La naturaleza como maestra
Monday, September 30, 2024
*Dolores Hanley McDiarmid
San Francisco de Asís, patrón de la naturaleza y los animales, siempre ha sido uno de mis santos favoritos por su amor y su relación con la creación. Por su capacidad de ver las huellas de Dios en todo ello, san Francisco no podía evitar sentir una gran pasión por todas las criaturas.
Una de mis historias favoritas sobre san Francisco es cuando predicó a los pájaros y éstos se reunieron a su alrededor. Después de su sermón, los pájaros empezaron a cantar. ¿Se han preguntado alguna vez qué le estarían diciendo a san Francisco?
Un día, mientras estaba sentada en el traspatio, pensaba en la manera en que la naturaleza y los animales nos pueden enseñar. Dios creó todo con el fin de utilizarlo para sus propósitos. En un principio, Dios creó las plantas, las flores y los animales para que disfrutáramos con él. ¿Será posible que no sólo quiera que prestemos atención a las maneras en que podemos ser mejores administradores de la tierra, sino también que observemos la naturaleza por lo que nos puede enseñar?
Pensemos en las primeras horas de la mañana cuando sale el sol —o el Hermano Sol, como diría san Francisco— y los pájaros empiezan a cantar. ¿Estarán los pájaros cantando alabanzas al Dios que los creó, y que pinta sin cesar los amaneceres y atardeceres únicos en su especie, cada uno de ellos una obra maestra? ¿Reconocen los pájaros la presencia del Creador? ¿Intentan decirnos algo? ¿Nos levantamos por la mañana y cantamos alabanzas a Dios por otro día de vida, otra mañana para ver el hermoso amanecer, u otra magnífica puesta de sol con un arco iris de colores?
Pensemos en el sol y en cómo brilla sobre todas las creaciones de Dios. Tanto las plantas como los seres humanos necesitan el sol para crecer y estar sanos. Del mismo modo que Dios nos ama incondicionalmente, el sol brilla incondicionalmente. Sus rayos son como cálidos abrazos de nuestro Creador. Cuando el sol no se puede ver debido a la nubosidad, es como los momentos en los que no sentimos a Dios en nuestra vida o nos sentimos abandonados por Él. Dios continúa presente aunque no le veamos, igual que el sol continúa presente aunque no se pueda ver debido a las nubes.
Pensemos en las ramas de las palmeras y en cómo, en un día de viento, se mueven de un lado a otro sin oponer resistencia. Son flexibles y resistentes. ¿Qué hacemos cuando aparecen los vientos tempestuosos de la vida? ¿Somos flexibles y aceptamos los vientos tormentosos, y nos dejamos mecer por ellos hasta que pasan, o luchamos contra ellos, intentando tomar el control? A medida que maduramos en nuestra vida espiritual, deberíamos hacernos más flexibles y resistir menos, como las ramas de la palmera que esperan a que pasen las tormentas de la vida. Nuestras palmeras del Sur de La Florida nos enseñan una valiosa lección sobre la aceptación de la voluntad de Dios para nosotros cada día, al admitir tanto los vientos tranquilos y apacibles como los momentos de tormenta.
Pensemos en el viento y en la manera en que puede enseñarnos sobre el equilibrio en la vida. Los días ventosos nos muestran que hay un momento para moverse y actuar, mientras que los días tranquilos, con poco o nada de viento, nos recuerdan las Escrituras, cuando Dios nos dice: "Ríndanse y reconozcan que yo soy Dios".
Pensemos en las enredaderas de campanillas, que abren sus diminutas flores de color azul púrpura para saludar al día cuando el sol sale por la mañana. Al ponerse el sol, las enredaderas cierran sus delicados pétalos. ¿Pueden estar recordándonos la importancia de la luz de Dios en nuestra vida? ¿Pudieran estar recordándonos que necesitamos la luz de Dios para reflejar su belleza en nuestra existencia? Sin la luz de Dios, los seres humanos se marchitan, al igual que las campanillas tras la puesta del sol.
Pensemos en la planta seca que parece muerta. A primera vista, es posible que queramos arrancarla y sustituirla por una planta más bonita y sana. Sin embargo, si somos pacientes y regamos la planta o esperamos a que llueva, es posible que reverdezca y le salgan capullos en vías de florecer y empaparse de los rayos del sol. A veces, quisiéramos descartar a una persona igual que a la planta seca, pensando que no hay esperanza. Tal vez queramos darnos por vencidos con alguien que parece perdido e inalcanzable. Con una atención y un cuidado auténticos, esa persona podría empezar a recuperarse de las profundidades de la desesperación y encontrar la esperanza. La persona, que fue considerada una causa perdida, empieza a prosperar y comienza a utilizar sus talentos para aportar bondad y belleza al mundo. Está tomando el sol del amor de Dios a través de la interacción con personas que se preocupan por ella.
Pensemos en las mariposas, y en cómo se sienten atraídas por ciertas plantas con flores. ¡Son inteligentes! Reconocen su fuente de alimento y se sienten atraídas hacia ella. Oh, ¡que seamos como mariposas, y reconozcamos y nos atraiga nuestro alimento espiritual, la sagrada Eucaristía! Es el alimento más importante que nos da vida.
¿Cómo puede estar hablándonos Dios a través de las plantas, los animales y toda la naturaleza que ha creado? Dios creó todo para su propósito. Por eso pregunto: ¿no es posible que esté utilizando las plantas, los animales y toda la naturaleza para enseñarnos?
En esta fiesta de san Francisco de Asís, demos un vistazo más profundo a la creación de Dios y preguntémonos qué podría estar diciéndonos la naturaleza a cada uno de nosotros.
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