Envejecimiento y una temporada de productividad
Monday, November 14, 2022
*Sr. Constance Veit
Con la derogación de Roe contra Wade por parte del Tribunal Supremo, el 24 de junio será recordado sin duda como un día histórico por los defensores de la vida en todo el mundo. Debo admitir que ese día mis pensamientos estaban en otra parte, centrados en la última etapa de la vida, ya que mi familia se despedía de un tío muy querido, patriarca de nuestra familia.
Al día siguiente de su funeral, mientras intentaba ponerme al día con las noticias, me llamó la atención una columna escrita por Kathryn Jean López, del National Review Institute, una buena amiga.
Al opinar sobre lo que ella considera como los efectos más perjudiciales del aborto en nuestra sociedad, López escribió: "Somos violentos; no vemos a los seres humanos como creaciones únicas hechas con un propósito y un plan".
Estas palabras dolorosas contrastaban de manera notable con la celebración de la despedida de mi tío el día anterior. Mi tío vivió cada etapa de su vida a plenitud durante casi 92 años. Aunque nadie le habría propuesto como modelo de envejecimiento saludable en términos de dieta y ejercicio, su vida fue rica en relaciones, propósito y fe hasta el final.
Ortodoncista durante más de 40 años, mi tío fue recordado por sus antiguos pacientes y sus padres como una persona amable, paciente y que se interesaba de verdad por los jóvenes a los que atendía. Participó en numerosas organizaciones profesionales, causas locales e instituciones educativas; fue voluntario como ministro extraordinario de la Sagrada Comunión en un hospital local hasta bien entrada la década de 1980; y asistió a la misa diaria hasta que COVID-19 cerró las puertas de su parroquia en 2020.
A pesar de todos sus logros, lo que más me llamó la atención de mi tío fue su espíritu generoso, su actitud optimista, y su amor desinteresado por su familia y sus amigos. Nada le hacía más feliz que estar rodeado de sus hijos y nietos, pero su interés por los demás iba mucho más allá de su familia.
Fue conocido por ayudar de forma discreta a las personas que no podían permitirse un tratamiento dental para que lo obtuvieran de sus amigos, y le gustaba ser el mentor de los jóvenes en la búsqueda de sus sueños.
Aunque nunca llegó a dominar el uso de una computadora, mi tío mantuvo el contacto con todos sus seres queridos por teléfono, especialmente durante la pandemia.
También era un ávido lector y consumidor de noticias locales y nacionales, y se esforzaba por mantener a su esposa con los pies en la tierra a pesar de su avanzada demencia.
En su mensaje de este año para la celebración de la Jornada Mundial de los Abuelos y los Mayores, el Papa Francisco escribió que la disminución de las fuerzas y la aparición de la enfermedad en la vejez, junto con el ritmo acelerado del mundo, pueden llevar a los ancianos a aceptar implícitamente la idea de que son inútiles. Mi tío nunca cayó en esta tentación.
El Papa Francisco alienta a los ancianos a permanecer activos en sus últimos años, especialmente desde el punto de vista espiritual. "Debemos vigilar sobre nosotros mismos ... cultivando nuestra vida interior por medio de la lectura asidua de la Palabra de Dios, la oración cotidiana, la práctica de los sacramentos y la participación en la liturgia", escribió.
"Y, junto a la relación con Dios, las relaciones con los demás, sobre todo con la familia, los hijos, los nietos, a los que podemos ofrecer nuestro afecto lleno de atenciones; pero también con las personas pobres y afligidas, a las que podemos acercarnos con la ayuda concreta y con la oración. Todo esto nos ayudará a no sentirnos meros espectadores en el teatro del mundo, a no limitarnos a 'balconear', a mirar desde la ventana. Afinando, en cambio, nuestros sentidos para reconocer la presencia del Señor, seremos como 'verdes olivos en la casa de Dios' (cf. Sal 52,10), y podremos ser una bendición para quienes viven a nuestro lado".
El Papa Francisco ha llamado a la vejez "una estación para seguir dando frutos".
Escribió: "La sensibilidad especial de nosotros ancianos, de la edad anciana por las atenciones, los pensamientos y los afectos que nos hacen más humanos, debería volver a ser una vocación para muchos. Y será una elección de amor de los ancianos hacia las nuevas generaciones. Es nuestro aporte a la revolución de la ternura, una revolución espiritual y pacífica a la que los invito a ustedes, queridos abuelos y personas mayores, a ser protagonistas".
Mi tío nunca dejó de dar frutos; fue una bendición para todos los que le conocieron.
Espero que abran sus ojos y sus corazones a los ancianos que se encuentran entre ustedes, que continúan dando fruto para el Reino, y que están deseosos de convertirse en su bendición.
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