La Encarnación y el trabajo provida
Monday, March 11, 2024
*Sr. Constance Veit
Hace semanas que guardamos nuestros adornos de Adviento y Navidad, pero me encuentro con el deseo de continuar reflexionando sobre la espiritualidad de ese Tiempo, aunque haya comenzado la Cuaresma.
Este año, el Adviento y la Navidad tuvieron un significado especial para mí gracias a un libro titulado Redeemer in the Womb (El Redentor en el Vientre), cuya nueva edición está disponible en la librería de Word on Fire.
En el libro, el P. John Saward se inspira en las Escrituras, los Padres de la Iglesia y escritores posteriores para profundizar en la relación entre María y el Salvador aún nonato en su vientre. El P. Saward explica que la idea original del libro surgió de la sugerencia de un amigo para que extrajera las implicaciones provida de la fe católica en la Encarnación.
El P. Saward invita a sus lectores a "reconsiderar una perla olvidada del tesoro de la revelación: los nueve meses de vida de Jesús como un niño nonato en María".
Escribe: "Puesto que la Encarnación de Dios Hijo en el vientre de la Virgen revela la grandeza de la dignidad del hombre, invito a mis lectores a que vuelvan a mirar, esta vez a la luz del Hijo de Dios, las semanas de gestación de su propia vida y de toda vida humana. Voy a sugerir que releamos este primer capítulo de la historia humana, y encontremos de nuevo su belleza, su verdad y su grandeza".
La Encarnación del Hijo único de Dios en el vientre de María revela la grandeza de la dignidad humana —esta afirmación por sí sola debería dar forma a nuestras convicciones, pero no creo que el debate sobre el aborto se resuelva basándose únicamente en la dignidad humana.
El P. Saward aborda la cuestión candente de cuándo comienza la vida.
A pesar de las afirmaciones de muchos partidarios del aborto de que es imposible determinar el momento en que comienza la vida humana, la enseñanza de la Iglesia siempre ha sido que esta cuestión tiene, de hecho, una respuesta precisa.
"En el proceso de humanización de Cristo no hubo etapas sucesivas", escribe el P. Saward. En la Encarnación de Cristo, "el cuerpo no llegó a existir antes que el alma, ni el alma antes que el cuerpo... la carne fue concebida, dotada de alma y asumida simultáneamente... Para el Hijo eterno, la aventura de ser humano comenzó en el momento de su concepción".
San Máximo el Confesor, un gigante teológico de la Iglesia primitiva, enseñó que la coincidencia de la asunción de la naturaleza humana por parte del Verbo eterno con su concepción en el vientre de la Virgen, confirma que el alma racional de toda persona humana "es creada inmediatamente por Dios e infundida en el cuerpo en el momento de la concepción", una doctrina denominada "animación inmediata".
Tertuliano, uno de los primeros Padres de la Iglesia, también afirmó esta doctrina: "es un homicidio anticipado el impedir el nacimiento; poco importa que se suprima la vida ya nacida o que se la haga desaparecer al nacer. Es ya un hombre aquel que está en camino de serlo" (citado en la Declaración Sobre el Aborto, Vaticano, 18 de noviembre de 1974).
Estas enseñanzas de los primeros Padres de la Iglesia llamaron poderosamente mi atención porque me recordaron a ciertos políticos católicos que evocan a los Padres de la Iglesia para justificar sus posturas a favor del aborto.
Puede que a los defensores más acérrimos del aborto nunca les importen las distinciones teológicas, pero armados con un conocimiento más profundo de la enseñanza católica de siglos de antigüedad, tenemos una oportunidad de ganarnos al menos a algunos de nuestros conciudadanos católicos.
Sólo he tocado el primer capítulo del interesante libro del P. Saward, pero espero haberles abierto los ojos, como el P. Saward abrió los míos, sobre la impresionante dignidad que nos corresponde como seres humanos gracias a los nueve meses que un embrión divino —el Hombre-Dios— pasó en el vientre de su madre.
El respeto por esta dignidad impresionante debe inspirar nuestras acciones hacia toda la vida humana vulnerable, especialmente la de los nonatos.
Puede que nuestras velas de Adviento y los belenes navideños estén guardados hasta el año que viene, pero podemos recordar la Encarnación —y liberar su poder salvador— durante todo el año cada vez que recemos los Misterios Gozosos del Rosario.
Dentro de unas semanas (el 8 de abril este año debido a Semana Santa, pero normalmente el 25 de marzo) celebraremos la fiesta litúrgica de la Anunciación, otra oportunidad para aumentar la concienciación sobre la conexión entre la Encarnación de Cristo y la causa provida.
Jesús que vives en María: Por el poder de tu Encarnación, ayúdanos a redescubrir la belleza, la verdad y la bondad de toda vida humana desde la concepción hasta la muerte natural, y a celebrar el Evangelio de la Vida todos los días del año.
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