By Jim Davis - Florida Catholic
Photography: JIM DAVIS | FC
MIAMI | Una misteriosa estatuilla flotante —o mejor dicho, la Señora que representa— ha atravesado cuatro siglos y miles de kilómetros para unir a los cubanos en patriotismo, identidad de pueblo, fe cristiana y devoción mariana.
Nuestra Señora de la Caridad, cuya fiesta se celebra el 8 de septiembre, es honrada en el Vaticano, en Washington, D.C., y en su santuario original en El Cobre, Cuba; y, para los católicos del sur de la Florida, en el Santuario Nacional al sur del centro de Miami.
Su historia comenzó en la Bahía de Nipe, cerca de Santiago de Cuba. En 1612, tres jóvenes —dos indígenas y un esclavo negro— salieron a recoger sal para conservar la carne en un matadero.
Cuando regresaban a la costa, se desató una tormenta que amenazaba con destruir su embarcación. Entonces el mar se calmó milagrosamente y los tres vieron un objeto blanco en el agua.
Resultó ser una estatuilla, de unas 16 pulgadas (25 centímetros) de altura, de una mujer coronada y vestida de blanco, acunando a un niño. La tabla llevaba una inscripción: "Soy la Virgen de la Caridad". Y a pesar del torrente, la estatuilla estaba seca.
Los jóvenes —que desde entonces han sido llamados Los Tres Juanes— llevaron la imagen a la orilla, convencidos de que María los había rescatado. Se construyó una capilla para ella, y la devoción creció, incluyendo la de los obispos de toda Cuba. En 1916, el Papa Benedicto XV la declaró patrona de Cuba.
La revolución de Fidel Castro en 1959 asestó un duro golpe para la libertad religiosa en Cuba. El gobierno confiscó las iglesias, expulsó a 130 sacerdotes y a un obispo, y restringió la actividad eclesiástica. Cientos de miles de personas huyeron, llevando su amor a María dondequiera que aterrizaron.
La Iglesia ayudó a su devoción al sacar de Cuba una réplica de la Virgen de la Caridad a través de la embajada panameña, y luego a Miami. Treinta mil exiliados cubanos se reunieron para celebrarlo en 1961.
Año tras año, las imágenes de la Virgen de la Caridad —tanto en Cuba como en Miami— han ido ganando protagonismo como puntos de enfoque sociales y espirituales.
La estatuilla original fue coronada en 1936 durante el Congreso Eucarístico de Santiago de Cuba. En 1977, el Papa Pablo VI nombró basílica al santuario de El Cobre.
Dos décadas más tarde, el Papa Juan Pablo II continuó con la coronación de la imagen como reina y patrona de Cuba. Ya la había visto en 1987 en su capilla privada durante su visita a Miami.
El Papa Benedicto XVI realizó una visita a El Cobre en 2012, un evento compartido a través de una transmisión simultánea en el santuario de Miami. Finalmente, una réplica de la estatuilla fue colocada en los Jardines del Vaticano en 2014, y el Papa Francisco celebró la primera Misa papal de la historia en la basílica de El Cobre al año siguiente.
La Virgen de la Caridad es honrada también en el Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción en Washington, D.C. Está representada en una iglesia de North Padre Island, Texas. Incluso Ernest Hemingway la mencionó en su novela El viejo y el mar.
"Los británicos tienen su reina, los cubanos tienen a La Caridad", expresó el Obispo Felipe Estévez, él mismo exiliado cubano, que recientemente se retiró como obispo de St. Augustine.
En 1966, el entonces Obispo Coleman F. Carroll pidió a la comunidad cubana que construyera un santuario para la Virgen, para lo cual donó un terreno en la Bahía de Biscayne. La campaña de recaudación de fondos recayó en el Padre Agustín Román, uno de los sacerdotes expulsados por Castro.
La piedra angular se colocó en 1967, y el nuevo edificio se dedicó en diciembre de 1973. El Padre Román fue ordenado obispo auxiliar en 1979, el primer cubano en ser obispo en los Estados Unidos.
El Obispo Román siguió celebrando Misa en el santuario después de su jubilación en 2003. Falleció en 2012, pero su estatua en metal de tamaño natural permanece vigilando el recinto.
En el año 2000, los obispos de Estados Unidos nombraron a este lugar de Miami como santuario nacional. Los devotos locales lo conocen como La Ermita.
Con 90 pies (27.4 metros) de altura y 80 pies (24.4 metros) de ancho, el edificio adopta una forma cónica, que emula el manto extendido de la propia estatuilla. Seis columnas representan las seis provincias tradicionales de Cuba. Debajo del altar hay una mezcla de tierra, piedra y arena de toda la isla, fundida con agua extraída de una balsa de refugiados.
Detrás del altar, el mural principal, pintado por Teok Carrasco, de Nipe, llega casi hasta la cúspide. La réplica de la estatuilla y una gran representación pintada de María aparecen rodeadas por figuras históricas cubanas.
Casi 50 años después de su dedicación, La Ermita permanece como un lugar de oración, peregrinación e incluso de encuentro social. El santuario recibe visitantes todos los días para la Misa, la confesión y la catequesis. Durante los fines de semana, muchas personas realizan pequeñas peregrinaciones hasta allí.
Familias, parejas jóvenes y ancianos asisten a la Misa, y a menudo permanecen un rato después. Algunos se toman fotos delante del mural, pasean por el recinto, o comen algo en el Kiosko Los Tres Juanes.
Algunos visitantes compran en la tienda del santuario estatuillas de Cachita, como a veces la apodan, en una gran variedad de tamaños y colores. Otros colocan girasoles —el amarillo está asociado a ella desde hace mucho tiempo— ante una réplica en piedra de la estatuilla que se encuentra en el exterior.
"Cachita nos ha apoyado a todos, sin importar nuestras diferencias", señaló Emilio Cueto, autor de un libro sobre su influencia cultural. "Ella nos une. Ella es Cuba".