Ante la seguridad de los ni�os, los detalles peque�os importan
Monday, April 16, 2018
*Jan Rayburn
En 2002, la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos se reunió para crear un manifiesto para proteger a los niños y adultos vulnerables, cuyas vidas son veneradas. Los esfuerzos de los obispos culminaron en lo que ahora es la Carta para la Protección de Niños y Jóvenes. Es la piedra angular de la “Promesa para Proteger y Comprometerse a Sanar” de los obispos. Hoy, y en los casi 16 años transcurridos desde entonces, la Arquidiócesis de Miami ha promulgado y se ha adherido a la Carta a través de su propia Política de Ambiente Seguro.
Como católicos, en el bautismo se nos llama a cuidarnos unos a otros, especialmente cuando hablamos de niños y adultos vulnerables. A menudo no es fácil ni conveniente ni se entiende por completo. A veces, los padres se sorprenden cuando se les dice que deben cumplir con la política de Ambiente Seguro. Pueden sentir que es innecesario si solo están tratando de participar en eventos escolares con su propio hijo; o pueden sentir que dar su tiempo y talento debería ser suficiente. Sin embargo, si su participación también les da acceso a otros niños, entonces se les requiere el cumplimiento. Necesitamos que todos los ojos y oídos estén entrenados para ayudar a proteger a todos los niños. El voluntariado es una base sólida sobre la cual se construyen nuestras iglesias y ministerios. Sin embargo, el voluntariado es un privilegio, no un derecho, y tiene responsabilidades.
Un elemento para el cumplimiento es la capacitación en seguridad, en la que aprendemos, lamentablemente, que hay quienes desean hacer daño a los niños. La maldad existe entre nosotros. Tan amenazante como es el sujeto de esa última oración, la esperanza prevalece en las últimas dos palabras: “entre nosotros”. Podemos hacer algo al respecto. El abuso sexual infantil es un crimen que se puede prevenir.
A través del programa de Virtus, “Para Proteger a los Niños de Dios”, aprendemos cinco pasos para amparar a nuestros niños. Son pequeños pasos, pero cuando se multiplican por los cientos de miles de personas entrenadas en nuestra Arquidiócesis, y millones en todo el país, ejercen una gran influencia en el cambio de la cultura sobre el crimen del abuso infantil.
- Conozca las señales de advertencia del comportamiento inapropiado. Prestar atención a estos comportamientos e interrumpirlos en cualquier momento que sucedan puede representar una verdadera diferencia en la salud y el bienestar de los niños.
- Controle quién tiene acceso a niños y adultos vulnerables. Esto significa establecer e implementar una solicitud y un proceso de selección para empleados y voluntarios que ayuden a preservar la seguridad de los niños.
- Dé seguimiento a todos los apostolados y los programas. Establezca prácticas como la llegada sorpresiva del administrador, ventanas en las puertas, y los procedimientos para dejar y recoger a los niños. También aliente a los padres a monitorear las actividades y los programas extracurriculares de sus hijos.
- Tenga en cuenta el comportamiento infantil y juvenil. Los primeros tres pasos nos ayudan a identificar personas y situaciones inapropiadas antes de que se conviertan en un peligro para nuestros hijos. Estar conscientes es un recordatorio de que, independientemente de los esfuerzos que hacemos para eliminar a los adultos peligrosos de nuestras vidas, a veces los depredadores escapan los obstáculos que imponemos. Como resultado, debemos estar continuamente al tanto de lo que sucede con nuestros hijos, y mantener y ampliar nuestra comunicación con ellos, especialmente a medida que avanzan las herramientas y aplicaciones de tecnología y comunicación. Una forma es a través de las lecciones de Virtus para niños, “Enseñanza de los Límites de Seguridad”.
- ¡Hable! Comunique inquietudes y reporte el abuso. Si bien este es quizás el paso más difícil, tenga en cuenta que los depredadores cuentan con adultos que tienen dificultades para comunicar sus preocupaciones. Saben que la renuencia a hablar les da la oportunidad de eludir la detección cuando su comportamiento despierta sospechas. Los adultos deben estar dispuestos a hablar para interrumpir los comportamientos inapropiados que otros exhiben y para informar sospechas de abuso a las autoridades.
Después de la capacitación presencial de Virtus, los participantes crean una cuenta en línea donde continuará su capacitación con boletines mensuales, que toman alrededor de tres minutos para completar. Los boletines presentan la oportunidad de aumentar los conocimientos sobre seguridad operacional de manera oportuna y de actualidad. Están escritos por expertos en la materia y sirven como un gran recurso para quienes tienen niños y/o adultos vulnerables en sus vidas. El conocimiento que se obtiene de cada boletín fortalece la red de seguridad alrededor de los niños. Es un breve compromiso mensual que tiene efectos positivos en el comportamiento y aumenta los conocimientos sobre la seguridad.
Recientemente, combinamos las cuentas de Virtus con el Compromiso para Promover un Ambiente Seguro. Es posible que, al iniciar la sesión en su cuenta, hayan notado que se les solicitó firmar electrónicamente el Compromiso. Es un formulario requerido, como un código de conducta, que les permite a todos saber qué comportamiento es aceptable o no sobre sí mismos y los demás. Al combinarlo con la cuenta de Virtus, el cumplimiento se verifica con más facilidad y se minimizan los documentos. De nuevo, es una pequeña actualización que representa una gran diferencia sobre la responsabilidad y las mejores prácticas.
Además, todos los empleados de la Arquidiócesis, incluso si su trabajo no involucra a niños, y todos los voluntarios con acceso a niños y/o adultos vulnerables deben aprobar una verificación de antecedentes con huellas dactilares en la base arquidiocesana de datos. Estas verificaciones han demostrado ser una herramienta exitosa para mantener a los depredadores alejados de nuestros niños. Es algo muy pequeño cuando se toma en consideración el riesgo de no hacerlo.
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