Estar en cuarentena es católico
Monday, April 6, 2020
*Dan Gonzalez
Este blog fue publicado originalmente el 19 de febrero de 2018. Se consideró oportuno actualizarlo para la Semana Santa de este año, en medio de esta pandemia mundial de coronavirus.
La palabra “cuarentena” se define como un aislamiento estricto impuesto para prevenir la propagación de enfermedades. Durante la Peste Negra del siglo XIV, los barcos que entraban en el puerto eran marcados con una bandera especial amarilla y negra, y mantenidos en aislamiento antes de que se permitiera desembarcar su carga y sus pasajeros.
A lo largo de la historia, muchas personas sospechosas de tener fiebre amarilla, difteria, viruela y cólera se mantuvieron en cuarentena. En tiempos más recientes, aquellos con SARS, gripe aviaria y gripe porcina han tenido que soportar un aislamiento forzoso. Y hoy en día, el nuevo coronavirus (COVID-19) tiene a la mayor parte del mundo en cuarentena, aislamiento autoimpuesto, o algún tipo de distanciamiento social para ayudar a aplanar la curva y evitar que los hospitales se vean abrumados.
Históricamente, la duración de la cuarentena dependía del tipo de enfermedad. La imposición de una cuarentena de nueve días ayudó a poner fin a la pandemia de gripe de 1918, que mató a más personas que la Primera Guerra Mundial. Y según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), aquellos que desarrollen síntomas después de haber contraído el COVID-19 lo harán dentro de 11.5 días.
La actual cuarentena por coronavirus está en vigor por muchas razones. En primer lugar, su intención es frenar la propagación del virus, pues reducir el número de personas con las que se tiene contacto disminuye la posibilidad de transmisión. Luego, el aislamiento evitará que los hospitales se vean abrumados con un gran número de pacientes al mismo tiempo. La cuarentena también nos da tiempo para desarrollar una vacuna para evitar que la gente adquiera la enfermedad, o un antídoto para curar a los que la tienen.
CUARESMA = CUARENTENA
Durante la Cuaresma, la Iglesia también pone a los fieles en cuarentena, literalmente durante 40 días desde el Miércoles de Ceniza hasta el Triduo. En la historia de la Iglesia, los penitentes, generalmente culpables de escándalos públicos como asesinato o adulterio, fueron separados temporalmente de la Iglesia durante toda la temporada de Cuaresma en imitación de cuando Dios expulsó a Adán y Eva. Fueron expulsados con la advertencia: “Recuerda, eres polvo y al polvo volverás”. Vivieron aislados de sus familias, amigos y feligreses durante los 40 días de Cuaresma.
Esta separación temporal de 40 días nos dio el término “cuarentena”, de la palabra italiana de mediados del siglo XVII para “cuarenta días”: “quarantina”. La palabra italiana “quaranta” significa “40”. La similitud se puede escuchar en la palabra española para 40: “cuarenta”, y en “Cuaresma”.
¿Por qué 40?
La duración de 40 días de la Cuaresma refleja otros tiempos de pruebas y dificultades que se encuentran en las Escrituras:
- La historia de Noé cuenta que la lluvia cayó sobre la Tierra durante 40 días y 40 noches.
- Tanto Moisés como Elías ayunaron durante 40 días antes de comenzar sus misiones.
- Los hebreos vagaron durante 40 años en el desierto después de salir de Egipto.
- Los espías de Josué tardaron 40 días en buscar la tierra prometida y traer fruto.
- Goliat se burló del ejército israelí por la mañana y por la tarde durante 40 días.
- Jonás advirtió a los ninivitas que tenían 40 días hasta que Dios derribara la ciudad.
- Jesús ayunó y oró en el desierto durante 40 días antes de comenzar su ministerio.
LA ENFERMEDAD
Como hemos escuchado durante semanas, la enfermedad de coronavirus es una enfermedad respiratoria cuyos tres principales síntomas agudos —fiebre, tos seca y profunda, y dificultad para respirar— pueden convertirse rápidamente en una amenaza para la vida, especialmente para los ancianos y las personas con problemas médicos subyacentes. A muchos de nosotros se nos ha dicho que nos quedemos en casa para proteger a los más vulnerables.
