Jesús está en la capilla. ¡De veras!
Monday, February 6, 2023
*Sr. Constance Veit
Cuando era niña, me fascinaban los imanes. Me encantaba ver cómo, con sólo pulsar un interruptor, los pequeños patinadores magnéticos se deslizaban por un espejo de la aldea navideña de nuestra familia, y disfrutaba al hacer experimentos científicos en la escuela con imanes y virutas de hierro.
Recuerdo una comparación que hizo el Papa Juan Pablo II entre la Eucaristía y la fuerza del polo de un imán.
"La presencia de Jesús en el tabernáculo ha de ser como un polo de atracción para un número cada vez mayor de almas enamoradas de Él, capaces de estar largo tiempo como escuchando su voz y sintiendo los latidos de su corazón", escribió apenas seis meses antes de morir.
Estas palabras de Juan Pablo II me vinieron a la mente cuando escuché hablar del Avivamiento Eucarístico Nacional, emprendido por los obispos de los Estados Unidos el año pasado. Es una imagen hermosa y poderosa: la idea de que Jesús actúa como un imán que atrae a la gente hacia sí en el Santísimo Sacramento.
He empezado a preguntarme, ¿me dejo atraer por Jesús en el sagrario? ¿Me aferro a él como las virutas de hierro se aferran a un imán fuerte? ¿O me dejo arrastrar con demasiada facilidad por las distracciones y mi falta de amor?
El Avivamiento Eucarístico nos ayudará a renovar nuestro aprecio por muchos aspectos del regalo más importante que Jesús nos hizo, comenzando por la centralidad de la Misa como representación del sacrificio salvador de Jesús en la Cruz.
Pero me parece que cuando todo esté dicho y hecho, nuestra devoción a la Eucaristía será proporcional a nuestra fe en lo que llamamos "la presencia real": nuestra convicción inquebrantable de que Jesús está real y verdaderamente presente en el altar durante cada sacrificio eucarístico y en cada sagrario alrededor del mundo.
Nuestra fundadora, Santa Juana Jugan, no era una mujer muy culta, pero era una persona de fe profunda y de acción comprometida.
A menudo decía a las Hermanas jóvenes que recordaran la presencia de Jesús en el Sagrario, en los pobres y en sus propias almas. Y les daba consejos muy prácticos:
"Jesús les espera en la capilla. Vayan a buscarlo cuando sus fuerzas y su paciencia se agoten, cuando se sientan solas e impotentes. Díganle: 'Tú sabes bien lo que pasa, mi querido Jesús. Sólo te tengo a ti. Ven en mi ayuda...'. Y luego sigan su camino. Y no se preocupen por saber cómo se las van a arreglar. Basta con habérselo dicho a nuestro buen Señor. Él tiene una memoria excelente".
Juana Jugan no tuvo una vida fácil.
Desde joven y luego como fundadora de una congregación religiosa, trabajó duro y compartió todo lo que tenía con los pobres.
Aunque fue elegida superiora por las jóvenes que se unieron a ella, e incluso alcanzó cierta notoriedad pública, fue tratada injustamente por un sacerdote que había sido nombrado para asistir a la naciente comunidad religiosa, y despojada de toda autoridad en ella, hasta que murió en el anonimato más absoluto 27 años después.
Pero Juana Jugan poseía algo que nadie le podía arrebatar: una relación muy real, fuerte e íntima con Jesús, que ella sabía que siempre la esperaba "en la capilla". Jesucristo era real para ella, más real que nada ni nadie.
Sin duda, Santa Juana Jugan le contaba con frecuencia a Jesús todo lo que le pasaba en la vida, tanto en los buenos momentos como en los malos.
Recientemente, el Papa Francisco habló a las personas mayores sobre cómo deben rezar. Creo que sus palabras tendrían eco en nuestra fundadora.
El Papa dijo: "Si tú tienes en el corazón alguna llaga, algún dolor y quieres protestar, protesta también contra Dios, Dios te escucha, Dios es Padre, Dios no se asusta de nuestra oración de protesta, ¡no! Dios entiende. … La oración debe ser así, espontánea, como esa de un hijo con el padre, que le dice todo lo que le viene a la boca porque sabe que el padre lo entiende".
Creo que Santa Juana Jugan era como un niño con su padre. Compartía con él desde lo más profundo de su corazón porque sabía que Dios la escuchaba y la comprendía.
Que su ejemplo, y las palabras del Papa Francisco, les convenzan de que está bien sincerarse con Jesús, verdaderamente presente y esperándonos en cada capilla o iglesia parroquial.
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