By Cristina Cabrera Jarro -
MIAMI | Sor Olga Gómez, nacida en Cuba y religiosa de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, saludaba con frecuencia a los visitantes del Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad, en Miami —conocido como “La Ermita”—, con una sonrisa llena de amabilidad y un poco de picardía. Creía tanto en expresar la alegría del Señor que, además de recordarles verbalmente a los demás que Dios los ama, tenía grabado en su buzón de voz el mensaje: “Sonríe, Dios te ama”.
Sor Gómez enfermó repentinamente durante un retiro en La Habana, Cuba. Antes de morir, su familia en Miami se despidió de ella a través de FaceTime, y el P. Matthew Gómez, su sobrino nieto, la bendijo desde la distancia. Falleció el 8 de noviembre de 2024, a los 77 años de edad.
El P. Gómez cree que, en su corazón, la religiosa deseaba morir en Cuba.
“Su vocación nació en Cuba; sirvió toda su vida en Cuba. Y aunque vivía aquí en Miami con su congregación y su familia, su corazón estaba en Cuba”, afirmó.
Entre las muchas cosas que recordará de su tía, su alegría es una que conservará con cariño.
“En mi ordenación, pedí la gracia de ser alegre, como ella, y de ser un sacerdote feliz”, dijo el P. Gómez, decano del programa propedéutico en el Seminario de St. John Vianney, en Miami.
Sor Olga Gómez nació el 1º de octubre de 1947, hija de José Ramón Gómez y Olga Jañez, en Alquízar, un pueblo en las afueras de La Habana.
Tuvo un hermano, José Ramón “Mongui” Gómez, quien se casó con la mejor amiga de la infancia de la Hna. Gómez. La pareja tuvo tres hijos varones: José, Fernando y Manny.
Fernando Gómez, padre del sacerdote, recordó cuando la familia se despidió de su tía Olga el 3 de octubre de 1977, al ella entrar como postulante con las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, en Cuba.
“Mis hermanos y yo éramos niños; yo tenía siete u ocho años. Era la primera vez que ella salía de casa para vivir en otro lugar, y la llevamos al convento”, relató.
El 8 de junio de 1978 entró en la etapa de formación religiosa. “Todos los años celebrábamos ese día”, contó Gómez, al describir la vocación de su tía como llena de alegría.
Sor Gómez profesó sus primeros votos en septiembre de 1983 en la Catedral de la Inmaculada Concepción, en La Habana.
Dedicó gran parte de su vida al servicio de los pobres y los enfermos, y trabajó en hospitales como el de Paula, el Centro Médico Psicopedagógico La Edad de Oro, y en un hospital del Santuario Rincón de San Lázaro, donde también cuidó de su madre. También sirvió en las comunidades cubanas de Bejucal, Madruga y Baracoa.
“Se hizo religiosa para servir en Cuba. Se hizo hermana para estar en la isla con su gente”, indicó Gómez.
En mayo de 2011, la Hna. Gómez se marchó de Cuba “con gran pesar” cuando la trasladaron a Miami. Pero cada año regresaba a Cuba para su retiro anual.
En 2016, fue enviada a Puerto Rico para servir. Dos años más tarde, regresó a Miami y trabajó en La Ermita, donde recibía a los visitantes, muchos de los cuales eran inmigrantes cubanos.
“Ese apostolado de acogida en La Ermita le llegó como una bendición. Le encantaba pasear por la propiedad y sentarse en El Malecón para hablar con la gente”, contó Gómez.
Cree que la religiosa transmitió su amor por Jesucristo a todos los que la conocieron, y se convirtió en la “sabia y divertida tía cubana” de aquellas personas con las que hablaba. Podía hacer reír a la gente, pero también podía ser muy dura y fuerte de carácter cuando era necesario. Y al igual que su hermano José, enseñó, no sólo a su familia, sino a todos los que conoció, que una hora a la semana para el Señor no es suficiente para una vida sana y espiritual.
“Siempre hay que buscar algo más. Si no tienes otra cosa que hacer, ve a la Misa, y cuando termines la Misa, ve a la Hora Santa. Pero no dejes pasar una semana en la que lo único que hiciste fue ir a la Misa el domingo”, dijo Gómez.
Sor Gómez siempre compartía mensajes positivos con sus familiares, recordándoles que debían ser felices y confiar al Señor sus alegrías y sus desafíos. Cuando no podían visitarla, procuraban llamarla al menos una vez a la semana.
“Yo la llamaba mi directora espiritual, y ella me llamaba el suyo”, comentó Gómez.
La familia Gómez agradece la efusión de amor y aprecio por la religiosa, o “Sor Ti”, como la llamaban muchos. Un apodo que le puso el P. Gómez cuando era niño, es la abreviatura de “tía” en español. Años más tarde, continuó como “Sor Ti”.
Con el permiso de la familia, la religiosa fue enterrada el 9 de noviembre de 2024 en un mausoleo de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl en el Cementerio Cristóbal Colón, el principal de La Habana.
Se celebrará una Misa en honor a Sor Olga Gómez, el lunes 18 de noviembre de 2024, en La Ermita de la Caridad, ubicado en 3609 S Miami Ave, Miami.
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