La Alegr�a del Amor y el peso de la ira
Monday, February 13, 2017
* Br. Jay RIVERA FFV
Tengo que compartir esto, porque debo estar haciendo algo mal.
He terminado de leer Amoris Laetitia, incluyendo el "infame" capítulo ocho. Al leer este documento, puedo notar que algunas declaraciones necesitan una mayor clarificación o una mejor redacción, simplemente porque la mayoría de la gente no piensa en español y escribe en latín o italiano. Ese es un canje inusual. Como hablo español e italiano, volví a leer aquellas expresiones que sonaban extrañas a mi oído anglófono, repitiéndolas en español, y me di cuenta: "Oh, así es como un argentino diría tal cosa, mientras que un europeo o un americano lo diría de otra manera".
Contrario a lo que dice el “Blogisterium”, encontré dónde el Santo Padre hace algunos puntos muy precisos. El matrimonio es indisoluble. Una relación entre personas homosexuales no puede de ninguna manera elevarse al nivel del matrimonio. No podemos ignorar las reglas sólo porque el tiempo cambie. Y la excepción no es la regla.
Puedo apreciar el hecho de que él describe lo que está sucediendo en el matrimonio y la vida familiar en los países del Primer Mundo e incluso en la sociedad sudamericana de clase media. Su descripción es bastante precisa. Como alguien que ha vivido en tres continentes y cuatro países, puedo dar testimonio de ello. No es un panorama positivo, pero así son las cosas y nosotros, católicos y no católicos, tenemos que comenzar a ayudar a que los heridos sanen donde estén, y al mismo tiempo enseñar a la generación más joven lo que necesita saber antes del matrimonio, para evitar más víctimas en el futuro. Me parece que este es el tono de esta exhortación. Tenemos que luchar contra la percepción laicista del amor y el compromiso.
No tengo la impresión de que el Santo Padre esté tratando de cambiar reglas, disciplinas, tradiciones, leyes morales o doctrinas. Él quiere pintar un cuadro de lo que el amor, el matrimonio y la familia deben ser y lo que es en muchas partes de nuestra sociedad. No nos gusta la foto, pero no desaparecerá porque no nos guste. Debemos atacar el problema con un doble cañón, paliativo y preventivo.
En resumen, no encuentro nada herético ni nuevo, aparte del enfoque pastoral que sugiere el Santo Padre. Yo uso esa palabra porque él está sugiriendo, no exigiendo.
Además, no estoy de acuerdo con la manera en que algunas personas hablan del Santo Padre y de la exhortación. Hay muchas cosas que hacen y dicen las personas en posiciones de autoridad, que pueden perturbarnos. Eso no nos da el derecho de llamar al Vicario de Cristo un hereje, modernista, agente del diablo, o cualquier otro nombre semejante.
Si hay algo que nuestro santo padre San Francisco enseñó no sólo a sus hermanos y hermanas, sino también a la gente de su tiempo, era a hablar y pensar con reverencia y humildad del Papa, los obispos y de otros clérigos. No tenía problemas en ver debilidades, ni en defender lo que creía que era verdad. Pero tenía un problema muy serio con cualquier franciscano o laico que hablara irrespetuosamente del Papa o del resto del clero.
Aquí no se aplica el argumento de que "no soy franciscano", porque el ejemplo de santidad, humildad, caridad, respeto y sumisión de Francisco fue para el beneficio de toda la Iglesia, no sólo para el de aquellos en su familia religiosa.
Al leer la exhortación, no tengan miedo de estar en desacuerdo o de pedir aclaraciones, pero huyan de la tentación de calumniar el buen nombre de cualquiera, especialmente el del Vicario de Cristo. Él no tiene que ser perfecto para tener nuestro respeto. Eso quedó muy claro en el Concilio de Trento y en el Vaticano II.
Las personas humildes que hacen preguntas, ofrecen sugerencias y demuestran respeto avanzan más que quienes son hostiles. La hostilidad crea distancia entre las personas. No construye puentes de comunicación y reflexión.
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