By Jim Davis - Florida Catholic
WESTON | El Obispo Enrique Delgado recuerda su primer llamado de Dios � en Japón.
Fue alrededor de 1990, cuando era un hombre de negocios. En Tokio visitó la capilla de la Universidad Sofía, asociada con los jesuitas, y se cautivó con la imagen de una cruz en la tienda de regalos.
Le preguntó a una monja qué decía la inscripción en japonés debajo de la cruz. “Me dio una Biblia en inglés y japonés. Decía, ‘Síganme, y les haré pescadores de hombres’.
“Fue como un trueno desde mi cabeza a mi corazón”, dijo durante una entrevista en la iglesia de St. Katharine Drexel, en Weston, donde ha sido párroco desde 2010. “Estaba petrificado”.
La experiencia lo impulsó a seguir el llamado, un camino que le condujo a su ordenación como sacerdote arquidiocesano, y luego a su selección como el nuevo Obispo uxiliar de Miami.
Según se difundía la noticia el 12 de octubre sobre la elección del Vaticano, los amigos del Obispo Delgado lo elogiaron de inmediato.
“Merecemos una persona como él como Obispo”, expresó el padre Michael Hoyer, de la iglesia de St. Gregory, en Plantation, y amigo durante más de un cuarto de siglo. “Es un pastor y le agrada la gente. Es el alma y el espíritu de bondad, compasión y servicio”.
Hedalys Antón-Aguirre, maestra de confirmación en St. Katharine Drexel, dijo que se sentía “muy emocionada” por la noticia de la selección del padre Delgado. “Cuando conoces a alguien que es un líder espiritual y que estará en otro ministerio, sabes que se trata de una buena persona. Espero que pueda permanecer con nosotros durante unos meses más”.
¿Cómo es el Obispo que recibe la Arquidiócesis? El nativo de Lima será, por una parte, el primer Obispo de los Estados Unidos nacido en Perú. Por otra, trae a su vocación una experiencia en negocios y un título en economía de la Universidad de Lima.
Una carrera en negocios puede parecer algo muy distinto a una vocación espiritual, pero el Obispo Delgado parece integrarlas bien.
“En los negocios, organizas a las personas y delegas mucho”, explicó. “Al final, todo se traduce en números. Puedes leerlos y ver qué está sucediendo, y si favorecen al pueblo de Dios”.
Amistoso, sociable
Pero lo que mencionan más sus amigos y colegas es la personalidad del Obispo Delgado: alegre, amistoso, sociable. También notan un lado enfocado, serio y estudioso. Además, una eficiencia diligente nacida de los años en el mundo de los negocios. Y la determinación sincera de hacer lo que más conviene a los feligreses.
“Un Obispo a veces se aísla con la burocracia y la administración”, dijo el padre Hoyer, con quien el Obispo Delgado compartió durante seis meses en la iglesia de Our Lady Queen of Martyrs, en Fort Lauderdale. “Pero él es muy accesible. Será muy bueno para el episcopado”.
De la misma manera, Bryan Froehle, quien supervisó el doctorado del Obispo Delgado en la universidad de St. Thomas, cita su capacidad para tratar a la gente, sean individuos o grupos grandes.
“Brinda una presencia cálida y entusiasta que es personal y alentadora”, indicó Froehle. “He estado entre multitudes, y al darme la vuelta, lo he visto haciendo todo lo posible por saludar o llegar hasta alguna persona”.
Sin embargo, el camino hasta la segunda vocación del Obispo Delgado no fue una progresión constante. En el viaje desde Japón a su casa en Perú, se detuvo en Miami. Pasó la noche en el seminario escuela de St. John Vianney, donde vio a hombres de su edad preparándose para el sacerdocio. Eso le convenció de que no era demasiado tarde para elegir una segunda vocación.
Antes de ingresar al seminario, dio un paso adicional en 1991 al probar la vida de la iglesia en Our Lady Queen of Martyrs. El padre Hoyer, párroco en aquel tiempo, admiraba la entusiasta ética de trabajo del padre Delgado.
“Siempre estaba dispuesto a ayudar � lavaba los platos, barría, servía la Comunión, realizaba diligencias”, recordó el padre Hoyer.
Pero la vida del seminario fue un cambio considerable, confesó el Obispo Delgado. En su primer día en St. John Vianney, tras pasar años como un hombre de negocios que había viajado extensamente, su tarea fue limpiar los baños.
“El primer día fue terrible”, admitió con una sonrisa. “En aquel momento, me di cuenta de que tendría que empezar todo de nuevo. Como ingeniero, tuve que competir por ser el mejor. En el seminario descubrí que, si eres el último, eres el mejor”.
Con hambre de aprender
Sin embargo, en ambas instituciones � St. John Vianney y St. Vincent De Paul, el seminario mayor cerca de Boynton Beach � los instructores notaron su seriedad y compromiso con el estudio y el aprendizaje.
“Siempre tenía hambre por aprender”, dijo el padre Juan Sosa, que enseñó Liturgia y el Rito de Iniciación Cristiana para Adultos (RICA) en St. Vincent De Paul. “Estaba ansioso por prepararse para servir, entusiasmado por presentarle a Jesús al pueblo”.
