nos golpee un virus todavía peor, el del egoísmo indiferente, que se transmite al pensar que la vida mejora si me va mejor a mí, que todo irá bien si me va bien a mí. Se parte de esa idea y se sigue hasta llegar a seleccionar a las personas, descartar a los pobres e inmolar en el altar del progreso al que se queda atrás".

El Santo Padre continuó: "Pero esta pandemia nos recuerda que no hay diferencias ni fronteras entre los que sufren: todos somos frágiles, iguales y valiosos. Que lo que está pasando nos sacuda por dentro. Es tiempo de eliminar las desigualdades, de reparar la injusticia que mina de raíz la salud de toda la humanidad". (https://bit.ly/2V0ZvZN)

¡En cada parroquia, diócesis, foro cívico, académico, de negocios, laboral y social necesitamos empezar a dialogar, planificar y organizar formas de construir estructuras y sistemas que funcionen para todos —desde el momento de la concepción hasta la muerte natural— donde nadie se quede atrás y todos tengan un lugar a la mesa!

Y necesitamos desarrollar estrategias sobre la mejor manera de influir y presionar a los líderes gubernamentales y corporativos (por ejemplo, boicots, liquidaciones) para que pongan el bien común y el cuidado del planeta como sus prioridades principales, no el poder y el beneficio (https://gofossilfree.org/divestment/what-is-fossil-fuel-divestment/).

Todo esto puede con facilidad tentar a cada uno de nosotros a sentirse abrumado.

Pero es esencial que no nos dejemos abrumar. No todo depende de ustedes y de mí. ¡El Espíritu Santo está con nosotros! Cada uno de nosotros puede marcar la diferencia en nuestra esfera de influencia personal (por ejemplo, familia, amigos, parroquia, lugar de trabajo, medios de comunicación social, grupos de presión).

En su enérgica Carta Pastoral de 1983 sobre la guerra y la paz titulada "The Challenge of Peace: God’s Promise and Our Response" (El Desafío de la Paz: La Promesa de Dios y Nuestra Respuesta), los obispos católicos de los Estados Unidos escribieron: "Tengamos el valor de creer en un futuro brillante y en un Dios que lo quiera para nosotros —no un mundo perfecto, sino uno mejor. El mundo perfecto, como creemos los cristianos, está más allá del horizonte, en una eternidad sin fin donde Dios será todo en todo. Pero aquí hay un mundo mejor para que lo construyan las manos, los corazones y las mentes humanas".

Comments from readers

Miriam Roman - 08/25/2020 10:29 AM
Excelente, verdadero y beneficioso para toda la humanidad.
Jose Ignacio Jimenez - 08/24/2020 02:30 PM
I cannot agree with the premise that all fossil fuel companies should be targeted in an effort to eliminate "structures of sin" as many are providing a valuable product and contribute to the improvement of society. A reckless turn away from fossil fuels to renewable energy can be disastrous as evidenced by the constant blackouts in the state of California. These blackouts are dealing a terrible blow to the economy as companies and residents move to states with more reliable energy. As Catholics we should work for a society that gives everyone equal opportunities, not equal results; this is the goal of socialism and goes against the laws of nature as condemned by Popes St. Pius IX, St. Pope Pius X, and Pope Pius XI who summarized the dangers in his landmark encyclical Divini Redemptoris. We should strive to be conscientious stewards of God's creation and allow humans to develop to their full potential, but imposing restrictions and demands on free markets that are not market driven (defined by demand and opportunity) can result in unintended consequences that disproportionately impact the poor and marginalized.
Valli Leone - 08/24/2020 02:21 PM
Thanks so very much for this beautifully written article of truth and encouragement. It is sometimes difficult in these days to keep our eyes fixed on Jesus, the author and perfector of our faith.I will bless the Lord at all times; His praise shall always be on my lips. Holy Spirit, come—Spirit of wisdom and revelation! ✝️⚓️💜
Wayne Talamas - 08/24/2020 11:46 AM
Thank you

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