Vocación a la vida conyugal
Monday, February 8, 2021
*Fr. Matthew Gomez
Lo leen correctamente. El director de vocaciones ha escrito un blog cuando la Iglesia celebra la Semana Nacional del Matrimonio y el Día Mundial del Matrimonio. Tengo mis razones para hacerlo, pero como escribió el Papa San Juan Pablo II en Familiaris Consortio con más elocuencia que yo, "el amor es la vocación fundamental e innata de todo ser humano" (#11).
Dado que nuestra vocación común es amar y ser santos, es decir, llegar al cielo, la llamada al sacramento del sagrado matrimonio es tan vocacional como la llamada a la vida religiosa consagrada, al diaconado o al sacerdocio. El sacramento del sagrado matrimonio es una vocación de servicio. Es una llamada en la que el hombre "dejará a su padre y a su madre y se unirá con su mujer, y serán los dos una sola carne" (Mateo 19:5).
El hombre y la mujer están el uno al servicio del otro. Deben amarse mutuamente con tanta profundidad "como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella. Y después de bañarla en el agua y la Palabra para purificarla, la hizo santa, pues quería darse a sí mismo una Iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni nada parecido, sino santa e inmaculada" (Efesios 5:25-27). Sin presiones, ¿verdad?
En mis tiempos de seminarista, un sacerdote que nos dio un retiro dijo que el mundo no tenía un problema de vocaciones; más bien, el mundo tiene un problema de compromiso. No necesito mencionar los estudios sobre la cantidad de matrimonios que terminan en divorcio o el número de parejas que cohabitan antes de contraer el vínculo sagrado, o por qué tantos jóvenes posponen el matrimonio. Hemos visto las cifras. Conocemos a muchas personas de nuestras comunidades, nuestras familias, que se han visto afectadas por esta realidad.
La cuestión es cómo vivir la vocación del sagrado matrimonio cada día de sus vidas. Naturalmente, esto será diferente para cada pareja, para cada familia. Esta semana es una oportunidad para volver a comprometernos a vivir la vocación a la que Dios nos ha llamado.
No voy a darles 10 pasos fáciles para mejorar su matrimonio. Eso es para las revistas en los supermercados. Propondré dos maneras de asegurarse de que están viviendo la vocación al matrimonio. Obviamente, estas dos sugerencias se suman a lo que todos deberíamos hacer: la misa semanal, la oración diaria y el rosario, la confesión regular, la adoración frecuente del Santísimo Sacramento, entre otras.
La primera sugerencia es una cita romántica. "Pero Padre, estoy súper ocupado y llego a casa del trabajo muy tarde y me siento muy cansado".
Sus vidas no están tan ocupadas como para no pasar una noche con sus cónyuges. Sean creativos. Salgan a pasear por el vecindario. Hagan un picnic en el patio de su casa. Apaguen los televisores y envíen a sus hijos a la casa de los abuelos, y pasen una noche a solas en su casa.
"Pero Padre, usted no entiende. Mis hijos son mi mundo, son el centro de nuestras vidas y tienen clases de baile, y fútbol, y piano, y ..."
Sus hijos no son más importantes que sus parejas. Son el fruto del amor que ambos expresaron públicamente el día de su boda. Como hijo, créanme, sus hijos lo entenderán. La pregunta es: ¿Cómo invertimos nuestro tiempo con nuestro ser amado?
La segunda sugerencia viene del Vaticano. En su homilía durante la Vigilia Pascual de 2014, el Papa Francisco nos recordó a todos la necesidad de "ir a Galilea". En su homilía, el Santo Padre señala la interacción del ángel con María Magdalena en la mañana de Pascua. El ángel dice: "Digan a sus discípulos: Ha resucitado de entre los muertos y ya se les adelanta camino a Galilea. Allí lo verán ustedes" (Mateo 28:7). Fue en Galilea donde Jesús llamó por primera vez a sus discípulos a ser apóstoles. De aquel momento, el Papa Francisco destaca que fue allí donde los apóstoles comprenderían y encontrarían el valor, el fervor y la paz que necesitarían para superar el miedo tras los acontecimientos del Viernes Santo.
"Ir a Galilea" significa algo hermoso. Significa redescubrir nuestro bautismo como una fuente viva, tomar nuevas energías de las fuentes de nuestra fe y de nuestra experiencia cristiana.
Regresar a Galilea significa, sobre todo, volver a esa luz ardiente con la que la gracia de Dios me tocó al comienzo del viaje. De esa llama puedo encender un fuego para hoy y para cada día, y llevar calor y luz a mis hermanos y hermanas. Esa llama enciende una dicha humilde, una alegría que el dolor y la angustia no pueden perturbar, una alegría agradable y apacible.
Hermanas y hermanos míos, regresen a la Galilea del día de su boda. Háganlo a menudo, no sólo en su aniversario. Miren las fotos. Vean el video. Revivan el momento que dio inicio a la fuente de gracia en su matrimonio. Cada día de sus vidas, por su cuenta, renueven las promesas que se hicieron el uno al otro en ese día tan especial.
Nuestro mundo entero cambiará cuando empecemos a vivir nuestra vocación día a día.
La verdadera razón por la que quería escribir este blog es porque sabemos que de las familias buenas salen familias buenas. De las familias buenas salen religiosas buenas. De las familias buenas salen sacerdotes buenos.
Cada año, el Centro de Investigación Aplicada en el Apostolado (CARA), de la Universidad de Georgetown en Washington D.C., realiza una encuesta a la clase de los ordenandos. Encontraron que, en la clase de ordenación de 2020, casi nueve de cada diez ordenandos que respondieron (85%) informaron que sus padres eran católicos cuando eran niños. En 2019, tres de cada cuatro ordenandos que respondieron (77%). En 2018, cuatro de cada cinco ordenandos que respondieron (83%). En 2017, cuatro de cada cinco ordenandos que respondieron (80%).
Creo que estos cuatro ejemplos son suficientes para hacerles entender que, como director de vocaciones, quiero que los matrimonios no sólo tengan éxito, sino que prosperen.
Ruego que los hombres y las mujeres "dejen a su padre y a su madre" para responder con generosidad y valor a lo que el Señor les llama. Ya sea la vida familiar, la vida consagrada o el sacerdocio, el llamado comienza en la familia, y la familia comienza con el sacramento del matrimonio.
Que esta semana sea un tiempo de bendición y renovación para sus matrimonios, y que la Sagrada Familia de Nazaret interceda por sus familias mientras continúan cumpliendo la voluntad de Dios.
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