By Jim Davis - Florida Catholic
MIAMI | En una ironía de proporciones bíblicas, la Reforma Protestante �una ruptura histórica en la cristiandad� es utilizada por católicos y luteranos del Sur de La Florida para trabajar y orar por la unidad.
El 31 de octubre se conmemorarán 500 años del día en que, en 1517, Martín Lutero clavó 95 tesis en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg, en Alemania, en desafío a la autoridad de la Iglesia.
A partir de esa fecha surgieron conflictos, tanto de palabras como de armas, y profundas divisiones que persisten hasta nuestros días.
Pero líderes en varios niveles, hasta el Vaticano, han trabajado por la comprensión y la reconciliación. Sus diálogos han resultado en planes para actividades de gran escala en el Sur de La Florida y en otros lugares.
Líderes ecuménicos de ambas partes esperan que Reforma 500, como se le ha llamado, ayude a sanar las divisiones entre las comunidades.
“Tratamos de usar el término ‘conmemoración’, no ‘celebración’”, indicó el Rev. Walter Still, presidente de las actividades del Sínodo de la Iglesia Evangélica Luterana en América (ELCA, por su sigla en inglés) para Florida y Bahamas. “Nunca podremos celebrar algo que dividió a la Iglesia. A partir de eso, podemos ver cómo trabajar de manera positiva para volver a reformarla”.
El P. Pat O’Neill, director de la Oficina del Ministerio Ecuménico e Interreligioso de la Arquidiócesis de Miami, se hizo eco de estas palabras.
“Esperamos que nuestro pueblo se vuelva más consciente de los puntos en común entre la oración luterana y la católica, el diálogo y la acción social”, dijo el sacerdote. “Confiamos en que los eventos brinden una nueva perspectiva al pueblo, y una oportunidad no sólo para conmemorar el aniversario, sino para celebrarlo con su participación”.
Los planes para Reforma 500 se anunciaron por primera vez en octubre, en una carta de dos pastores importantes en La Florida: el Arzobispo Thomas Wenski, de Miami, y el Obispo Robert G. Schaefer, director saliente del sínodo de ELCA, con sede en Tampa.
“Toda la historia humana está llena de luces y sombras, por lo que esta ocasión es particularmente emotiva”, dice la carta conjunta, publicada bajo los escudos de armas de ambos obispos. “Al observarla unidos, confiamos en que podremos fortalecer nuestras relaciones eclesiales y nuestro amor mutuo por Jesucristo”.
Lanzamiento en Lund
Un momento decisivo ocurrió cuando el Papa Francisco se unió a líderes de la Federación Luterana Mundial el 31 de octubre en Lund, Suecia, para el lanzamiento del año de Reforma 500.
“Los cristianos seremos testigos creíbles de la misericordia en la medida en que el perdón, la renovación y la reconciliación se experimenten diariamente en medio de nosotros”, expresó el Papa durante el servicio de oración en la catedral luterana de Lund, de acuerdo con Catholic News Service.
En aquel servicio se utilizó una nueva liturgia llamada “Oración Común”, basada en el documento católico-luterano “Del Conflicto a la Comunión”. La misma liturgia se utilizará en octubre en la Catedral St. Mary, en Miami, dirigida por el Arzobispo Wenski y el sucesor del obispo Schaefer.
En la Arquidiócesis, las actividades de Reforma 500 son coordinadas por la Universidad St. Thomas, en Miami Gardens, a través del Centro para el Diálogo Ecuménico e Interreligioso. Es un rol apropiado porque Lutero era agustino �la misma orden que fundó la universidad.
“En este país ha habido una historia desagradable de confesionalismo y sectarismo”, dijo el P. Elias Bouboutsis, director del Centro Ecuménico. “Es muy importante que un congregante local no vea a otras iglesias como rivales o extrañas. Podemos ver (a las iglesias) como un mosaico, no falanges de ejércitos distintos”.
También resulta irónico que lo que comúnmente se llama la Reforma no condujera a una, sino a la división de la cristiandad europea, lo que tuvo como resultado las 9,000 denominaciones protestantes de la actualidad. Pero lo que pretendía Lutero era reformar la Iglesia, no formar una nueva.
Los líderes de la Iglesia moderna reconocen que en el siglo XV había mucho que reformar. Para Lutero, el punto de partida era la venta de indulgencias: el dinero para la remisión del castigo temporal de los pecados, utilizado a menudo para recaudar fondos para proyectos como las Cruzadas.
A lo largo de los años, amplió su crítica a asuntos como la autoridad papal, la enseñanza de la Iglesia sobre los sacramentos, y el derecho de la jerarquía a interpretar las Escrituras. La retórica se intensificó en ambos lados, y fue excomulgado en 1521.
