No fue un desayuno de panqueques cualquiera

Monday, January 13, 2025

*Dolores Hanley McDiarmid

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San Jerónimo nos dice: "La ignorancia de la Escritura es ignorancia de Cristo". Si no estamos familiarizados con la Palabra, ¿cómo podemos reconocer a Jesús o escucharle cuando nos habla?

Leer la Biblia y aprender las Escrituras es un aspecto importante de la vida como cristiano católico. Las Escrituras contienen historias, una de las mejores maneras de enseñar a niños y adultos. Son útiles y nos ayudan a navegar nuestra vida cotidiana.

La siguiente es una historia real y un ejemplo del papel que las Escrituras pueden desempeñar en nuestras vidas cuando se graban en nuestros corazones.

Greta es una católica devota que creía que su camino espiritual con Dios era sólido, y sentía una gran paz y cercanía a Él. Pero un día empezó a pensar en sus imperfecciones y se encontró cara a cara con su pecado. Se sintió alejada del Dios que tanto amaba.

Decepcionada consigo misma por no poder superar estos comportamientos indeseados, pensó en lo que nos dice Mateo 26:41: "El espíritu está dispuesto, pero la carne es débil". Este es el versículo de las Escrituras que impulsó a Greta a seguir adelante y asumir su responsabilidad como anfitriona en el desayuno anual de panqueques.

Aunque se sentía desanimada, fue al desayuno de panqueques de la iglesia para ser la amable anfitriona, y no se sintió desalentada por los pensamientos negativos. Recibir a los feligreses brinda la oportunidad a conversaciones inesperadas y experiencias edificantes.

Greta estaba fuera del salón parroquial para recibir a los feligreses y visitantes del desayuno anual de panqueques, cuando vio a un desconocido, mal vestido. Llevaba una mochila y parecía un indigente. Greta le habló del desayuno de panqueques, y él respondió que tenía hambre y que le encantaría comer algo, pero no tenía dinero.

Greta no sólo vio a Jesús en este hombre mal vestido que pasaba por allí, sino que también le vino a la mente el siguiente versículo de las Escrituras en Mateo 25:40: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo".

Sin dudarlo, Greta le dijo: "Ven, yo pagaré por ti". Él la siguió hasta el salón parroquial donde ella le presentó a unas señoras que lo sentaron en una mesa muy bien puesta con platos y tazas de porcelana. Este hombre, desconocido para los parroquianos, disfrutó de más de una ración de panqueques y café, y parecía estar en paz.

Una media hora más tarde, Greta se acercó al hombre, que seguía en la mesa, para asegurarse de que había comido lo suficiente. Se echó hacia atrás con una sonrisa dibujada en el rostro y se tocó el estómago, para indicar que estaba satisfecho.

Al salir del salón parroquial, el hombre se detuvo al ver a Greta, le tendió la mano y le dio las gracias por invitarle y pagarle el desayuno. Greta le alcanzó a tiempo para preguntarle su nombre. Él respondió: "Pete" (Pedro) y, mientras se alejaba, dijo: "Hasta pronto". Greta pensó que, para un desconocido que pasaba por allí, decir "hasta pronto" era una interesante elección de palabras.

Terminadas sus tareas como anfitriona, se dirigió a la iglesia para la Misa, mientras reflexionaba sobre las palabras de Pete: "Hasta pronto". Con un cierto grado de imaginación, se dio cuenta de que en unos momentos estaría en presencia de Jesús Sacramentado. Al principio, Jesús estaría oculto en el Sagrario y más tarde, visible en la Sagrada Eucaristía.

Greta se sintió inspirada para hacer el Acto de Contrición y arrepentirse de cualquier comportamiento que hubiera ofendido a Dios. Prometió prestar mucha atención a la homilía, porque era el momento en que Jesús hablaba a menudo a su corazón y recibía respuestas a lo que le preocupaba. Éste es uno de los grandes dones de la relación personal con Jesús: la comunicación bidireccional.

La homilía fue significativa y poderosa, y el párroco la terminó preguntando a la congregación: "¿Aman a Dios?". Fue entonces cuando Greta se dio cuenta de por qué estaba profundamente disgustada por sus pensamientos y su comportamiento. ¡Era por su pecado! Sentía un profundo amor a Dios y un fuerte deseo de agradarle, pero estaba insegura y se preguntaba si debía acercarse a la Mesa del Señor para recibir la Eucaristía.

Entonces Jesús le habló interiormente a Greta y le dijo: "Greta, me diste de comer cuando tenía hambre y me diste de beber cuando tenía sed. Ven, ven a Mi Mesa y déjame alimentarte con el Pan de los Ángeles, el Pan de la Vida Eterna". Después de recibir al Señor, Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, la paz y la alegría que provienen de conocer y amar a Dios volvieron a Greta.

Para Greta no se trató de un desayuno anual de panqueques cualquiera. Ese día, encontró a Jesús en un desconocido que pasaba por allí y experimentó cómo le hablaban las Escrituras en Mateo 25:35: "Tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me recibieron".

La razón por la que Greta tuvo esta extraordinaria experiencia fue porque los versículos de las Escrituras estaban grabados en su corazón. San Jerónimo estaría de acuerdo en que, si ella no hubiera interiorizado los versículos de las Escrituras, podría haber experimentado un desayuno anual de panqueques común y corriente, en lugar de extraordinario.

En este nuevo año, tomemos en serio las palabras de San Jerónimo. Leamos la Biblia para familiarizarnos más con las Escrituras, y grabemos los miles de versículos de las Escrituras en nuestros corazones. Luego, observemos cómo los versículos de la Escritura nos hablan en nuestra vida cotidiana. Así reconoceremos y escucharemos a Jesús cuando nos hable.

Descubriremos que nuestros días no tendrán nada de banales. ¡Serán extraordinarios!