En la Navidad, recuerden a los peque�ines que sufren en el mundo
Monday, December 18, 2017
*Tony Magliano
Imaginen escuchar un golpe en la puerta de su casa. Para su gran sorpresa, al abrir la puerta ven a una bebé acostada frente a ustedes. Sin vacilar, la recogen de inmediato y la llevan de la noche fría al calor de su hogar y de su corazón.
Como buenos seres humanos, decentes, seguidores de Jesús, que amaba tanto a los pobres y vulnerables, lo más probable es que no le cerrarían la puerta a esa niña indefensa. Tampoco yo.
Entonces, ¿cómo es que a menudo no abrimos nuestros corazones de par en par a los pequeños de nuestro mundo que se encuentran huérfanos, empobrecidos, fríos, hambrientos, enfermos, sin hogar, desgarrados por la guerra, y aún por nacer?
Creo que nuestros corazones a menudo no se abren totalmente porque los pequeños no están a nuestras puertas. Como dicen, “ojos que no ven, corazón que no siente”.
Pues cambiemos eso. Traigamos a los pequeños a nuestra atención.
Educarnos sobre la difícil situación de los bebés y los niños pequeños es una forma esencial para mantenerlos en mente y, por lo tanto, nos inspiran a tomar acción.
Según la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente 15,000 niños menores de cinco años mueren cada día, en gran parte debido a enfermedades que se pueden prevenir con facilidad, como neumonía, diarrea, malaria, y complicaciones del parto prematuro y asfixia al nacer. La desnutrición es un factor importante que contribuye en estas muertes (http://bit.ly/2C69tgC).
El aumento de la inversión por parte de los Estados Unidos y otros países ricos en vacunas de bajo costo, medicamentos, mosquiteros tratados con insecticida, educación sobre la lactancia, la nutrición adecuada, así como el cuidado antes, durante y después del nacimiento, evitaría la muerte de la mayor parte de los bebés en riesgo y los menores de cinco años.
Sin embargo, los EE.UU. destinan menos del 1 por ciento de su presupuesto a todas las ayudas internacionales centradas en la pobreza. Eso es una vergüenza. (www.borgenproject.org/foreign-aid)
Los mismos EE.UU. tienen una tasa de mortalidad infantil más alta que otras 27 naciones ricas. (http://wapo.st/2zaE3ai)
Por favor, comuníquense hoy con sus delegados en el Congreso (central telefónica del Capitolio: 202-224-3121) para solicitar un incremento sólido en la financiación nacional e internacional para las necesidades relacionadas con la pobreza infantil, como las ya mencionadas. Pídanles que dejen de financiar guerras y armamento para la guerra, que se utiliza en el asesinato de cientos de miles de niños cada año. (www.unicef.org/sowc96/1cinwar.htm)
El Sur de Sudán es uno de los lugares más pobres del mundo para los más pequeños. La guerra civil y la sequía han colocado a casi seis millones de personas al borde de la inanición.
Una organización católica excepcionalmente altruista es Sudan Relief Fund (Fondo de Ayuda para Sudán), que apoya dos orfanatos y opera el hospital Mother of Mercy en los remotos Montes Nuba. Es el único centro de trauma en un radio de 300 millas, donde el doctor Tom Catena, misionero católico estadounidense, y único médico y cirujano del hospital, trata sin descanso a 400 pacientes por día.
Por favor, consideren hacer una contribución generosa de Navidad a esta digna organización católica, en www.sudanreliefund.com/current-needs y www.sudanreliefund.com/sudan-landings/orphans.
Y no nos olvidemos de defender a los pequeños en su jornada por nacer, pero que lamentablemente nunca verán la luz del día debido a la brutalidad del aborto.
Más de 900,000 bebés por nacer son asesinados cada año en los EE.UU. (http://bit.ly/2BkfxoV). Aproximadamente 56 millones de bebés son abortados en todo el mundo.
Comuníquense con la conferencia católica de su estado para recibir alertas de acción legislativa, y considere hacer una donación de Navidad a su centro local de ayuda para mujeres embarazadas.
Durante la misa del Segundo Domingo de Adviento, había un bebé recién nacido en el banco frente a mí. Cuando contemplé la manera tan milagrosa en que había sido formado, me concentré en la escena de la Natividad que estaba en el santuario, y pude imaginar con claridad al Niño Jesús acostado en el pesebre. Pensé en cuán maravilloso es que el Todopoderoso eligiera venir a nosotros como un bebé inocente, tierno, vulnerable y encantador para darnos una visión inapreciable de la persona de Dios y el camino hacia la paz en la Tierra.
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