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La respuesta del arzobispo de Baltimore resonó dura y cortante en el frío despacho del palacio episcopal. La reciente fundación de las Hermanas Oblatas de la Divina Providencia se había convertido para él en un punto de contrariedad en su gestión al frente de la arquidiócesis primada. ¿Por qué y para qué una congregación de religiosas negras, con la finalidad de educar a niños negros?” Su único comentario a la obra que comenzara la Madre María Isabel Lange había sido: “¿Cui bono?” (“¿Quién se beneficia con eso?”). De ninguna manera consideraba importante, conveniente ni necesaria la educación de los niños afroamericanos en el rebaño que la Iglesia había encomendado a su cuidado.

Madre María Isabel Lange, fundadora de las Hermanas Oblatas de la Divina Providencia.

Fotógrafo:

Madre María Isabel Lange, fundadora de las Hermanas Oblatas de la Divina Providencia.

Nacida en el seno de una familia acomodada, Elizabeth Clarissa Lange se ve obligada a emigrar a Santiago de Cuba a causa de la violencia desatada en la isla de Santo Domingo hacia el 1800. En la mayor de las Antillas aprende el español, que llega a dominar con total fluidez, como el francés, su lengua materna. En los primeros meses de 1812 un segundo exilio la lleva a Baltimore, donde había una importante comunidad de católicos de habla francesa y muchos refugiados procedentes de Santo Domingo.

Elizabeth Lange había recibido una excelente educación y una buena posición económica heredada de sus padres. Una mujer profundamente católica, se conmovió ante la necesidad de tantos niños y niñas de su propia raza a los que se les negaba el derecho a la educación, comienza a enseñar a niñas de la raza negra usando como escuela su propia casa. Lo hace en un estado esclavista, décadas antes de que se proclamara la emancipación de los esclavos.

Con otras amigas abre una escuelita que ofrece educación gratuita durante 10 años, y también enseñaban catecismo a los niños pobres en la capilla del seminario de los padres sulpicianos. La Providencia puso en el camino de Elizabeth al Padre James Joubert, que impresionado por la abnegación de este pequeño y atrevido grupo de maestras, les propone organizarse en una comunidad religiosa para la educación de la gente de color.

Para Elizabeth la invitación del P. Joubert era la gran respuesta que estaba esperando de Dios, a quien deseaba consagrarse totalmente, sin saber cómo hacerlo.

Redactadas y aprobadas las reglas por el Arzobispo James Whitfield, las Hermanas Oblatas de la Divina Providencia fueron fundadas oficialmente el 2 de julio de 1829 como la primera congregación de religiosas negras en toda la historia de la Iglesia. En una casa alquilada, las cuatro primeras oblatas profesaron pobreza, castidad y obediencia en un gesto que implicaba una tremenda dosis de coraje, valor y esperanza.

Elizabeth Lange toma el nombre de Madre María y es elegida la primera superiora. Enseguida empieza a sufrir el ataque de los católicos blancos a los que indigna verlas con el hábito religioso. Las Oblatas reciben insultos, golpes y amenazas, pero ellas no solo no cesaron su labor educativa, sino que fundaron un hogar para acoger a huérfanos, cuidaban de los enfermos, y sirvieron abnegadamente durante la terrible epidemia de cólera que azotó la ciudad en 1832.

Aunque las hermanas arriesgaron sus vidas para atender a los apestados, fueron las únicas que las autoridades locales dejaron fuera de los reconocimientos oficiales al terminar la epidemia.

La muerte del P. Joubert fue un duro golpe para la naciente congregación; una gran crisis que las dejó sin confesor ni director espiritual. Escasearon las vocaciones y faltaron las aportaciones económicas, pero la obra perseveró a pesar del abandono que las pequeña comunidad tuvo que sufrir junto con días de frío, hambre, trabajo intenso y una sensación de fracaso de una comunidad de religiosas negras que el Arzobispo Samuel Eccleston (sucesor de Whitfield) consideraba un asunto terminado: “que busquen trabajo como empleadas domésticas”.

El Señor envió ayuda a la Madre Lange en la persona del Redentorista P. Thaddeus Anwander, quién con dificultad, pero con tesón, obtuvo el permiso del arzobispo para poder servir a las Oblatas, cuya confianza en la Providencia nunca había flaqueado, a pesar de tan duras pruebas y tropiezos. Se reclutaron más alumnos, creció la comunidad, aumentaron las vocaciones y los padres jesuitas continuaron la asistencia espiritual de las hermanas.

Para poder mantener las escuelas obtenían un poco de dinero cosiendo vestiduras litúrgicas y lavando ropa y aunque el trabajo doméstico no era su misión, la Madre Lange toleró enviar a un grupo de hermanas para atender labores de servicio en el Seminario de St. Mary -- una dura decisión que ella aceptó como una misión de colaboración para la que puso claras condiciones: “Como personas de color y religiosas al mismo tiempo, nosotras deseamos conciliar estas dos cualidades…no por aparentar arrogancia…ni por perder el respeto que se le debe al estado que hemos elegido y al hábito sagrado que tenemos el honor de llevar”.

La Madre María Lange estaba convencida de que el fundamento del respeto a los demás nace del respetarse a sí mismo; 30 años antes de que en los Estados Unidos se proclamara la eliminación de la esclavitud, ella exige para sus hermanas el respeto debido al color de su piel y al hábito que llevan como mujeres consagradas a Dios y al servicio de los pobres. Las hermanas no serán simples sirvientas de los seminaristas y sacerdotes blancos, sino que harán una importante contribución al servicio del seminario, porque ninguna tarea es pequeña, ni denigrante, si se hace por amor a Dios.

