La fe en Cuba
Monday, June 18, 2012
*Sr. Ondina Cortes
“La fe en Cuba”. Así se llama el curso que diseñé en la Universidad Santo Tomás. Como parte del curso, hemos ido a Cuba a peregrinar a lo largo de la isla, haciendo encuentros con jóvenes misioneros y universitarios en la Habana, Santa Clara y Camagüey, hasta llegar a Santiago.
En la Habana visitamos el Rincón de San Lázaro y leprosorio, lo cual nos permitió ver la obra caritativa de la Iglesia y la religiosidad popular. En Santiago visitamos nuestra comunidad de Misioneras Claretianas y pudimos llegar hasta El Cobre para honrar a la Virgen de la Caridad, sin la cual es difícil entender no sólo la fe en Cuba, sino lo que significa ser cubano. Este año se celebra en Cuba el 400 aniversario del hallazgo de esta imagen en la Bahía de Nipe.
Fueron unos días maravillosos de encuentro fraterno con tantas personas que nos hicieron fácil el camino y dieron testimonio de lo que supone vivir la fe en Cuba, mantenerse firmes a pesar de las dificultades, quedarse allí por amor a la Iglesia.
Para los jóvenes de allá fue una oportunidad de intercambio, alegría de saber que otros jóvenes fuera de la isla ahora les apoyan y les quieren. Nuestro grupo de alumnos estuvo compuesto de dos mexicanas, tres haitianas, un dominicano, dos hijas de cubanos y una hondureña-dominicana.
Este viaje fue muy significativo porque hace 50 años los Padres Agustinos fundaron en Miami la Universidad Santo Tomás. La escuela tiene sus raíces en la Habana, ya que cuando la Universidad Santo Tomás de Villanueva fue intervenida en la Habana, los Padres Agustinos vinieron a Miami, donde el Arzobispo Coleman Carroll les pidió iniciar una universidad. Con este viaje, en el que el Presidente de la universidad, Mons. Franklyn Casale nos acompañó los dos primeros días, alumnos y profesores de Santo Tomás volvieron a entrar a los patios internos de aquel recinto universitario que hoy en día es una escuela vocacional. Fue un momento muy emocionante y pudimos rezar vísperas delante de lo que fue la capilla y que hoy está casi destruida.
Esperamos poder seguir ofreciendo este curso una vez al año y llevando a los estudiantes a Cuba como medio de ayudar a lo que nos pedía Juan Pablo II: “Que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba”. Creo que estos encuentros de fe y fraternidad construyen puentes que nos ayudan a comprendernos mejor y crecer en comunión.
En la Habana visitamos el Rincón de San Lázaro y leprosorio, lo cual nos permitió ver la obra caritativa de la Iglesia y la religiosidad popular. En Santiago visitamos nuestra comunidad de Misioneras Claretianas y pudimos llegar hasta El Cobre para honrar a la Virgen de la Caridad, sin la cual es difícil entender no sólo la fe en Cuba, sino lo que significa ser cubano. Este año se celebra en Cuba el 400 aniversario del hallazgo de esta imagen en la Bahía de Nipe.
Fueron unos días maravillosos de encuentro fraterno con tantas personas que nos hicieron fácil el camino y dieron testimonio de lo que supone vivir la fe en Cuba, mantenerse firmes a pesar de las dificultades, quedarse allí por amor a la Iglesia.
Para los jóvenes de allá fue una oportunidad de intercambio, alegría de saber que otros jóvenes fuera de la isla ahora les apoyan y les quieren. Nuestro grupo de alumnos estuvo compuesto de dos mexicanas, tres haitianas, un dominicano, dos hijas de cubanos y una hondureña-dominicana.
Este viaje fue muy significativo porque hace 50 años los Padres Agustinos fundaron en Miami la Universidad Santo Tomás. La escuela tiene sus raíces en la Habana, ya que cuando la Universidad Santo Tomás de Villanueva fue intervenida en la Habana, los Padres Agustinos vinieron a Miami, donde el Arzobispo Coleman Carroll les pidió iniciar una universidad. Con este viaje, en el que el Presidente de la universidad, Mons. Franklyn Casale nos acompañó los dos primeros días, alumnos y profesores de Santo Tomás volvieron a entrar a los patios internos de aquel recinto universitario que hoy en día es una escuela vocacional. Fue un momento muy emocionante y pudimos rezar vísperas delante de lo que fue la capilla y que hoy está casi destruida.
Esperamos poder seguir ofreciendo este curso una vez al año y llevando a los estudiantes a Cuba como medio de ayudar a lo que nos pedía Juan Pablo II: “Que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba”. Creo que estos encuentros de fe y fraternidad construyen puentes que nos ayudan a comprendernos mejor y crecer en comunión.