El arte y la belleza en la Arquidi�cesis
Monday, May 8, 2017
*Blanca Morales
En un atrio con luces tenues, vino y otros comestibles, una sola luz descansa sobre un músico que rasguea su guitarra. Su sombra, grande y sobresaliente, baila en la pared unos pocos metros detrás de él.
Si no hubiera sido por una estatua gigante de Cristo a su derecha, pareciera una escena en un café de Wynwood. Pero este fue un concierto organizado por uno de los grupos locales de jóvenes adultos en el Centro Pastoral arquidiocesano.
Sin embargo, la música de Mike Mangione pudiera haber sido escuchada en un lugar de moda. El cantante y compositor se ha presentado en pubs, bares y hasta en programas matutinos, y quienes lo escuchan jamás asumirían que disfrutan una música cuyo tema es inherentemente católico.
La música de Mangione está inspirada en la belleza, la bondad y la verdad: los tres temas trascendentales que mueven el corazón hacia el Infinito. Las letras hablan de amor, identidad y añoranza, inspiradas por las enseñanzas de Juan Pablo II sobre la Teología del Cuerpo. De hecho, Mangione a menudo viaja con el reconocido conferenciante católico y maestro de TDC, Christopher West.
El catolicismo tiene mucho que ofrecer al mundo a través del arte, y a menudo los medios más efectivos no conllevan imponerle un rosario al público. No estoy diciendo que motivar al rezo del rosario sea algo negativo, pero algunos de nuestros dogmas pueden resultar un poco intimidantes para quienes no están familiarizados con los principios de la fe católica. Nuestro vocabulario podría hacer que algunos sientan que escuchan otro idioma.
Pero el arte tiene la capacidad de llegar directamente al corazón de una manera que el catecismo no puede. El obispo Robert Barron diría que antes de imponer la verdad, una persona necesita haber tenido un encuentro con la belleza; entonces la belleza conducirá a la bondad, y esa bondad conduce en última instancia a la verdad.
Como almas encarnadas, experimentamos la bondad y la verdad a través de la belleza que sentimos, y ahí es donde entra el arte.
Al vivir en una ciudad conocida por su arte contemporáneo, voy con frecuencia a explorar lo que ofrece el mundo creativo. A veces, las obras son creativas y únicas, pero por lo general la experiencia resulta decepcionante y me deja la sensación de que algo le falta al mundo del arte.
Me doy cuenta de que ese algo es lo que inspiró a algunos de los más grandes artistas del pasado: Miguel Ángel, Bernini y Puccini, por nombrar algunos.
A lo largo de la historia, la iglesia católica romana ha producido grandes obras que todavía permanecen como maravillas de la cultura humana. Algunos han expresado con tono misantrópico que la Iglesia ya no produce obras de arte hermosas. Siento que debo expresar mi desacuerdo.
Estamos impresos con un deseo de belleza, bondad y verdad porque hemos sido creados a imagen y semejanza del Único y verdadero Creador. Nuestras almas anhelan y expresan un deseo por el Infinito, por un Dios que es Belleza porque fuimos creados para estar unidos con Él.
Por eso me pregunté cómo los artistas de la Arquidiócesis han sido inspirados por la Belleza misma para crear obras que honran nuestra fe y nos llevan a la contemplación.
En un tiempo en que la publicidad, la televisión y los teléfonos inteligentes nublan nuestra capacidad para la reflexión, el arte sagrado nos invita a detenernos y mirar minuciosamente. El arte nos brinda una mirada a los misterios de la espiritualidad, así como a la profundidad de nuestra humanidad, como si fuera una ventana hacia la trascendencia. Y en una ciudad como la nuestra, por hermosa que sea su bahía y su perfil en el horizonte, necesitamos con urgencia mirar hacia la eternidad.
El Papa Benedicto XVI dijo una vez que la belleza, que a menudo se expresa en el arte, tiene el poder de restablecer el entusiasmo y alentar al espíritu humano a redescubrir su camino. Restablece la confianza de la humanidad para elevar sus ojos al horizonte y soñar una vida digna de su vocación.
¿Dónde está el arte en nuestra Arquidiócesis? Me dispongo a salir para descubrir esas joyas.
Para este blog buscaré el arte sacro en la Arquidiócesis y hablaré con algunos de los artistas locales que ofrecen sus talentos para servir a la comunidad. Serán ejemplos no sólo del arte digno de atención, sino de obras que inspiran, edifican y evangelizan a través de la creatividad. Como dijo san Juan Pablo II a sus compañeros artistas, "quien percibe en sí mismo esta especie de destello divino que es la vocación artística —de poeta, escritor, pintor, escultor, arquitecto, músico, actor, etc.— advierte al mismo tiempo la obligación de no malgastar ese talento, sino de desarrollarlo para ponerlo al servicio del prójimo y de toda la humanidad".
Les invito a que me acompañen en este viaje de estudio artístico y a que se fijen en el arte en su parroquia. Tomen tiempo para contemplar su significado. ¿Qué les comunica? ¿Qué le dice a la comunidad en general? ¿A la ciudad? ¿Al mundo?
Envíenme sus comentarios: ¿Qué es lo que más les agrada del arte sagrado de su parroquia?
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