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Superman tiene su poderosa capa roja. Elías llevaba una capa para comunicar su autoridad divina. La más famosa es la Virgen María, quien suele ser representada con una capa conocida como manto, a menudo azul y a veces adornada con estrellas, para destacar su rol extraordinario en la historia. En la más antigua oración mariana de la Iglesia decimos: “Bajo tu manto [o amparo] nos acogemos, Santa Madre de Dios”.

Esta imagen de la Virgen María acogiendo al pueblo bajo su manto se conoce como la Schutzmantelmadonna (la madre del manto acogedor) en Alemania. En inglés y español, se le conoce mejor como la Virgen de la Merced.

Fotógrafo:

Esta imagen de la Virgen María acogiendo al pueblo bajo su manto se conoce como la Schutzmantelmadonna (la madre del manto acogedor) en Alemania. En inglés y español, se le conoce mejor como la Virgen de la Merced.


Los artistas medievales a menudo representaban a María bajo el título de Nuestra Señora de la Misericordia, con los brazos extendidos para revelar una multitud de diminutos suplicantes acurrucados en los pliegues de su manto. Toda clase de personas halló un lugar a los pies de María, desde príncipes y religiosas piadosas, a esclavos y campesinos. En la obra española "La Virgen de los Navegantes", el manto de Nuestra Señora es lo suficientemente abarcador para acoger a toda una armada de navíos. A través de estas pinturas, las mujeres y los hombres medievales expresaron su fe en la protección maternal de María y en su poderosa intercesión, ya fuera porque buscaban refugio de los piratas o de la peste.

El manto de Nuestra Señora también tuvo un significado especial en el Nuevo Mundo. Cuando María se le apareció a Juan Diego en Guadalupe, ella le aseguró: “Que no se perturbe tu rostro ni tu corazón… ¿Acaso no estoy aquí yo, que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombray mi resguardo? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Tienes necesidad de alguna otra cosa?”

María le explicó a Juan Diego que construyera un santuario en la colina de Tepeyac para que ella pudiera demostrar su preocupación misericordiosa por el pueblo de Dios: “Lo daré a las gentes en todo mi amor personal, en mi mirada compasiva, en mi auxilio, en la salvación”, le dijo. “Yo soy vuestra Madre misericordiosa, de ti, y de todos los hombres que viven unidos en esta tierra, y de todas las personas que me amen, los que me hablen, los que me busquen y los que en mí tienen confianza. Allí les escucharé sus lloros, su tristeza, para remediar, para curar todas sus diferentes penas, sus miserias, sus dolores”.

Nuestra fundadora, santa Juana Jugan, también era conocida por su manto, una capa negra con cofia que se inflaba en los vientos bretones y bajo la cual ella palpaba las cuentas de su rosario mientras viajaba a pie buscando limosna para los ancianos pobres a los que había dado un hogar. Varios artistas han recreado a Juana Jugan reuniendo a los ancianos bajo su manto y sujetándolos firmemente a su regazo, inspirados tal vez en las imágenes tradicionales de Nuestra Señora de la Misericordia.

Encuentro consuelo cuando imagino a quienes amo y cuido protegidos en los pliegues del manto de María, o acurrucados cerca del corazón de santa Juana Jugan. Pero también siento un desafío, y creo que es por eso que Dios me ha inspirado a contemplar estas imágenes, las cuales manifiestan el poderoso, pero tierno y misericordioso amor del mismo Dios.

Pintura de santa Juana Jugan, por Gerard Rooney, ilustrador en The Pilot, el diario de la Arquidiócesis de Boston, y residente de la Residencia Jeanne Jugan en Somerville, Massachusetts.

Fotógrafo:

Pintura de santa Juana Jugan, por Gerard Rooney, ilustrador en The Pilot, el diario de la Arquidiócesis de Boston, y residente de la Residencia Jeanne Jugan en Somerville, Massachusetts.

Creo que Dios hoy llama a la Iglesia y a cada uno de nosotros para abrir nuestros brazos, alcanzar y atraer a nuestro círculo de amor a todos los que están en las periferias de la sociedad. “Somos llamados a llevar a todos el abrazo de Dios, que se inclina con ternura de madre hacia nosotros… bajo el signo de la consolación”, dijo una vez nuestro Santo Padre a las mujeres y hombres consagrados.

Estas palabras del Papa Francisco pueden motivarnos a todos. Así es como seremos discípulos misioneros que llevan la alegría del Evangelio al hospital de campaña en el mundo de hoy. La fiesta de santa Juana Jugan se celebra el 30 de agosto, y durante estas últimas semanas de verano celebramos las fiestas de la Asunción de María, María Reina y también su cumpleaños. En estos días especiales, pidamos a Nuestra Señora y a santa Juana Jugan que nos enseñen a extender un manto de compasión sobre las almas heridas, al crear – y convertirnos – en santuarios de ese poderoso, pero a la vez tierno amor que alienta al corazón de Cristo.

Comments from readers

James - 08/28/2017 01:15 PM
Such a gracious article adorning our Sacred Mother Mary. Thank you, and I thank Mary. May we all ask for Mary's intercession on a daily basis. God's Blessings to all, In Unity,

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