‘El silencio alienta al torturador, nunca al torturado’
Monday, April 15, 2024
*Tony Magliano
En su discurso de aceptación del Premio Nobel de la Paz de 1986, el difunto Elie Wiesel, reflexionando sobre el Holocausto y su experiencia personal en él –estuvo en los mismos campos de concentración nazis de la Segunda Guerra Mundial donde fueron asesinados su madre, su padre y su hermana, y estuvo a punto de ser ejecutado él mismo–, pronunció estas profundas palabras:
"Juré no callarme nunca cuando y dondequiera que los seres humanos sobrellevan sufrimientos y humillaciones. Siempre debemos tomar partido. La neutralidad ayuda al opresor, nunca a la víctima. El silencio alienta al torturador, nunca al torturado. A veces debemos intervenir. Cuando hay vidas humanas en peligro, cuando la dignidad humana está en peligro, las fronteras nacionales y las sensibilidades se vuelven irrelevantes. Dondequiera que hombres o mujeres sean perseguidos a causa de su raza, su religión o sus opiniones políticas, ese lugar debe convertirse –en ese momento– en el centro del universo" (véase: https://mediaplayer.nobelprize.org/mediaplayer/?id=2028).
Hace varios años entrevisté a Mons. Thomas Gumbleton, Obispo Auxiliar jubilado de Detroit. Mons. Gumbleton, de 94 años, fue uno de los principales autores de la profética carta pastoral de 1983 de los obispos estadounidenses: "El desafío de la paz: La promesa de Dios y nuestra respuesta".
Durante nuestra conversación, me llamó la atención el siguiente punto, que aún lo recuerdo. El Obispo Gumbleton dijo: "La mayoría de los católicos están más influenciados por la cultura que por el Evangelio". Entonces le pregunté: "¿Diría lo mismo de sus hermanos obispos?". Sin dudarlo, respondió: "¡Por supuesto!".
Claramente parece que la mayoría de los católicos no están activamente comprometidos –desde una perspectiva evangélica y de doctrina social católica– en los problemas de vida o muerte a los que se enfrenta la humanidad, como el hambre y la pobreza, el comercio de armas y la guerra, la degradación medioambiental y el cambio climático, la pena de muerte y el aborto.
Nellie Gray, la difunta fundadora de la "Marcha por la Vida", que se celebra anualmente en Estados Unidos, me dijo en una ocasión que, "si sólo los católicos se levantaran y exigieran el fin del aborto, ¡se acabaría!".
Durante muchos años, ejerciendo mi ministerio en varias diócesis, me ha resultado extremadamente difícil persuadir a la gran mayoría de los católicos para que se manifiesten y actúen en favor de nuestros innumerables hermanos y hermanas que sufren, y de nuestro herido hogar terrestre.
Además, rara vez escuchamos homilías desafiantes, contraculturales, de justicia social y de paz por parte del clero.
El Papa Francisco ha llamado constantemente a esta triste realidad la "cultura de la indiferencia", en la que el compromiso sólido de proteger y mejorar de manera no violenta la vida y la dignidad de todos los seres humanos –especialmente de los vulnerables y los pobres– es de poca importancia. Recientemente dijo que en sociedades a menudo contaminadas por una cultura de la indiferencia y del despilfarro, "como creyentes, estamos llamados a ir contracorriente con una cultura de la ternura, es decir, del cuidado de los demás como Dios nos ha cuidado: a mí, a ti, a cada uno de nosotros" (ver: https://bitly.ws/3aQTz).
Es alentador que existan relativamente pocas almas proféticas que se nieguen a permitir que la "cultura de la indiferencia" silencie sus palabras. Un ejemplo de ello es la reciente declaración conjunta del Cardenal Robert McElroy, de la diócesis de San Diego, y del Arzobispo John Wester, de Santa Fe (Nuevo México), en la que piden un alto al fuego inmediato en la guerra entre Israel y Hamás (véase : https://bitly.ws/3aVpu).
Y hace poco, siete católicos conocidos como los "Kings Bay Plowshares 7" incluso llevaron sus palabras de paz a la acción valiente colocando carteles de no violencia cristiana dentro de la base naval de Kings Bay, en Georgia, donde tienen su base al menos cinco submarinos nucleares. Y, en consecuencia, fueron encarcelados por sus actos de resistencia no violenta (véase: https://kingsbayplowshares7.org/).
Otro acto alentador de testimonio fiel y valiente basado en el Evangelio fue el bloqueo no violento de puertas y el cierre de portones en un centro abortista de Washington D.C. por parte de la veterana activista católica provida, Joan Andrews Bell junto con otros cristianos. En consecuencia, Bell (una amiga mía), está encarcelada (véase: https://bitly.ws/3aVuD).
Nos hace bien volver a reflexionar sobre las profundas palabras de Elie Wiesel: "Juré no callarme nunca cuando y dondequiera que los seres humanos sobrellevan sufrimientos y humillaciones. Siempre debemos tomar partido. La neutralidad ayuda al opresor, nunca a la víctima. El silencio alienta al torturador, nunca al torturado”.
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