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Nueva aclamaci�n aclara a�n m�s que el pueblo ahora le habla directamente a Jes�s


Quizás uno de los cambios más notables en la nueva traducción del rito latino al inglés tiene que ver con la aclamación utilizada como respuesta a la consagración.

“El Misterio de la fe”, dice el sacerdote. ¿Qué puede ser más importante? Meditar sobre las aclamaciones memoriales nos ofrece un nuevo entendimiento sobre el misterio de la Eucaristía, que se encuentra en el corazón de nuestra fe.

Antes de hablar de los cambios, merece la pena reflexionar sobre esta parte de la misa. En primer lugar, ¿qué sucede? La introducción de una “anamnesis” (literalmente, una “recordación”) del pueblo fue un cambio establecido en el Concilio Vaticano Segundo. Se tomó prestado de la liturgia de uno de los ritos orientales. El pueblo le dice las palabras a Jesús. Eso debe provocar que prestemos atención, ya que en la Eucaristía casi siempre nos dirigimos al Padre, y no al Hijo.

¿Por qué nos detenemos a hablarle a Jesús después de la consagración? Supongo que es  obvio. Él ahora se encuentra presente en el altar. Pausamos para saludarle a través de la aclamación. Esto no es algo que la mayoría de nosotros está acostumbrada a escuchar. Sin embargo, es una nota muy personal, y enfatiza la importancia de la consagración. La presencia del Señor sobre el altar provoca una respuesta.

Un sacerdote comentó sobre eso, y dijo que se sentía feliz al finalizar la consagración porque él dejaba de ser el centro de atención. Cristo estaba presente y el sacerdote ya podía cederle su lugar. Admito que nunca pensé en eso hasta que lo leí en un libro, y me hizo darme cuenta de que la aclamación es parte de una conversación personal con el Señor.

Por eso es natural que se eliminara la aclamación que quizás se utilizaba con más frecuencia: “Cristo ha muerto, Cristo ha resucitado, Cristo vendrá de nuevo”. Se dice que uno de los obispos lamentó: “Pero, ¡esa es la única que todos conocen!”

Sin embargo, la razón por la que se cambió es obvia. Esas tres frases no son oraciones,  sino declaraciones. Están en la tercera persona, no en la segunda. Las originales en latín son como una exclamación que se dirige directamente al Señor Jesús. Dos de ellas dicen “Domine” (Señor) y una le habla al “Salvador mundi” (Salvador del mundo).

En la nueva traducción, la respuesta del pueblo tiene tres opciones, en vez de las cuatro que se utilizaban anteriormente. Las nuevas traducciones son:
•    “Proclamamos tu muerte, O Señor, y profesamos tu resurrección hasta que vuelvas”.
•    “Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas”.
•    “Salvador del mundo, sálvanos, Tú que nos has liberado por tu cruz y resurrección”.

Esto puede separarse teológicamente y merece nuestra meditación. Cada una se dirige a Jesús y resume el misterio profundo de nuestra redención por medio de su cruz y resurrección. Esto es lo que declaró la aclamación antigua, que Cristo murió por nosotros, que resucitó y que esperamos su regreso glorioso. Dado que la resurrección fue la prueba definitiva de la divinidad de Cristo, las aclamaciones indican, sin reservas, el misterio de la encarnación.

También demuestran que nuestro memorial no sólo se trata de acontecimientos del pasado. El sacerdote suizo Pascal Desthieux lo ilustró con una comparación particularmente apropiada. Cuando un esposo y una esposa celebran su aniversario, no sólo se trata del pasado. El hecho de que celebran la fecha tiene que ver con lo continuo de su relación. A pesar de la manera absurda y anárquica en que la gente vive en nuestros días, en que cualquier cosa es posible, una pareja que se ha comprometido mutuamente no recordaría el día en que se unió si no tuviera un significado en el presente. Ambas partes recuerdan el pasado, pero el acontecimiento que celebran tiene ramificaciones en el presente y en el futuro.

De manera similar, la comunidad de fe no sólo mira hacia el pasado, sino que recuerda el acontecimiento más importante de la historia humana, la muerte sacrificial de Jesús el Cristo. El acto presente – la recordación – se trata de nuestra relación con Cristo ahora. Se refiere al pasado, hablando sobre la muerte y la resurrección de Jesús. Aun así, las tres aclamaciones hacen clara referencia al futuro.

Las tres aclamaciones son equivalentes pero, al mismo tiempo, se complementan. La primera ofrece un panorama de la historia de la salvación. Menciona la proclamación del pasado, en específico, la muerte del Señor. Luego habla de “profesión”, que se refiere al presente. Por último, habla del futuro, “hasta que vuelvas”. Esto expresa explícitamente lo que implican las otras dos aclamaciones.

La segunda aclamación habla directamente de la Eucaristía, comer el pan y beber del cáliz. Esta es prácticamente una cita de 1 Cor. 11, 26: “Y así, siempre que coman este pan y beban esta copa, proclamarán la muerte del Señor hasta que él vuelva”. El pasado, el presente y el futuro se encuentran como elementos, pero la aclamación tiene la ventaja única de originarse en las Escrituras y referirse al banquete eucarístico de manera concreta.

El inicio de la tercera aclamación: “Salvador del mundo, sálvanos”, cuenta con una asonancia poética y, de hecho, la oración puede permanecer sola, independiente del canon eucarístico. Se refiere con mayor claridad a la pasión de Cristo por la referencia a la cruz. También contiene la idea teológica de “libertad”, que es una metáfora para la redención. Considero que esta tercera opción es la más hermosa.

Comments from readers

vivian cuadras - 04/02/2012 09:58 AM
Dear Monsignor:

Thank you so much for your reflection on the mystery of faith. I have always been fascinated with Jesus's relationship with Martha, Mary, and Lazarus. This "friendship" among them was so tender,so personal. When Martha had said to Jesus: ""Lord, if you had been here, my brother would never had died." Jesus tells Martha that He is the resurrection and the life. Then He asks her: "Do you believe this?" Here in this very setting,now at the altar, Jesus asks us: "Do you believe?" Jesus is our Lord and savior, and He also is our very best friend who makes Himself present to us in the mystery of faith. When friendship is authentic, it requires no words, a silent presence - one could even say it is a "mystery", but I would not have it any other way.

Sincerely in Christ

Vivian Cuadras

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