El Obispo John Noonan, de Orlando, quien fuera vicerrector de St. John Vianney en aquel momento, recordó al Obispo Delgado como “maduro, tranquilo, muy centrado. Era un pensador profundo, con experiencia analítica”.
El Obispo Delgado no era un solitario � no podía serlo con amigos como Fernando Hería, que de vez en cuando organizaba retiros para sus compañeros seminaristas en la casa de su familia en los Cayos. No solo practicaron las devociones; también navegaron, pescaron, nadaron y montaron moto acuática.
“El grupo de Miami se mantuvo unido”, dijo el padre Hería, ahora rector en el Santuario de Nuestra Señora de la Caridad, en Miami. “Enrique era un hombre muy inteligente, pero un hombre amable, humilde, sencillo”.
Su ordenación sacerdotal parecía casi una “boda de destino”: viajó a Lima con 16 sacerdotes, además del Obispo auxiliar Agustín Román, quien confirió el sacramento. Recorrieron la capital peruana y otros lugares como Cuzco y Machu Picchu. El padre Sosa fue el Maestro de Ceremonias en la ordenación.
“Era más fácil ir allá con un Obispo que para mi familia venir aquí”, observó el Obispo Delgado.
Uno de los momentos más espirituales de su vida fue cuando el Obispo Román le puso las manos sobre la cabeza. “En ese momento sentí una entrega total de la vida. Te das cuenta de que ahora tú no eres tú; eres un servidor de Dios. Me sentí muy simple y, al mismo tiempo, totalmente conectado con Dios”.
Después de su ordenación, el Obispo Delgado fue vicario parroquial en la iglesia de St. Agnes, en Key Biscayne, y luego en la iglesia de Nativity, en Hollywood.
Su primer oficio como párroco fue en 2003, en la iglesia de St. Justin Martyr, en Key Largo. Allí utilizó sus conocimientos sobre negocios para saldar una deuda de más de $1 millón.
El P. Stephen Hilley, su sucesor en St. Justin, expresó “profundo respeto” por el logro. “Hizo los arreglos para igualar grandes donativos y se ganó el respeto de los donantes. Tenía mucho talento para lograr que la gente se diera cuenta de que era algo que había que hacer”.
Involucrar a los laicos
En su iglesia actual, St. Katharine Drexel, dirigió una campaña para sacar a la congregación de un santuario improvisado en un distrito de almacenes. Lo logró en 2015, cuando el arzObispo Thomas Wenski dedicó la parroquia en su propio hogar.
Tampoco puso fin a su educación: mientras estuvo en St. Katharine Drexel, estudió durante años en la universidad de St. Thomas para un doctorado en teología práctica. Su tesis de 300 páginas impresionó a Froehle, que dirige el programa de teología práctica en la universidad.
“Fue extraordinario”, expresó Froehle. “Incluyó un estudio teológico sobre el papel del sacerdote, y también la relación entre aquellos en el ministerio eclesial y el liderazgo laico. Investigó cómo intensificar el compromiso de los fieles en la vida de una parroquia. Y cómo transformar una vida hacia la madurez en el discipulado”.
La feligresa Antón-Aguirre aprecia su política de puertas abiertas, una práctica que aprovechó en más de una ocasión cuando necesitaba consejo y orientación.
“Cada vez que vas a la iglesia, allí está”, aseguró. “Si tienes una pregunta sobre la iglesia, él la escucha. Y siempre obtendrás su respuesta”.
Recuerda una de sus homilías en St. Katharine Drexel. “Dijo que cuando vaya al cielo y Dios le pregunte: ‘¿Qué hiciste por tu parroquia?’, le responderá, ‘Tengo a todos trabajando conmigo. No perdí a ninguno’”.
Entre sus herramientas de enseñanza se encuentran los proyectos de servicio, desde aquí hasta Perú y la República Dominicana. “Una de las cosas que necesitamos promover es que demuestras tu amor por Dios en el amor por tus hermanos y hermanas”, explicó. “Por eso tenemos muchas oportunidades para llegar hasta las personas necesitadas”.
En Santo Domingo, St. Katharine Drexel ayuda al seminario menor con artículos básicos como colchones. En Perú, su iglesia colabora con la Misión Manos Hermanas. Los feligreses donan artículos sencillos, como mochilas y uniformes, que permiten que los estudiantes asistan a las escuelas administradas por el gobierno. La misión también ayuda a entrenar constructores, mecánicos y electricistas.
“No sólo necesitamos servir el pan sagrado, sino [demostrar] cómo obtener el pan”, explicó el Obispo Delgado. “Eso es parte del Evangelio. Donde veamos a un hermano que sufre, ahí está el rostro de Jesús”.
¿Qué tipo de Obispo será el padre Delgado? La frase más común de sus amigos: “un Obispo pastoral”.
“Pienso que será conocido por lograr que el pueblo escudriñe la fe, que modelará en su propia profundidad de la fe y su confianza en lo que Dios está haciendo”, dijo Froehle, de la universidad de St. Thomas. “Traerá calidez, entusiasmo y compromiso”.
El Obispo Noonan añadió: “Será un típico Obispo al estilo Papa Francisco. Como dice el Papa, huele a ovejas. Y será amado por ellas”.