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Nadie tan cercano a la persona y obra de Jesucristo como su propia madre, la Santísima Virgen María, que además de progenitora fue su discípula más fiel, siguiéndolo hasta el Calvario.        

Esa cercanía de la Virgen María a Jesús se refleja en la Liturgia, como vamos a señalar a continuación:

1) En diciembre celebramos una de las más grandes solemnidades del calendario litúrgico, la Navidad del Señor. Esa celebración siempre cae el 25 de diciembre. Pues bien, existe otra festividad fija que honra el nacimiento de María. Se celebra el 8 de septiembre como Natividad de la Santísima Virgen María.

2) Jesús es necesariamente impecante e impecable. Él afirmó su condición de Cordero Inmaculado al preguntarle a sus adversarios: “¿Quién de Ustedes puede acusarme de pecado?” (Jn 8, 46). Y San Pablo llama a Jesús, “el que no conoció pecado” (2 Cor 5, 21). Siendo algo tan obvio, no hay celebración litúrgica de Jesús Inmaculado, pero sí la hay de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María en ese mismo mes de diciembre, el día 8, que el año pasado se celebró el lunes 9 porque el 8 coincidía con el segundo  domingo de Adviento.

3) La Liturgia honra los sufrimientos sacrificiales de Jesús no sólo durante la Semana Santa, sino también con una fiesta especial llamada La Exaltación de la Santa Cruz el 14 de septiembre. Un día después, el 15 de septiembre, la Iglesia recuerda los sufrimientos de la Madre con la memoria litúrgica titulada Nuestra Señora, la Virgen de los Dolores.

4) La Iglesia solemniza los misterios gloriosos de Jesús al celebrar la solemnidad cumbre de su gloriosa resurrección así como de su Ascensión a los cielos. Esas celebraciones son móviles. En cambio, para la Virgen María existe una solemnidad gloriosa fija el 15 de agosto, la de la Asunción de la Virgen María en cuerpo y alma a los cielos.

5) El año litúrgico siempre culmina con la Solemnidad de Cristo Rey del Universo. En vida Jesús no quiso proclamarse rey excepto en presencia de Poncio Pilato cuando ya quedaba claro que su reino no era como los de este mundo. Tampoco María se proclamó reina, sino esclava del Señor. Pero a partir de su Asunción ella reina desde el cielo. De ahí que haya una fiesta litúrgica de su realeza el 22  de agosto, Santa María Virgen, Reina.        

Aunque todos los días del año son cristianos y marianos, hay un mes especial de Jesús, el mes de junio, mes del Sagrado Corazón. De manera paralela hay un mes de particular devoción a la Virgen, el mes de mayo, mes de las flores.        

Y así como Jesús quiere que honremos a su Madre, ésta nos dirige a Jesús repitiéndonos continuamente su testamento: “Hagan lo que Él les diga” (Jn 2, 5).

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