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La sinodalidad se ha convertido en una palabra de moda en la Iglesia.

El Papa Francisco ha hablado de la sinodalidad desde el comienzo de su pontificado. Para él, es "el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio", una dimensión "constitutiva" o esencial de la Iglesia.

La atención del Papa a la sinodalidad es un llamado a profundizar nuestras raíces como Pueblo de Dios que camina unido en una misión común.

El Sínodo sobre la Sinodalidad es un emprendimiento mundial plurianual en su elaboración, y se invitó a los católicos a participar a través de comentarios a sus diócesis locales sobre la manera en que consideran que el Espíritu nos urge a crecer en nuestro "caminar juntos".

Los funcionarios vaticanos informan de una sólida participación en este esfuerzo, pues 112 de las 114 conferencias episcopales católicas del mundo han contribuido a la fase de audiencias del Sínodo a nivel diocesano. La segunda y última sesión del Sínodo tendría lugar este mes de octubre en el Vaticano.

Recientemente tuve la oportunidad extraordinaria de participar en una experiencia de sinodalidad en la casa madre de mi congregación, las Hermanitas de los Pobres.

Por recomendación del organismo vaticano que rige los institutos de vida consagrada, en 2021 todas las Hermanitas de los Pobres en el mundo participaron en un proceso de discernimiento y diálogo con el fin de actualizar nuestras Constituciones, nuestro código fundamental de santidad.

Los textos revisados fueron aprobados por el Vaticano después de nuestro Capítulo General de 2022, y cada Hermana recibió una copia de los mismos en la Fiesta de la Inmaculada Concepción, en diciembre pasado.

Desde principios de este año, grupos de unas 50 Hermanitas a la vez han viajado a nuestra casa madre en Francia para profundizar nuestra comprensión de estas nuevas Constituciones. Me invitaron a participar en una de estas sesiones en septiembre de 2024.

El punto fuerte de este programa es una serie de "conversaciones en el Espíritu", una forma específica de diálogo derivada de la metodología utilizada en el Sínodo de Roma.

Recientemente, dos jesuitas españoles escribieron un libro sobre la conversación en el Espíritu. El Papa Francisco escribió el prefacio de su libro.

"La conversación en el Espíritu, el discernimiento y la sinodalidad consisten, sobre todo, en la escucha", escribió el Papa. "El camino sinodal emprendido por la Iglesia es un camino de escucha profunda. La actitud... de 'escucha abierta y vulnerable', es fundamental y muy necesaria, de hecho permite que el Espíritu nos mueva y nos haga cambiar... nos conduzca a decisiones concretas".

El Papa Francisco afirma que si permanecemos encerrados en las posiciones adoptadas anteriormente, seremos incapaces de entablar una verdadera conversación, de aprender algo de los demás, o de acoger decisiones que requieran un cambio.

"Sólo cuando nos escuchamos verdaderamente unos a otros emergemos enriquecidos y profundizamos nuestra comunión y misión", escribió.

Escuchar al Espíritu exige de nosotros una cierta actitud interna.

Para llenarnos del Espíritu, escribió el Papa, necesitamos vaciarnos y soltar "nuestras amarras materiales, ideológicas y emocionales, permitiendo que el Espíritu nos guíe más eficazmente".

Necesitamos cultivar en nosotros actitudes de humildad, hospitalidad y acogida, y al mismo tiempo prohibimos la autosuficiencia y la autorreferencialidad. En otras palabras, necesitamos desalojarnos del centro de nuestras vidas y permitir que Dios, a través de su Espíritu, ocupe el lugar central.

Al entrar en el espíritu de la sinodalidad durante mi estancia en nuestra casa madre, pude recibir de mis compañeras, que representaban una variedad de edades, culturas y experiencias, mucho más de lo que jamás hubiera imaginado.

Me di cuenta de la diferencia entre escuchar para reforzar mis propias ideas preconcebidas, y escuchar para comprender verdaderamente a los demás y de dónde parten, con vistas a ampliar mi propia perspectiva.

En nuestra casa madre, aprendí que cuando nos disponemos a dejar de lado nuestros propios juicios y prioridades, podemos, junto con los demás, soñar con nuevas posibilidades y discernir el camino hacia una mayor productividad en el Espíritu. ¡Fue una experiencia muy hermosa e inesperada!

En el mundo que nos rodea hay demasiada polarización y discordia, incluso en la vida de la Iglesia. Es posible que ustedes hayan leído del Sínodo sobre la Sinodalidad en términos de escepticismo o politizados.

Pero, independientemente de cuál sea nuestra postura sobre ciertos temas candentes en la Iglesia y en el mundo, creo que todos podríamos beneficiarnos al adoptar un enfoque sinodal para escuchar a Dios y a los demás con una mente y un corazón abiertos que busquen Su voluntad para nuestro mundo.

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