
Los migrantes no son invasores
Monday, February 17, 2025
*Tony Magliano
Apuesto a que ha habido momentos en los que usted, como yo, ha experimentado una sensación de vacío de no pertenecer a este lugar, de ser una persona no deseada, una persona non grata.
Ahora, intensifique esa sensación mucho más. Imagine que tuvo que huir de su país natal debido a la persecución insoportable o a condiciones de pobreza extrema. Imagine que su viaje a otro país, que espera sea mejor, presenta riesgos constantes de hambre, violación y muerte.
Imagine ahora que, cuando finalmente llega a ese país donde espera que se apiaden de usted, se encuentra con un muro que le grita: "¡Regrese al lugar de donde vino, persona non grata!"
Imagine que le pregunta a su yo exhausto, hambriento, con frío y sin hogar: "Y ahora, ¿qué hago?".
Como no puede regresar a la miseria, lucha por encontrar una manera de cruzar el traicionero mar Mediterráneo hacia Europa en una pequeña embarcación de goma, abarrotada de gente. O decide viajar, sin acceso a GPS, a través del peligroso desierto de Sonora para entrar en los Estados Unidos sin permiso, es decir, indocumentado, porque la entrada legal es casi imposible (tinyurl.com/3yzveaaf).
Finalmente, lo consigue, sigue vivo. Para muchos, no ha sido así.
Ahora que ha cruzado la frontera, se entera de que hay una iglesia que le ofrece refugio, comida, agua y amor fraternal cristiano. Y le ayudan a encontrar trabajo, "por debajo de la mesa", por supuesto, porque el gobierno ha decretado que es ilegal que usted trabaje. Como consecuencia, los únicos trabajos disponibles son, en su mayoría, trabajos agotadores, peligrosos y mal pagados, que la gran mayoría de los ciudadanos legales no están dispuestos a realizar, como el trabajo agotador en las zonas agrícolas bajo un calor abrasador.
Después de todo esto, imagine que el país en el que vive ahora ha decidido deportar de manera masiva, militar y forzosa a tantas personas indocumentadas como sea posible, al alegar, con falsedad, que solo está deportando a delincuentes peligrosos.
Pues, ya no hace falta imaginarlo, porque eso es exactamente lo que el nuevo presidente de los Estados Unidos, ha ordenado que haga el gobierno federal. Le ordenó al Departamento de Defensa "sellar las fronteras".
Informes recientes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EE. UU. (ICE, por su sigla en inglés) revelaron que, en promedio, 710 inmigrantes al día son arrestados en operaciones en ciudades como Chicago, Dallas y Atlanta.
Incluso los centros de culto, las escuelas y los hospitales están en el punto de mira de ICE.
En su discurso inaugural, el presidente Donald Trump dijo sin piedad: "Enviaré tropas a la frontera sur para repeler la desastrosa invasión de nuestro país".
Kristi Noem, la nueva secretaria de Seguridad Nacional, informó que se ha rescindido una prórroga de 18 meses del Estatus de Protección Temporal (TPS) para los venezolanos, concedida por el expresidente Biden. Según se informa, expresó: "Seguiremos eliminando de nuestras calles a este tipo de basura. La gente de este país [los Estados Unidos] quiere que sus comunidades estén seguras".
Pero las investigaciones demuestran con claridad que los inmigrantes indocumentados cometen muchos menos delitos que las personas nacidas en los Estados Unidos (https://bit.ly/3CBRWSr). De hecho, los inmigrantes casi siempre son un gran beneficio para las comunidades en las que viven y trabajan.
Millones de inmigrantes que buscan seguridad y trabajo no son invasores. Son nuestros hermanos y hermanas. Y tenemos la obligación moral de acogerles.
La Palabra de Dios declara: "Cuando un extranjero resida contigo en tu tierra, no lo molestarás. Él será para ustedes como uno de sus compatriotas y lo amarás como a ti mismo, porque ustedes fueron extranjeros en Egipto" (Lev. 19: 33-34). Usted también se ha sentido rechazado, persona non grata.
Al haber sido criado en una familia de inmigrantes italianos en Argentina, el Papa Francisco ha hecho de los sufrimientos de los migrantes una prioridad desde hace mucho tiempo. Continúa motivando a los gobiernos, a los católicos y a todas las personas de buena voluntad a utilizar cuatro verbos como guías morales compasivos hacia los migrantes: acoger, proteger, promover e integrar.
Pongamos en práctica los cuatro verbos del Santo Padre. Vamos a acoger, proteger, promover e integrar a nuestros hermanos y hermanas migrantes, e instemos a nuestros gobiernos a hacer lo mismo.
Comments from readers