Los abuelos: necesarios y queridos
Monday, July 19, 2021
*Sr. Constance Veit
Espero que estén preparados para la Navidad, es decir, ¡para la Navidad en julio! Siempre supuse que esta celebración un tanto cursi se creó en nuestros hogares para las personas mayores como forma de ayudarnos a escapar temporalmente del calor del verano. Pero tiene una historia importante y un seguimiento mundial.
La Navidad en Julio fue una idea de Fannie Holt, fundadora de un campamento de verano en Carolina del Norte. Cuando la Gran Depresión se acercaba a su fin, Holt pensó que sería divertido para sus jóvenes campistas celebrar la Navidad, con la visita de Papá Noel, el 25 de julio de 1933. Su idea no sólo se convirtió en una tradición en el campamento, sino que también se ha convertido en una celebración popular desde Estados Unidos hasta Australia y Sudáfrica.
Un bloguero sugirió recientemente que es probable que este fenómeno evolucione este año, ya que los padres buscan formas de compensar las decepciones de la última Navidad. La Iglesia, sin embargo, nos ha dado la oportunidad de hacer especial el 25 de julio de una manera totalmente nueva, ya que precisamente ese día celebramos la primera Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores.
Al igual que nuestra celebración anual de la Navidad centra nuestra atención en Jesús, María y José, la elección de la fecha para esta nueva celebración nos lleva a reflexionar sobre la Sagrada Familia como una realidad "ampliada" y multigeneracional, ya que el Papa Francisco ha elegido el domingo más cercano a la fiesta de los Santos Joaquín y Ana, los abuelos de Jesús, para honrar a nuestros propios abuelos y a los demás ancianos de nuestras comunidades.
Nuestro Santo Padre eligió una imagen curiosa y un tanto triste para expresar sus sentimientos en este día. Se trata de un fresco medieval llamado El sueño de Joaquín, de Giotto.
"Una tradición narra que también san Joaquín, el abuelo de Jesús, fue apartado de su comunidad porque no tenía hijos", escribió el Papa. "Su vida —como la de su esposa Ana— fue considerada inútil". ¡Qué triste!
"Pero el Señor le envió un ángel para consolarlo", continuó el Papa. "Mientras él, entristecido, permanecía fuera de las puertas de la ciudad, se le apareció un enviado del Señor que le dijo: '¡Joaquín, Joaquín! El Señor ha escuchado tu oración insistente'".
Según la tradición, el ángel aseguró a Joaquín que su mujer le daría una hija, que se llamaría María, y que daría a luz milagrosamente al Hijo del Altísimo.
"Pero incluso cuando todo parece oscuro", expresó el Papa, "como en estos meses de pandemia, el Señor sigue enviando ángeles para consolar nuestra soledad y repetirnos: 'Yo estoy contigo todos los días'. Esto te lo dice a ti, me lo dice a mí, a todos. Este es el sentido de esta Jornada... ¡Que cada abuelo, cada anciano, cada abuela, cada persona mayor —sobre todo los que están más solos— reciba la visita de un ángel!"
El mensaje del Papa Francisco me recordó una conversación que mantuve con un grupo de nuestros ancianos poco antes de la pandemia. Mientras preparaba un folleto para ayudar a que los nuevos residentes se adaptaran a la vida en nuestros hogares, pregunté al grupo qué era lo más importante que se debía comunicar a los recién llegados.
Esperaba que me indicaran algunos datos necesarios, como el programa diario o los lugares principales de la residencia, pero su respuesta me sorprendió. "Dígales que aquí se les necesita, que se les quiere", se apresuró a responder el residente con más experiencia, mientras los demás asentían con la cabeza. "Eso es todo lo que realmente necesitan saber".
Decirles que son amados y queridos es, precisamente, lo que quiere el Santo Padre en este día especial. Él sabe que a veces las personas mayores se sienten solas o inútiles. A veces se sienten rechazadas, o que son una carga para los demás.
"[L]a Iglesia no puede y no quiere conformarse a una mentalidad de intolerancia y mucho menos de indiferencia y desprecio, respecto a la vejez", escribió Francisco en Amoris Laetitia.
Al contrario, "debemos despertar el sentido colectivo de gratitud, de aprecio, de hospitalidad, que hagan sentir al anciano parte viva de su comunidad", escribió. "¡Cuánto quisiera una Iglesia que desafía la cultura del descarte con la alegría desbordante de un nuevo abrazo entre los jóvenes y los ancianos!"
La Iglesia reconoce las circunstancias difíciles que estamos viviendo debido a la pandemia. Propone una forma sencilla de alimentar la solidaridad intergeneracional en este mes de julio: la celebración. "La manera escogida es tener una ocasión de celebración gozosa juntos... mayores y jóvenes juntos: padres e hijos; abuelos y nietos; personas que quizás no pertenezcan a la misma familia".
Con estos deseos en mente, encontremos una nueva forma de celebrar la Navidad en julio. Y recordemos a los ancianos que conocemos que son necesarios y queridos.
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