Si los animales hablaran
Monday, October 9, 2023
*Fr. Eduardo Barrios, SJ
I. Un compasivo ornitólogo vio a un canario amarillo trinando primorosamente en su jaula. Le abrió la prisión, pero se sorprendió al ver que la avecilla se negaba a salir. Mayor sorpresa aún fue oírle decir: “Yo de aquí no salgo; todos mis antepasados inmediatos nacieron en cautiverio. Mis dueños me tratan bien en cuanto a alpiste, agua e higiene; hasta vitaminas me dan. Allá afuera yo no sobreviviría; y además, me informan que hay gavilanes y otros pajarracos de rapiña dispuestos a engullirme de un bocado”.
II. Se acercó un viandante canófilo a un perro que guiaba a un ciego. Le preguntó al cuadrúpedo si se sentía mal por ser obligado a trabajar como lazarillo. Respondió el interpelado: “De ningún modo. Tengo muchos congéneres que prestan servicios. Están los ovejeros que ayudan a los pastores; existen perros guardianes; los hay que detectan narcóticos y explosivos en los aeropuertos. Todos disfrutamos de alta autoestima. Y como ejercitamos tanto el cuerpo como la mente, no hay perro servicial que padezca de Alzheimer canino”.
III. Un español contrario a las corridas de toro se acercó cautelosamente a una dehesa donde los Sánchez Cobaleda crían toros bravos en las afuera de Salamanca. Vio a un corpulento toro bajo la sombra de un árbol y le hizo seña para que viniera hasta la cerca. El vacuno, ejemplar entrado en años, se le acercó parsimoniosamente. El curioso le preguntó al toro por qué había vivido hasta tan avanzada edad. Le respondió el bicornudo: “Pues porque en la plaza de toros herí de gravedad al torero y el público pidió mi indulto. Los veterinarios me curaron las heridas de las banderillas, y mis dueños me dedicaron a la paternidad; con los años perdí interés por las vacas, y ahora disfruto de feliz ancianidad rodeado de hijos y nietos”.
Ahora viene la pregunta crucial: “¿Qué piensan Uds. los toros sobre tan crueles espectáculos taurinos?” Respuesta: “Pues que preferimos morir gloriosamente en la plaza a morir vilmente en el matadero con un clavo en la nuca”.
IV. En el Seaquarium de una ciudad de cuyo nombre no quiero acordarme murió el pasado 18 de agosto una orca que llevaba más de cincuenta años en cautiverio. La noticia luctuosa provocó airadas reacciones en los defensores de los animales. Pero los dueños de esa atracción turística dijeron que la orca había vivido tanto tiempo gracias al buen trato que se le dispensaba: consumía unas 160 libras de pescado al día y disfrutaba del cariño de sus entrenadores. El mamífero marino se mostraba alegre haciendo sus piruetas frente al público que la ovacionaba. Murió de edad, no de malos tratos.
V. El entrevistador regresó un día de noche a su casa cuando oyó que lo llamaban desde un árbol. Al acercarse vio que se trataba de un búho, símbolo de la sabiduría. El plumífero de ojos grandes le dijo: “Los americanos gastan más de 41,000 millones de dólares al año en sus mascotas; la mayoría de esos gastos son suntuosidades que los animales ni necesitan ni aprecian. Si los humanos tuviesen la misma compasión hacia sus semejantes, no habría tanta pobreza en el mundo ni tanta injusticia ni tanta delincuencia ni tantas guerras”.
Este blog se publicó originalmente como columna en la edición de septiembre 2023 de La Voz Católica.
Comments from readers