Pero su movimiento engendró otros. Juan Calvino y sus seguidores dirigieron la reforma de la cristiandad en Suiza. Alrededor de Europa, los anabaptistas desarrollaron su propia interpretación de la Fe. Y Enrique VIII se declaró jefe de la Iglesia de Inglaterra, rompimiento con Roma que culminó bajo el reinado de Isabel I.
Acontecimiento singular
La Iglesia Católica redobló esfuerzos con el Concilio de Trento en el siglo XVI, en el que reafirmó los sacramentos y la autoridad tanto de las Escrituras como de la tradición de la Iglesia. Pero también restringió algunos de los peores abusos de la época de Lutero.
Sin embargo, la oposición entre católicos y protestantes continuaba, condición que persistió hasta el histórico Concilio Vaticano II de 1962-65. Una de las conclusiones más emocionantes del Vaticano II fue que los no católicos no eran enemigos sino “hermanos separados”.
Russell Meyer, representante ecuménico del Sínodo Luterano, elogió el Concilio Vaticano II como “un acontecimiento singular en la historia de la humanidad. Nunca se había reunido a tantos líderes de todo el mundo. Y no fueron sólo ellos, pues los grupos de trabajo contaban con observadores protestantes, musulmanes, hindúes, judíos. La Iglesia Católica Romana no sólo se hablaba a sí misma, sino al mundo”.
En 1999 hubo un avance cuando los principales líderes luteranos y católicos firmaron la Declaración Conjunta sobre la Doctrina de la Justificación, y los líderes metodistas mundiales también la ratificaron en 2006. La declaración, de 7,700 palabras, anuló siglos de conceptos erróneos en los que los protestantes acusaban a los católicos de trabajar para la salvación, y los católicos acusaban a los protestantes de evadir las responsabilidades espirituales.
“Sólo por gracia mediante la fe en Cristo y su obra salvífica, y no por algún mérito nuestro, somos aceptados por Dios y recibimos el Espíritu Santo, que renueva nuestros corazones, capacitándonos y llamándonos a buenas obras”, dice el documento. Añade, sin embargo, que la obra de la gracia de Dios no excluye la acción humana, pues estamos llamados a servir.
A pie de página, Meyer citó una nota de la declaración de 1999 del Papa Benedicto XVI. “Dijo que la importancia de la obra es estar juntos en la calle y proclamar el evangelio de hoy en un lenguaje que el mundo pueda entender. Tenemos que dejar de usar la Biblia unos contra otros, y empezar a leerla juntos por el bien de la salvación del mundo”.
Algunos asuntos han eludido hasta ahora el acuerdo. Para el P. O’Neill, el asunto más importante es la “sucesión de Pedro en la ordenación. Roma insiste mucho en trazar su autoridad desde Pedro, y de ello surgen muchos problemas, como la autoridad y la práctica. Pero eso es clave”.
El Rev. Walter Still, del lado luterano, estuvo de acuerdo, llamándolos “asuntos de autoridad y teología sacramental” que afectan las visiones sobre la ordenación.
Pero se siente optimista en hallar una solución, porque ELCA ya cuenta con el “púlpito y el compañerismo del altar” de muchas entidades protestantes, como metodistas, presbiterianos y episcopales.
Diferencias restantes
Otros asuntos de la división católico-luterana incluyen:
- La esencia de la Eucaristía. Los católicos creen que el pan y el vino consagrados se “transubstancian” en el cuerpo y la sangre de Jesús. Los luteranos creen que Jesús habita “en, con y bajo” los elementos eucarísticos, pero no especifican cómo.
- Clero masculino solamente. ELCA no sólo tiene mujeres pastoras, sino también mujeres obispos, incluyendo a la Rev. Elizabeth Eaton, obispo presidente de la denominación desde 2013.
- Cuestiones morales como el aborto y el matrimonio homosexual. ELCA es más liberal en ambos asuntos que la Iglesia Católica.
El Padre O’Neill estuvo de acuerdo en que algunas cuestiones aún se resisten a las soluciones. Pero permaneció optimista, no sólo por la Fe, sino también por algunos signos visibles de cooperación. Dijo que uno de ellos es un grupo luterano-católico que visita el refugio para personas sin hogar de Camillus House, en Miami, dos veces al mes.
“La conmemoración del aniversario es una señal clara de la gracia de Dios”, expresó. “El Espíritu de Jesús nos está acercando a la comunión”.
El ecumenista luterano estuvo de acuerdo en que el trabajo conjunto ayuda. “Creo que Cristo siempre llama a su iglesia a la misión”, manifestó. “Nuestro mundo se encuentra dividido, y busca un lugar donde se vea que ocurre la unidad. Siento que Jesús va delante de nosotros en todo nuestro trabajo”.