Los 'rubios' Jesus y María
Monday, August 3, 2020
*Fr. Eduardo Barrios, SJ
A nivel mundial se ha despertado una saludable conciencia contra el racismo a raíz de un triste acontecimiento: el afroamericano George Floyd perdió la vida bajo la asfixiante rodilla del policía ario Derek Chauvin el pasado 25 de mayo 2020.
Sin embargo, las manifestaciones contra el racismo han tomado un cariz preocupante. Ciertos manifestantes han desahogado su ira por los abusos cometidos por blancos contra negros hasta el punto de arremeter contra personajes históricos del calibre de Cristóbal Colón y Juan Ponce de León. Sus estatuas han sido vandalizadas en Miami.
La exageración antirracista se ha remontado a las sagradas figuras históricas de Jesucristo y la Virgen María. El activista Shaun King aboga por la destrucción de vitrales e imágenes de Jesús, María y los apóstoles por simbolizar, según él, la supremacía de los blancos.
Ignora ese señor que el cristianismo nació en el Medio Oriente, encrucijada de continentes y de razas. Los personajes bíblicos no eran rubios de ojos azules. Sin embargo, los artistas europeos buscaron inculturizar la fe cristiana al representar al Salvador y a su Madre Inmaculada con características raciales propias del medio en que vivían. Eso explica que las grandes obras de arte expuestas en museos como El Vaticano, El Prado y El Louvre, por mencionar unos pocos, representen a Jesús y María como de raza blanca, y además incurran en anacronismos relacionados con la arquitectura y el vestuario.
También ignora Mr. King que en países del Lejano Oriente como Japón, Corea y China hay iglesias donde las sagradas imágenes de Jesús y de María presentan color y rasgos faciales netamente orientales. Lo mismo se diga de las estatuas y pinturas piadosas esculpidas y pintadas en África. Muestran a Jesús y a María como de raza negra. Es una manera de subrayar que el Hijo de Dios se encarnó para salvar a todos los pueblos del mundo.
Hay un famoso actor norteamericano de complexión racial indefinible. Se llama Vin Diesel. Cuando un periodista le preguntó sobre sus orígenes étnicos, el interpelado respondió que era de raza humana.
Así como no es pecado nacer de color negro, tampoco lo es haber nacido blanco, asiático o mestizo. Se acabarán los prejuicios raciales cuando todos los hombres y mujeres del planeta se consideren a sí mismos y a los demás como simplemente humanos.
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