El aroma que se eleva al cielo
Monday, August 18, 2014
*Dan Gonzalez
Mi madre prepara un arroz con pollo increíble – un plato popular en los hogares cubanos. Mi hermano y yo esperábamos ese delicioso plato cada semana porque entre sus ingredientes se hallaba la cerveza. Para dos varones preadolescentes, la idea de ingerir alcohol – aunque fuera en una cantidad insignificante – parecía dar validez a nuestra hombría.
Recientemente, mi madre preparó su famoso plato en mi casa. El aroma evocador trajo un mar de recuerdos agradables de la niñez.
¡Es increíble el poder que tiene el sentido del olfato para desencadenar recuerdos! Los científicos han presentado el Fenómeno de Proust para explicarlo, indicando que las memorias activadas por los olores pueden ser más intensas y fuertes que las provocadas por los otros sentidos. Esto se debe a la cercanía del bulbo olfatorio, que ayuda a procesar los olores, a las regiones de la amígdala y el hipocampo en el cerebro, que controlan la emoción y la memoria. Otros sentidos, como el gusto y el tacto, viajan por otras partes del cerebro antes de llegar a la amígdala.
El sentido del olfato fue fundamental en mi regreso a la Iglesia. Después de asistir por varios meses a un servicio no confesional mientras estaba en la universidad, el olor del incienso fue lo que me llevó a regresar a casa.
Entonces, ¿qué hay con esta tradición curiosa? El uso del incienso, ¿es una novedad católica o es anterior al cristianismo?
Desde la primera vez que el hombre echó hojas secas o ramitas al fuego, el aroma agradable que produce el incienso ha sido utilizado para intensificar los sentidos.
Cuando el homo sapiens se convirtió en homo religioso, el incienso adquirió un significado simbólico – su humo ascendente es una representación física de la oración espiritual que se eleva hacia el cielo. La evidencia de esta interpretación puede hallarse tanto en las escrituras hebreas como en las cristianas.
“Valga ante ti mi oración como incienso, el alzar de mis manos como oblación de la tarde.” – Salmo 141:1,2
“Otro ángel vino y se puso junto al altar con un badil de oro. Se le dieron muchos perfumes para que, con las oraciones de todos los santos, los ofreciera sobre el altar de oro colocado delante del trono. Y por mano del ángel subió delante de Dios la humareda de los perfumes con las oraciones de los santos.” - Revelación 8:3-4
Dado que la misa es la manera suprema de orar en la Iglesia, entonces parece apropiado que la liturgia esté repleta de nubes de humo ascendente.
Además de su significado simbólico, incensar tenía un propósito práctico. En la actualidad, gracias a los relojes, los carros y el control del clima, los fieles pueden llegar pocos minutos antes de comenzar la misa y sentarse cómodamente con aire acondicionado mientras dure la celebración.
Este no era el caso de la iglesia primitiva. Dado que los relojes personales no existían, los fieles llegaban temprano, muchos tras caminar grandes distancias, y pasaban horas en una basílica calurosa, apretados, antes de que comenzara la misa. A pesar de la existencia de baños públicos, bañarse diariamente no era común. Para despejar el aire, se quemaba incienso para disfrazar los olores que generaba una multitud de viajeros.
La Instrucción general del Misal Romano permite el uso del incienso en momentos específicos de la misa:
- En la procesión de entrada
- Para incensar el altar al inicio de la misa
- En la procesión del Evangelio y la proclamación
- En la preparación de las ofrendas: las ofrendas se inciensan, al igual que el altar, el celebrante y la asamblea
- Al elevar la hostia y el cáliz durante la Plegaria Eucarística
Leí sobre un feligrés con EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica, o COPD por su sigla en inglés) que no había participado en el Triduo Pascual durante varios años y tiene que salir de la misa durante la Navidad cada vez que se usa el incienso.
Reacciones menos graves permiten el uso del incienso alrededor del altar, lejos de la congregación, pero es más difícil cuando se usa en la procesión de entrada, en medio de la asamblea.
Algunos miembros de coros y lectores también han expresado su preocupación por el incienso, al indicar que se les hace más difícil cantar y proclamar la Palabra.
Entonces, ¿qué se puede hacer sobre esto? Además de la “misa en español”, la “misa en inglés”, la “misa en latín”, ¿debiera anunciarse una “misa hipoalérgica” en el boletín parroquial?
¿Se debe limitar el uso del incienso? A algunos seminaristas se les ha comunicado que “si pueden ver el altar después de haber incensado, es que no lo han incensado lo suficiente”. ¿Debiera eliminarse esta enseñanza chistosa?
¿Se debiera educar a los seminaristas sobre el EPOC, la anafilaxis y otras enfermedades pulmonares, para promover la comprensión?
El uso selectivo del incienso, ¿pudiera comunicar un sentido de “solemnidad progresista” en la que la Navidad y la Pascua de Resurrección parezcan tener más importancia que otros días en el calendario? ¿Qué impacto tendría eso sobre la asistencia a la misa?
Hay una iglesia en particular donde el incienso no disuade la asistencia a la misa. ¡Es la atracción principal! El Botafumeiro de Santiago de Compostela es uno de los incensarios más grandes del mundo: pesa 176 libras y mide más de 5 pies de altura. Se utilizan palas para llenar el Botafumeiro con más de 80 libras de carbón e incienso. Para mecer el inmenso incensario se necesitan ocho hombres y varias poleas amarradas al techo. Pueden verlo en acción aquí.
¿Y ustedes? ¿En cuáles misas durante el ciclo litúrgico su parroquia usa el incienso? ¿Y fuera de la misa? ¿Son alérgicos al incienso? ¿Existen algunas restricciones o consideraciones en su parroquia sobre su uso? El incienso, ¿añade a la belleza, solemnidad y reverencia de la misa? ¿Han visto el Botafumeiro en acción? ¡Compartan y aprendamos juntos!
Comments from readers
Perhaps the earliest mass of the day could be incense free on holy days, then there's a choice of when to go to mass.
I developed celiac disease recently and am so thankful that there are now low gluten wafers.
There is usually a way to work at having the fullness of faith even with illnesses, but we have to be aware of the alternatives and let the congregation know of these opportunities.