De la oración, la paciencia y la confianza de la Madre Lange nacieron escuelas en Maryland, Nueva Orleans, Filadelfia y San Luis. Convencida de que la oración puede cambiar el orden de las cosas, su vida es un testimonio de todo lo que, confiados plenamente en la Divina Providencia, es posible llegar a hacer en medio de las más adversas situaciones.

Dios le dio una larga vida a la Madre Lange, que falleció en la Casa Madre de las Oblatas el 3 de febrero de 1882 a la edad de 98 años. A su muerte las Hermanas Oblatas de la Providencia han fundado casas en 18 Estados de la Unión y se han extendido a Costa Rica, Cuba y la República Dominicana.

El 1991, con la aprobación de la Congregación para la Causa de los Santos, el Cardenal William Keeler, arzobispo de Baltimore, comenzó oficialmente los trabajos para el proceso de canonización de la Madre María Lange, fundadora de la primera congregación de religiosas negras para el servicio de la comunidad negra, en los Estados Unidos y en toda la historia de la Iglesia.

Nota editorial: Las Oblatas de la Divina Providencia actualmente trabajan en la parroquia de St. Patrick, Miami Beach.

Comments from readers

Alin Lacroix - 02/28/2016 01:33 AM
I thank you so much for this article. Mother Lange and many former slaves that left Saint Domingue(the French colony of Hispaniola which is now Haiti) with their masters, have established strong and fervent catholic communities around the United States. Mother Lange along with Pierre Toussaint are two migrants that have marked the new world as blacks and Catholics. they devoted themselves to help educating and supporting blacks in Maryland and New York. Pierre Toussaint who was a rich slave (paradox: how can a slave be rich; he made a fortune as a hair dresser. Money that he gave to the construction of Saint Patrick's Cathedral)supported financially Mother Lange's ministry in Baltimore. Both were spiritually rich, defying the concept of the Imago Dei of that time but proving that God's message of salvation is universal and transcend the barriers of slavery and discrimination. Mother Lange founded the Oblate sisters, the first black congregation of the US. Pierre Toussaint was one of the most amazing philanthropist of the Archdiocese of New York. Pierre Toussaint lived by the Eucharist that he received daily. He was restored in his humanity by the power of the Eucharist. I cannot separate Mother Lange from Pierre Toussaint. Coming from a reality of oppression, discrimination and slavery ... restored to new life; participating , proclaiming the universal message of Gospel to the black communities, serving as testimony to all blacks and whites alike that salvation is universal; Jesus died for all regardless of any shape, color, race, ethnicity, rich, poor, etc...
BELINDA MURRAY CASTANEDA - 02/27/2016 12:56 PM
Rogelio, thanks again for another excellent article and for introducing me to Mother Mary Lange. As a Caribbean (Cuban) exile, I truly appreciate her contributions, not only to the black community, but also to this country. A great example, once again, of the Church stepping in to do what no one else would dare. In this case, very significant - woman, black, immigrant, meeting with resistance from her own superiors, yet answering God's call for mercy in the midst of injustice. A great example to follow
Betty A. Twyman - 02/25/2016 08:19 PM
I was told by my relatives that my mother and her two sisters black women, were boarded at the Baltimore House. Their mother a single woman had to work to support them. Thank u for the article I want to explore it further. I am 76 years old so they would have been there during these difficult times for the Order.
Rev. Joaquin Rodriguez - 02/24/2016 09:38 PM
Yo soy testigo de las Oblatas de la Divina Providencia en la ciudad de C�rdenas, provincia de Matanzas, Cuba. Ten�an una escuela para ni�as que llegaba hasta noveno grado; con la �nica verdadera banda de m�sica de todas las escuelas de la Ciudad, con todos los instrumentos de viento. Ense�aban el mejor Ingl�s de la Ciudad y fomentaron y obtuvieron vocaciones para su Congregaci�n. Eran muy respetadas y promovieron un nivel cultural superior entre las familias negras y mestizas que tocaban con su obra educadora y espiritual. Su colegio y convento se encontraba en una casa grande de dos plantas, al lado y gemela de la de la familia Echeverr�a, frente al parque Estrada Palma, al costado del Ayuntamiento, en la calle Jenez (AVE. 4ta.) y paralela a Laborde, donde yo viv�a. Gracias por la historia.
MANUEL PELAEZ,MA - 02/23/2016 11:50 AM
ROGELIO, WHAT A GREAT ARTICLE. The gifts of God starts little and with his blessing become bigger and bigger. PEACE MANUEL PELAEZ,MA SAINT JHONN XXIII PARISH
Maria Isabel de Le�n - 02/22/2016 02:22 PM
As a parishioner from St. Patrick Church in Miami Beach, I thank God for the presence of a group of wonderful and dedicated Oblate Sisters of Providence in our parish. They have served our community since 1996. Their hard work and unassuming demeanor have earned them the love and respect of young and old. They are true role models deserving of our appreciation, praise and admiration for their hard work and for sharing with us the faith they obviously treasure. May the Lord continue to bless them!
Ana Rodriguez-Soto - 02/22/2016 02:12 PM
Matt, Thanks for the correction. It has been made.
Matt Schiller - 02/22/2016 02:01 PM
Please make a Correction: The Oblate Sisters of Providence were founded on July 2, 1829 not 1892. Thanks.

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