Pero la cuarentena de la Cuaresma no se debe a una amenaza física, sino espiritual. Esta enfermedad nos pone en contra del amor de Dios y aleja nuestros corazones de Él. Nuestra enfermedad es un pecado que se manifiesta de varias maneras. San Pablo ofrece esta lista:
“Es fácil reconocer lo que proviene de la carne: fornicación, impurezas y desvergüenzas; culto de los ídolos y hechicería; odios, ira y violencias; celos, furores, ambiciones, divisiones, sectarismo y envidias; borracheras, orgías y cosas semejantes. Les he dicho, y se lo repito: los que hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios”. (Gálatas 5:19-21)
El Catecismo presenta estas categorías para el pecado:
“Se pueden distinguir los pecados según su objeto, como en todo acto humano, o según las virtudes a las que se oponen, por exceso o por defecto, o según los mandamientos que quebrantan. Se los puede agrupar también según que se refieran a Dios, al prójimo o a sí mismo; se los puede dividir en pecados espirituales y carnales, o también en pecados de pensamiento, palabra, acción u omisión”. (Catecismo de la Iglesia Católica #1853)
EL DIAGNÓSTICO
Las noticias nos han mostrado que algunos de los que contraen el coronavirus sólo tienen una fiebre leve o tos antes de recuperarse, mientras que otros terminan en la unidad de cuidados intensivos. Todos los pecados deben ser evaluados según su gravedad. En las escrituras hebreas, algunos pecados merecían la muerte, mientras que otros podían ser expiados por medio de ofrendas. De manera similar, tenemos pecados veniales y mortales.
Los pecados veniales no nos separan de Dios y permiten que la caridad subsista.
Sin embargo, el pecado mortal, “... destruye la caridad en el corazón del hombre por una infracción grave de la ley de Dios; aparta al hombre de Dios, que es su fin último y su bienaventuranza, prefiriendo un bien inferior”. (Catecismo de la Iglesia Católica #1855)
A diferencia de COVID-19, que toma la vida humana, el pecado mortal se llama así porque causa la muerte del alma (separación de Dios). El alma pierde el estado de gracia que tenía y, si no hay arrepentimiento, resulta en la condenación eterna:
“Entraña la pérdida de la caridad y la privación de la gracia santificante, es decir, del estado de gracia. Si no es rescatado por el arrepentimiento y el perdón de Dios, causa la exclusión del Reino de Cristo y la muerte eterna del infierno”. (Catecismo de la Iglesia Católica #1461)
De acuerdo con el Catecismo (#1857), se deben cumplir tres condiciones para que un pecado sea mortal:
- Tiene como objeto una materia grave.
- Es cometido con pleno conocimiento.
- Es cometido con deliberado consentimiento.
LA RECETA
Los científicos y los médicos están experimentando con tratamientos para combatir el coronavirus. Remdesivir, cloroquina e hidroxicloroquina —drogas utilizadas para tratar otras dolencias— han demostrado ser prometedoras cuando se utilizan para combatir el COVID-19.
Para poner remedio al pecado, la Iglesia prescribe la confesión sacramental.
“Toda la fuerza de la Penitencia consiste en que nos restituye a la gracia de Dios y nos une con Él con profunda amistad”. (Catecismo de la Iglesia Católica #1468)
La confesión restaura la gracia bautismal y nos reconcilia con Dios y su Iglesia.
“La confesión sana, la confesión justifica, la confesión proporciona el perdón del pecado, toda esperanza se funda en la confesión; el lugar de la misericordia está en la confesión”. – San Isidoro de Sevilla
“La confesión es un acto de honestidad y coraje, un acto de confiarnos, más allá del pecado, a la piedad de un Dios amoroso y misericordioso”. – Papa Juan Pablo II
Pero si el sacramento de la penitencia es el antídoto post bautismal para el pecado mortal, ¿cómo vamos a obtener la absolución en este tiempo de aislamiento?
Tal vez el mejor recurso para la mayoría de los fieles es hacer lo que el Santo Padre sugirió: realizar un acto de contrición perfecta.
En su misa transmitida en vivo el 20 de marzo, el Papa Francisco nos instruyó:
“Haz lo que dice el Catecismo. Es muy claro: si no encuentras un sacerdote para confesarte, habla con Dios, que es tu padre, y dile la verdad: ‘Señor, he hecho esto, esto, esto... Perdóname’, y pídele perdón de todo corazón, con el Acto de Dolor y prométele: ‘Me confesaré después, pero perdóname ahora’. E inmediatamente volverás a la gracia de Dios”. (bit.ly/Misa20Mar2020)
Su referencia al Catecismo de la Iglesia Católica enseña que, a través de un acto de contrición perfecta, los pecados veniales y mortales son perdonados con la resolución de ir a la confesión sacramental tan pronto como esté disponible:
“Cuando brota del amor de Dios amado sobre todas las cosas, la contrición se llama ‘contrición perfecta’ (contrición de caridad). Semejante contrición perdona las faltas veniales; obtiene también el perdón de los pecados mortales, si comprende la firme resolución de recurrir tan pronto sea posible a la confesión sacramental”. (Catecismo de la Iglesia Católica #1452)
¿Qué hay de sus parroquias? ¿Cómo lo han enfrentado? ¿Transmiten sus misas en vivo o han hecho más? Compartamos y aprendamos juntos.
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