El susurro de Dios
Monday, March 27, 2023
*Dolores Hanley McDiarmid
¿Han oído alguna vez los susurros de una voz interior que nos habla, y se preguntan si es Dios? O tal vez han oído a otras personas hablar de esos susurros, pero no los han escuchado ustedes mismos.
La Cuaresma es el momento perfecto para acercarnos más a Dios en la oración y crear un ambiente interior que nos permita escuchar mejor los susurros interiores de Dios. En la oración, hablamos con Dios y Él nos habla. Sin embargo, Dios se comunica con cada uno de nosotros de distintas maneras y en momentos diferentes.
Podemos oír los susurros de Dios cuando no estamos en oración. A veces Dios nos sorprende en un momento inesperado, recordándonos que está cerca, como hizo en esta historia real sobre lo que le ocurrió a Dorothy mientras estaba de vacaciones con su esposo.
De niña, Dorothy sentía un gran afecto por los corderitos, y este afecto continuó hasta muy avanzada su vida adulta. Un verano, ella y su esposo preparaban un viaje a Irlanda, así que Dorothy buscó lugares que visitar y cosas que hacer. Para su gran sorpresa, encontró un lugar donde los visitantes podían tomar en brazos a los corderitos y darles de comer. Este sería el punto culminante de su estancia en Irlanda; al menos eso pensaba ella.
Llegó el día. El esposo de Dorothy conducía su automóvil alquilado montaña arriba por carreteras muy estrechas: un viaje estresante, pero que valdría la pena, pensó Dorothy, ya que tendría tiempo para estar con los corderitos y darles de comer. Sin embargo, cuando ella y su esposo llegaron, descubrieron que el lugar cerraba los lunes.
El corazón de Dorothy se desilusionó. Estaba enfadada consigo misma por no haber investigado a fondo esta atracción turística. ¿Cómo había podido pasar por alto un detalle tan importante?
Entonces Dorothy oyó una voz interior que le decía: "Espera hasta el final del viaje y encontrarás el cordero importante". Al final del viaje estarían en Dublín, un lugar poco probable para encontrar un cordero, pensó.
Pero continuaron su viaje, y en pocos días se encontraron en un santuario mariano poco familiar para ellos, pero no para los miles de personas que había allí: el santuario mariano de Knock.
Mientras paseaba por el hermoso recinto sagrado, los ojos de Dorothy se fijaron en lo inesperado. Se sorprendió al encontrar un altar con una imagen de un corderito blanco en el centro. Tanto el altar como la imagen estaban hechos del mismo mármol blanco.
La voz interior regresó: "Este es el cordero importante".
De verdad, estaba en presencia del Cordero de Dios. ("Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y me siguen", Jn 10,27.)
Si reflexionamos sobre la experiencia de Dorothy, tal vez podríamos considerar esta Cuaresma como un viaje en el que nos damos cuenta de que es necesario reorientar nuestra atención, alejándola de nuestra preocupación de todo el año por nosotros mismos, nuestras familias, nuestros objetivos y deseos, lo que nos da placer y nos hace sentir cómodos.
Durante nuestro viaje cuaresmal, Jesús nos llama a pasar más tiempo con Él en oración, a hacer sacrificios para ayudar a los demás, a confesar nuestras debilidades en el sacramento de la reconciliación, y a recibirle en la Eucaristía en estado de gracia.
Que el cordero importante, el Cordero de Dios, sea nuestro centro de atención en esta Cuaresma.
Señor, ayúdanos a estar en quietud y a escuchar las palabras que nos susurras.
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