By Archbishop Thomas Wenski - The Archdiocese of Miami

Miami� (26 de junio, 2015)La decisión de la Corte Suprema de redefinir el matrimonio como una simple unión afectiva entre dos personas de cualquier sexo, es decepcionante si no inesperada. Como la minoría de los magistrados lo dijeron en su disentimiento, "la decisión de la mayoría es un acto de voluntad, no una sentencia legal". Esto es simplemente una decisión incorrecta, equivocada.

Por supuesto, esta no es la primera vez que el Tribunal Supremo se equivoca.En el siglo XIX, en la decisión del caso de Dred Scott, la Corte decidió que un hombre negro no tenía derechos que una persona blanca tuviera que respetar. En el siglo XX, la Corte decidió en el caso de Roe contra Wade, que un bebé podía ser asesinado en el vientre de su madre en cualquier momento antes de su nacimiento. Y ahora, en el Siglo XXI, la Corte Suprema hace otra decisión equivocada.

Las malas decisiones conducen a malas consecuencias y no "arreglan" nada. El caso de Dred Scott ocasionó inevitablemente una sangrienta guerra civil, que costó más vidas que cualquier otra guerra de nuestra historia, y el racismo que inspiró la decisión en el caso de Dred Scott, continúa siendo un cáncer en el alma de América.

El caso de Roe contra Wade ha ocasionado más de 50 millones de abortos. Sin embargo, el aborto sigue perturbando la conciencia de América y una creciente mayoría de estadounidenses rechaza la idea del "aborto libre".

Esta decisión de redefinir el matrimonio, también traerá malas consecuencias. La pérdida del entendimiento del matrimonio en nuestra cultura, como una unión conyugal entre un hombre y una mujer, en un compromiso permanente y exclusivo, favorable para acoger y criar a los hijos nacidos de tal unión, reduce a la familia a ser la unidad básica de la sociedad y pone en peligro la prosperidad humana de las futuras generaciones. Permitir que, "un acto de la voluntad" sustituya a un "juicio legal", es una receta para la tiranía.

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