Los 30 a�os del sida: Todav��a queda mucho por hacer
Monday, November 28, 2011
*Brenda Tirado Torres
Soy una persona afectada por el sida: hace 11 años perdà a mi hermano a causa de la enfermedad. Al ser testigo de la valentÃa con la que vivió los siete cortos años desde el diagnóstico con el VIH hasta su partida prematura, decidà que su jornada no serÃa en vano. Dos años después de su fallecimiento, inicié mi propia jornada en el ministerio al pueblo de Dios afectado por el sida. Desde entonces, Dios me ha bendecido con oportunidades para aprender y servirle a través de quienes se ven afectados por la enfermedad, y para compartir mis experiencias en la pastoral católica del sida.
Quizás ustedes saben que este año conmemora el 30mo aniversario de la pandemia del sida. Durante las pasadas tres décadas, se ha logrado mucho en la investigación y los avances cientÃficos. La que antes se consideró una enfermedad fatal, ahora es una condición crónica, como la diabetes, y muchas personas con acceso a tratamiento han podido vivir más de 20 años con la enfermedad.
Celebro los logros, pero también debo crear conciencia sobre otros asuntos relacionados al sida en los Estados Unidos, pues la gente parece estar más al tanto de la crisis del sida en otras partes del mundo.
PARA MÃS INFORMACIÓN
La tercera década de sida aún nos presenta serios desafÃos en los Estados Unidos. El sida, que en un principio era un problema de las zonas metropolitanas, ahora es una amenaza para las comunidades rurales de este paÃs. Por varios años, la región sur ha tenido el mayor número de nuevas infecciones del VIH, de personas que viven con sida, y de muertes relacionadas con la enfermedad. Sin embargo, la mayor parte de los fondos se canalizan a otras regiones del paÃs, gracias a los esfuerzos de entidades bien organizadas en dichas regiones. Tenemos que crear conciencia entre los oficiales electos de la región sur sobre la necesidad de más fondos. Por otra parte, el estigma relacionado con el sida ha desempeñado un papel en la falta de interés por una distribución más equitativa de fondos. Muchos legisladores y sus electores aún ven el sida como un castigo, no como una crisis de salud pública. El costo en vidas de la complacencia y la actitud de negación, de “en mi distrito/pueblo/comunidad/iglesia no hay sida†es muy alto, especÃficamente entre los pobres.
La crisis económica evita que personas de bajos ingresos, sin seguro médico o cuyo seguro tenga una cobertura limitada, tengan acceso al tratamiento efectivo para el VIH bajo el AIDS Drug Assistance Program (ADAP, el programa de asistencia para medicamentos del sida). Doce estados ya tienen listas de espera para que estas personas puedan tener acceso a medicinas para su tratamiento. Siete de los 12 estados se encuentran en la región sur. Durante una conversación privada con unos ministros católicos del sida, uno de los directores estatales de programas para personas con VIH/SIDA manifestó que la situación en su estado es tan crÃtica, que la gente debe esperar a que alguien muera para poder obtener medicinas. La Florida es uno de esos 12 estados. Es más: tres de los cuatro condados del Sur de la Florida – Miami-Dade, Broward y Palm Beach – se encuentran entre los primeros 10 con la mayor incidencia de infecciones con el VIH en el paÃs.
Sin necesidad de llamar la atención, los ministros católicos del sida permanecen fieles a su misión de atender las necesidades de los afectados por la enfermedad. Su trabajo es intenso, y las numerosas decepciones amenazan con desanimarles. Pero Dios, en Su maravilloso estilo, rocÃa la jornada con amorosos recordatorios y motivación. Hace poco me sorprendió la visita de dos Misioneras de la Caridad. Hablamos sobre los desafÃos y sobre el cambiante rostro del sida; sobre cómo la enfermedad ahora afecta a más mujeres negras e hispanas, a los ancianos y a jóvenes entre las edades de 13 a 24; y sobre cómo debemos permanecer fieles en oración y acción para reflejar el amor y la compasión de Jesús entre quienes enfrentan la enfermedad.
Al concluir nuestra conversación, una de ellas sacó una de las pocas medallas que llevaba en una pequeña cartuchera plástica, la colocó en mis manos, y dijo: “Yo no le doy esto a todo el mundo, pero quiero que tú tengas una. Me la dio la Madre Teresaâ€. Me quedé muda; intenté disfrutar lo sagrado de aquel momento en que me sentà encomendada de nuevo en mi apostolado de servicio a mis hermanas y hermanos afectados por el sida. Mientras recibà aquel delicado recordatorio, recordé las palabras de la santa mujer de Calcuta:
“Al finalizar nuestras vidas, no se nos juzgará por la cantidad de diplomas que recibimos, por cuánto dinero hicimos, o las grandes obras que realizamos. Se nos juzgará porque ‘tuve hambre y me diste de comer; estuve desnudo y me vestiste; estuve sin hogar, y me acogiste’; hambriento no sólo de pan, sino hambriento de amor; desnudo no sólo de vestido, sino de dignidad humana y respeto; sin hogar no sólo por necesitar un techo, sino desamparado por la discriminación. Ese es Cristo en su apariencia más angustianteâ€.
Tras 30 años de sida, Dios aún nos confÃa unos a otros.
Comments from readers
Thank you for all you do to serve your fellowman. I am so thankful that you continue to lift us with your words and your kind deeds in service to persons infected and affected by HIV/AIDS.
Love and Blessings,
Kenneth
Thank you for using your talents to bless people affected by HIV/AIDS. Truly God brings blessings out of sadness. May God bless you with the strength to continue your ministry.
Rachel
every body need your work