Los ancianos y las víctimas de la guerra
Monday, April 25, 2022
*Sr. Constance Veit
Hace muchos años, vi a una anciana haciendo huevos de Pascua ucranianos en una feria internacional de artesanía. Me fascinaron el proceso complejo, los patrones intrincados y los colores brillantes, así que compré un juego y pasé un tiempo durante la Cuaresma tratando de dominar el arte tradicional del "Pysanky", como se llaman los huevos.
Aprendí que el Pysanky simboliza la resurrección de Cristo, la esperanza, la nueva vida y la prosperidad. Tradicionalmente, las mujeres del pueblo los hacen durante la última semana de Cuaresma, y trabajan por la noche mientras sus hijos duermen. Se ora mientras se dibuja con cera de abeja los intrincados diseños en los huevos, y cada línea lleva una intención para la persona destinada a recibir el huevo. De este modo, señala un autor, la creación del Pysanky se convierte en una práctica contemplativa similar al rezo del rosario.
El teñido de huevos es sólo una de las muchas tradiciones de las que millones de ucranianos se vieron privados esta Semana Santa. El mismo autor sugirió que la elaboración de Pysanky era una buena manera para que la gente alrededor del mundo se solidarizara con el pueblo ucraniano.
Aunque es un poco tarde para empezar un proyecto grande de Pysanky, nunca es tarde para orar y ofrecer sacrificios por el sufrido pueblo de Ucrania.
Se suele decir que las mujeres, los niños y los ancianos son las primeras víctimas de la guerra.
Como Hermanita de los Pobres, me concentro naturalmente en la situación de los ancianos. Me duele el corazón cuando pienso en las abuelas ucranianas que debían estar ocupadas en casa haciendo Pysanky, Paska (pan de Pascua) y otros platos tradicionales para sus familias. No puedo imaginar de dónde sacan la fuerza para resistir mientras se esconden en los sótanos o suben a los autobuses de refugiados con destinos desconocidos, llevando sus posesiones en sacos y bolsas de plástico. Los rostros de estas mujeres, desgastados y manchados de lágrimas, me acompañan durante todo el día.
Todos los días veo reportajes en los medios de comunicación en los que los ancianos lloran la pérdida de sus hijos e hijas, de sus hogares y de todo lo que les es querido. Después de haber sobrevivido la Segunda Guerra Mundial y una hambruna provocada por los soviéticos en su juventud, no pueden creer que semejante carnicería vuelva a visitar su patria.
En marzo de este año, el Papa Francisco sugirió que, por mucho que sufran, los ancianos tienen una contribución inestimable que hacer en tiempos trágicos. Como Moisés, "los ancianos ven la historia y transmiten la historia", dijo.
"Una vejez a la cual le es concedida esta lucidez es un don valioso para la próxima generación. La escucha personal y directa del pasaje de la historia de fe vivida, con todos sus altibajos, es insustituible. Leerla en los libros, verla en las películas, consultarla en internet ... nunca será lo mismo. La narración directa, de persona a persona, tiene tonos y modos de comunicación que ningún otro medio puede sustituir. Un anciano que ha vivido mucho, y obtiene el don de un lúcido y apasionado testimonio de su historia, es una bendición insustituible".
El Papa afirma que los grandes desafíos sociales y los procesos de paz exigen el diálogo entre los ancianos, guardianes de la memoria, y los jóvenes, que hacen avanzar la historia. "Cada uno debe estar dispuesto a darle espacio a los demás... El encuentro y el diálogo entre generaciones debe ser el motor de una política sana".
"Yo puedo dar un testimonio personal", dijo el Papa. "El odio y la rabia contra la guerra yo lo aprendí de mi abuelo que combatió en el Piave, en 1914: él me transmitió esta rabia a la guerra. Porque me contó los sufrimientos de una guerra. Y esto no se aprende ni en los libros ni de otra manera, se aprende así, transmitiéndola de abuelos a nietos. Y esto es insustituible. La transmisión de la experiencia de vida de los abuelos a los nietos. Lamentablemente hoy esto no es así y se piensa que los abuelos sean material de descarte: ¡no! Son la memoria viva de un pueblo, y los jóvenes y los niños deben escuchar a los abuelos".
De la abundante cobertura mediática queda claro que los ucranianos no descartan a sus mayores. Las familias están sufriendo unidas, y unidas se levantarán de los escombros.
Demos gracias a Dios por este ejemplo heroico, y oremos para que la resurrección les llegue lo antes posible.
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