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La valoración de la prédica litúrgica u homilía ha crecido desmesuradamente. Hay feligreses que escogen la Misa dominical no por la conveniencia de horario, sino por el predicador, sea obispo, sacerdote o diácono.

Se equivocan los fieles que evalúan la Misa sólo por la calidad de la homilía. Puede suceder que el homilista carezca de elocuencia, pero reza todas las oraciones con claridad y devoción, haciendo que la Misa sea todo un éxito, un fructuoso acto de culto.

Cuando el celebrante pone los gestos prescritos y pronuncia bien los textos como aparecen en el Misal, deja que Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote resplandezca en la celebración. Nuestro Señor es el principal celebrante. Lo enseña el Concilio Vaticano II: “Se considera la liturgia como el ejercicio del sacerdocio de Cristo” (Sacrosanctum Concilium Nº 7).

El grueso de la Misa lo componen las tres grandes oraciones, a saber, Colecta, Sobre las Ofrendas y Después de la Comunión, las lecturas bíblicas, y el Ordinario de la Misa con sus plegarias eucarísticas. Ahí el Sumo Sacerdote actúa soberanamente. La Misa bien celebrada vale en virtud del rito en sí, o como decían los escolásticos, “ex opere operato”. Prevalece el factor divino.

En cambio, la homilía depende más del talento del predicador, es decir, de su mucha o poca competencia. Volviendo a la terminología escolástica, en la homilía cuenta más el “ex opere operantis”, la actuación del homilista; prevalece el factor humano.

Como prueba de que la homilía no es el paso principal de la Misa, nótese que sólo obliga los domingos y otros días de precepto (Cfr. SC Nº 52). Aunque muchos obispos y presbíteros predican en todas las Misas, eso no es obligatorio. Actualmente el Papa Francisco predica a diario en la capilla de la Residencia Santa Marta, pero San Juan Pablo II no lo hacía en las Misas que celebraba entre semana con pequeños grupos de fieles.

Ahora bien, no cabe duda de que la homilía se presenta como una gran oportunidad para fortalecer la fe de los que participan en el doble banquete de la Palabra y de la Eucaristía. Es importante aunque no sea lo más importante.

Circulan bajo el nombre de homilía alocuciones que no lo son. No se trata de una conferencia o de una catequesis o de un sermón temático. La homilía es una pieza de oratoria sagrada “sui generis”.

Lamentablemente hay homilistas que centran su prédica en anécdotas personales y en temas religiosos ajenos a la liturgia en curso.

La prédica litúrgica debe basarse en los textos litúrgicos para que no resulte un cuerpo extraño a la celebración. La exposición se basa habitualmente en las lecturas del leccionario. El predicador debe conocer bien los textos y su contexto para explicar su significado primario, descendiendo luego a la relevancia del mensaje en el aquí y ahora de la Iglesia. La actualización del mensaje no se convierta en un asfixiante moralismo; se suscita más la conversión mostrando lo que Dios hace por nosotros que insistiendo en lo que debemos hacer por Dios.

También son predicables otras partes de la Misa. Hay riqueza de mensajes en las tres oraciones de la Misa y en los prefacios. Particularmente iluminantes son los prefacios que se rezan una vez en el año, los de las solemnidades. Suelen resumir muy bien el misterio que se celebra. Vienen a la mente prefacios como de la Santísima Trinidad, del Corpus et Sanguis Christi y del Sagrado Corazón. También hay prefacios marianos muy logrados para las Solemnidades de la Madre de Dios, de la Inmaculada Concepción y de la gloriosa Asunción.

El pueblo tiene hambre de la Palabra de Dios y de la sana doctrina. Debe aprovecharse la homilía para alimentar el corazón y la mente de la feligresía. Ayuda también resaltar el heroísmo de los santos con ocasión de sus fiestas o memorias.

Cuídense los celebrantes de “lucirse” en la homilía al hablar durante más de media hora para luego despachar la Plegaria Eucarística II en menos de cinco minutos. Esa es una aberración bastante común.

Otra anomalía consiste en dedicar la homilía de las exequias a exaltar la vida y milagros del difunto. Aunque está mandado que no debe hacerse panegírico del fallecido, a muchos celebrantes les cuesta centrarse en los textos bíblicos que exponen la consoladora doctrina escatológica del Cristianismo.

El Señor conceda a la Iglesia predicadores que actúen como instrumentos dóciles suyos. Amén.

Comments from readers

Michael Kramer - 08/02/2017 08:41 PM
Brother, one compliment and one constructive criticism: I'm a little uncomfortable with the idea that doctrine or morals unrelated cant be taught at this point in the Mass. Adult catechesis doesn't reach near the numbers in the pews, nor do children emerging from religious education programs claim to have an understanding of things generally (regrettably) not covered much in class. There is much of our faith that my wife now is only now discovering at 27 rather than ever hearing it in a homily or from her religious instruction. Its lamentable but its reality. Priests need to instruct. I of course sympathize with the idea that they should indeed preach about the readings. But perhaps there is room for a catechesis as well. I've heard great sermon series on angels, the four last things, etc. It would perhaps be advantageous to preach on the readings and then spend no more than 3-5 min on a topic of doctrine/morals. One other point. Thank you very much for your comments on a lengthy sermon and then blowing through Eucharistic Prayer II. I starve for Eucharistic Prayer I. I find myself reading it even when II is used. When I hear it, the history of the church and of the liturgy just booms in the building we are gathered in. The text is ancient and I look forward to the day we rediscover it widely. But until that day, it would be nice to not default to II and to rush through it all the time because the sermon was 25 minutes. (And there is probably 5 minutes of announcements waiting). Thank you for pointing this out!
Mons Estevez - 08/02/2017 06:23 PM
Tan buenas orientaciones. El Papa Francisco da unas orientaciones muy valiosas en Evangeli Gaudeum.
P. Joaqu�n Rodr�guez - 08/01/2017 10:49 AM
Muy Bueno y completo el art�culo del padre Barrios sobre la homil�a en la celebraci�n eucarist�ca; s�lo discrepo en lo de la oportunidad de la misma en la Misa diaria; el papa Francisco lo est� haciendo y yo he celebrado as� desde el d�a de mi ordenaci�n: en todas las misas, aunque sea s�lo tres minutos. La Liturgia de la Palabra (seg�n la tradici�n constante de la Iglesia en sus mejores momentos y seg�n el Vaticano II no se agota en la lectura de las Lecturas de la misma y s� se completa (no solo se complementa) con la explicitaci�n de los textos b�blicos que la componen.
James - 07/31/2017 06:31 PM
Dear Fr. Eduardo Barrios, and fellow faithful, I submit for your perusal that I am total agreement. Please keep focused on Jesus words. The Homily is sacred and should be kept that way. So, I will keep this short and to the point also. Amen.
Barbara Romani - 07/31/2017 02:38 PM
Thank you for this article . I would also like to state how much I enjoy your homilies . They are always food for the soul. Blessings,

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