Blog Published

Blog_17135649343013_S

17135649343013


En su mensaje de este año por la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, el Papa Francisco reconoce el hecho de que toda vocación –desde el matrimonio hasta la vida consagrada y el sacerdocio– implica una llamada de Dios que implica toda su vida.

Vale la pena reflexionar sobre el hecho de que cada camino en la vida es un llamado de Dios.

“Cada año la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones nos invita a considerar el precioso don de la llamada que el Señor nos dirige a cada uno de nosotros, su pueblo fiel en camino, para que podamos ser partícipes de su proyecto de amor y encarnar la belleza del Evangelio en los diversos estados de vida”, escribió el Papa Francisco. “Escuchar la llamada divina, es el modo más seguro que tenemos para alimentar el deseo de felicidad que llevamos dentro. Nuestra vida se realiza y llega a su plenitud cuando descubrimos quiénes somos, cuáles son nuestras cualidades, en qué ámbitos podemos hacerlas fructificar, qué camino podemos recorrer para convertirnos en signos e instrumentos de amor, de acogida, de belleza y de paz, en los contextos donde cada uno vive”.

Me gustaría reflexionar sobre dos aspectos de este mensaje – que Dios nos llama a cada uno de nosotros a participar en su plan de amor y que nuestra aceptación de su plan es el camino más seguro para encontrar la realización personal.

Cuando hablamos de que alguien tiene un "llamado", solemos suponer que se trata de un llamado al sacerdocio o a la vida religiosa. Pero ésta es una interpretación limitada del concepto de vocación.

Dios tiene un plan para cada uno de nosotros; nos llama a una vocación específica, que puede o no implicar un servicio a tiempo completo en la Iglesia.

Darse cuenta de que Dios tiene un plan para nosotros –y discernir cuál es este plan– es esencial para nuestro crecimiento personal a medida que pasamos de la infancia a la edad adulta.

Como dice el Papa, se trata de descubrir quiénes somos, cuáles son nuestros dones y dónde podemos hacerlos fructificar.

¿Tenemos en cuenta que nuestros dones personales han sido "recibidos"?

Es es lo que San Pablo intentaba enseñar a los corintios cuando dijo: "¿Qué posees que no hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿por qué te jactas como si no lo hubieras recibido?". (1 Cor 4:7).

Mirando hacia atrás en mi propia vocación, me doy cuenta de que de joven no veía mis habilidades y bendiciones como dones que Dios me había dado. Ni siquiera entendía que Dios tenía un plan para mi vida, ¡pensaba que la vida giraba en torno a mis planes!

Empecé como voluntaria con las Hermanitas de los Pobres y los ancianos, no porque sintiera que Dios me llamaba a la vida religiosa o porque estuviera comprometida a mejorar la vida de los ancianos necesitados, sino, simplemente porque pensaba que el servicio comunitario "se vería bien" en mis solicitudes para la universidad.

En pocas semanas, sin embargo, descubrí cualidades en mí que no sabía que existían –dones como el amor y la empatía por los ancianos y la alegría al hacerles felices– y llegué a la convicción de que cuidar de los ancianos –dar mi vida por ellos– era el propósito que Dios me había dado, y mi misión en la vida.

Descubrir quién era yo, cuáles eran mis dones especiales y dónde podía hacerlos fructificar, me llevó a experimentar una sensación de realización personal y alegría duradera. A pesar de los inevitables altibajos de la vida, esta alegría y este propósito nunca han decaído; ¡han perdurado por casi 40 años!

Incluso cuando yo estaba bastante ensimismada e ignoraba sus caminos, en su bondad Dios vino a mi encuentro donde yo estaba y se dio a conocer ante mí. Este encuentro, aunque totalmente inesperado, fue muy real.

Cuando miro hacia atrás, a mi propia vocación, pienso frecuentemente en las palabras del Papa Benedicto XVI a los jóvenes durante su homilía inaugural, el 24 de abril de 2005: "Con gran fuerza y gran convicción, sobre la base de una larga experiencia personal de vida, les digo, queridos jóvenes: ¡No tengan miedo de Cristo! ¡No tengan miedo de Cristo! Él no les quita nada y les da todo. Cuando nos entregamos a Él, recibimos a cambio el céntuplo. Sí, abran, abran de par en par las puertas a Cristo, ¡y encontran la verdadera vida!".

Si crees que Dios puede estar llamándote a una vocación de servicio, no dudes en enviarme un correo electrónico a [email protected].

La Hna. Constance Veit es directora de comunicación de las Hermanitas de los Pobres en Estados Unidos y terapeuta ocupacional.

Comments from readers

Nina Thurston - 04/25/2024 07:17 AM
Thank you so much for these words. They mirror my younger thoughts as well and ease my current situation providing hope. We may have gifts but unless we are able to use them we are not going to find the true happiness that God has intended for us.
Rafael María Calvo Forte - 04/24/2024 04:24 PM
Vocación, hermosa palabra que viene del verbo latino voco, vocare, que significa llamada. Y la llamada ( vocación) es ésa fuerza interior o atracción en la entrega en un área determinada de la vida, espiritual o social, pues vivimos en sociedad aunque estemos en una ermita cartuja. Por supuesto, Dios nuestro buen Padre se da con generosidad a quien descubre esta llamada y la sigue con desinterés. Catequistas, cantores, encargados de la limpieza, de visitar enfermos o presos. Eso es vovación.

Powered by Parish Mate | E-system

This site is protected by reCAPTCHA and the Google Privacy Policy and Terms of Service apply