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Por Tom Tracy
Ver las actividades televisadas de la Jornada Mundial de la Juventud 2013 en Río — y básicamente, el primer viaje del Papa Francisco como pontífice a su continente de origen —  fue similar a observar una buena edición de las Olimpiadas.

Hubo momentos emocionantes, problemas con el tiempo, desafíos de logística, toneladas de emociones, y muchísimas sorpresas en todo momento, comenzando con la llegada del Papa a Brasil y su entrada accidental a una congestión del tránsito, acompañada por una oleada impresionante de admiradores que de pronto rodeó al automóvil papal en el centro de Río.

Afortunadamente, todo terminó muy bien y nunca vimos algo tan desorganizado durante el resto de la visita papal.

De hecho, la palabra “sorpresa†había sido utilizada por los comentaristas antes de esta edición brasileña de la Jornada Mundial de la Juventud, y el Papa Francisco — quien ya mantiene al mundo atento por sus contactos sin límites con el público en el Vaticano — no decepcionó.

Parecía que el Papa estaba determinado a viajar por Río con la libertad que se esperaría de cualquier dignatario de menor importancia al visitar una barriada; un hospital de rehabilitación para adictos; líderes políticos, de la ciudad y de la Iglesia; y, definitivamente, entre las multitudes en los acontecimientos de la JMJ.

A lo largo de la ruta papal, los brasileños se movían hacia el frente para que el Papa besara a sus bebés – y en momento casual, hasta le dieron una taza de mate suramericano, de la que el Papa pareció tomar un sorbo.

Las destrezas considerables del nuevo Papa, su sonrisa, concentración, atención, energía y espontaneidad en Río, le han merecido comparaciones con el beato Juan Pablo II, especialmente por las numerosas situaciones menores y reuniones en Brasil que fueron televisadas.

La comparación con el Papa polaco termina en los escenarios principales durante los eventos más importantes de la JMJ en Río, pues el Papa Francisco parecía no dar mucha importancia al enorme público en la playa de Copacabana, no lo “agitaba†al interaccionar con las multitudes haciendo pequeños gestos victoriosos de vez en cuando. Quizás fue algo deliberado y no quiso transmitir la legendaria presencia famosa e intensa asociada con Juan Pablo II.

El nuevo Papa se inclinó hacia el estilo más serio y menos llamativo como el que presenciamos este año en la Plaza de San Pedro cuando fue elegido — aunque día tras día en Brasil, el Papa Francisco irradiaba la alegría asociada con los eventos de la JMJ y los viajes papales. Por televisión fue muy fácil apreciar cómo disfrutaba.

Sobre los brasileños y su organización y producción general de la JMJ 2013, en ningún otro lugar se ha comparado con tanta frecuencia con las Olimpiadas, como cuando se observaba la programación mayormente nocturna e iluminada, algo que estableció un nuevo estándar en creatividad y belleza.

Una vez terminaron los días lluviosos — y el viernes al concluir la producción de los vía crucis en muchas tarimas — era obvio que los brasileños elevaron las expectativas y ofrecieron una producción de primera en exteriores con música religiosa, teatro, y programación audiovisual presentada con buen gusto y sin problemas — algo que no fue fácil de lograr en una visita papal marcada por el tiempo lluvioso y frío, y un dramático cambio de escena para los programas del fin de semana.

¿Y quién sabía que Latinoamérica tiene tantos sacerdotes cantantes? Los que vieron en línea un pequeño concierto en la playa de Copacabana al concluir la misa dominical de clausura, disfrutaron una secuencia de clérigos con gran talento musical y estilo contemporáneo.

En resumen, fue un acontecimiento detrás de otro, y los coros, solistas, actores y presentadores crearon una conga latina alrededor de una visita papal que será recordada por mucho tiempo.

Tom Tracy asistió y cubrió cuatro Jornadas Mundiales de la Juventud, desde Denver en 1993 hasta Madrid 2011. Es un escritor y fotógrafo independiente establecido en Palm Beach.

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