By Ana Rodriguez Soto - The Archdiocese of Miami
MIAMI | En cada Misa repetimos: “El Cuerpo de Cristo. Amén”. ¿Pero sabemos lo que esas palabras requieren de nosotros?
Los oradores del Día de Enriquecimiento anual de los ministros laicos exploraron en las profundidades del significado, el poder de los símbolos y las capas de la tradición que deben hacer de la Misa una experiencia transformadora para cada católico.
El evento bilingüe, titulado “Liturgia, el arte de celebrar la Fe de la Iglesia”, atrajo a más de 500 personas — el doble de lo esperado— a las instalaciones del Instituto Pastoral Hispano del Sureste, SEPI, el 27 de abril.
Esa asistencia denota “el enorme deseo de aprender más sobre nuestra Fe”, dijo Fiordaliza Ramírez, asistente de la Oficina de Ministerios Laicos, que se unió a la Oficina de Culto para organizar el evento.
El Día de Enriquecimiento anual es obligatorio para todos los inscritos en la Escuela de Ministerio de dos años, y opcional para los graduados e invitados. Pero Ramírez dijo: “Nunca tuvimos tanta gente”.
Entre los oradores se encontraban ex directores y personal de la Oficina de Culto: Mons. Terence Hogan, actual párroco de Mary Help of Christians, en Parkland; el P. Juan Sosa, actual párroco de St. Joseph, en Miami Beach; Rogelio Zelada, actual director asociado de formación hispana de la Oficina de Ministerios Laicos, y María Pérez Rudisill, actual directora de música de la iglesia St. Matthew, en Hallandale, así como el P. Salesiano Julio Fernández Triana, sacerdote cubano que actualmente sirve como vicario parroquial en la iglesia St. Kevin, en Miami.
“Es importante saber el sentido de lo que hacemos. El por qué hacemos lo que hacemos”, dijo el P. Fernández-Triana en su charla en español. “La liturgia, sin teología y sin historia, es simplemente simbólica”.
Y eso (que sea simplemente simbólica) no es del todo correcto, dijo Mons. Hogan en su presentación en inglés. Él situó la Misa como la manifestación moderna de Dios en la historia de la salvación, que comenzó con Abraham y continúa en los tiempos “pentecostales” de la post resurrección de hoy. Pentecostal por lo que Cristo les dijo a los discípulos: “Te enviaré el Espíritu Santo y tú serás la Iglesia”.
“En la liturgia, empezamos a entender cómo Dios se comparte a sí mismo”, dijo Mons. Hogan.
Al principio, se reveló al pueblo judío como la Palabra: una voz escuchada pero no vista por Abraham y Moisés. Luego se reveló a través de Jesús, el Verbo hecho carne, el perfecto “cordero de Dios que quita los pecados del mundo”.
Ambos elementos están presentes en la Misa, que consiste en la liturgia de la Palabra y la liturgia de la Eucaristía. Los católicos creen que, a través de esa Misa, Dios continúa revelándose y salvando al mundo.
“¿Cómo? Por medio de nosotros”, dijo Mons. Hogan, porque a través de nuestra participación en la Misa “nos convertimos en Cristo. El Espíritu de Dios se nos ha otorgado”.
Para los católicos, el pan y el vino no son sólo “un bonito recuerdo sentimental” de lo que hizo Jesús.
“Creemos que a través de esta Iglesia, a través de este Espíritu Santo, estos símbolos son nuestros medios de salvación”, dijo Mons. Hogan. El pan y el vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo y “participamos de manera real, aquí y ahora”, en la muerte y resurrección de Cristo.
“El Espíritu Santo es infundido en nosotros y nosotros salimos e infundimos ese Espíritu en el mundo”, dijo Mons. Hogan. “Hay una transformación interior si estamos abiertos a ella”. Desafortunadamente, con demasiada frecuencia “damos por supuesta la liturgia”.
Rogelio Zelada retomó esa transformación mientras explicaba cómo la Misa ha cambiado a lo largo de los siglos, desde lo que Jesús hizo en la Última Cena hasta cómo los primeros cristianos celebraron el día del Señor y lo que hacemos hoy.
Subrayó que el Cuerpo de Cristo no es sólo la Eucaristía, sino también la persona que la recibe y el ministro que la distribuye. Como tal, recibir la Comunión “es un gesto de compromiso”.
La charla del P. Sosa se centró en la traducción al español del Misal Romano que fue aprobada para su uso en los Estados Unidos el pasado mes de noviembre. Destacó que tomó 30 años su elaboración y es exclusiva para los Estados Unidos.
“Las festividades de cada país son una fiesta litúrgica aquí”, dijo el P. Sosa, un reflejo único de la diversidad de los hispanos en Estados Unidos.
En su charla, Pérez-Rudisill se centró en el papel de la música en la liturgia, destacando la diferencia entre la música sagrada y la litúrgica. “No todo lo sagrado es litúrgico”, dijo.
“La música simplemente mejora lo que está sucediendo en el altar, y eso es lo que se supone que debe hacer”, enfatizó. Los músicos litúrgicos “son servidores de la liturgia. No estamos ahí para hacer un espectáculo”.
José Ramiro López, ministro laico de la iglesia St. Timothy, en Miami, comentó al final que estaba “más que satisfecho” con lo que había aprendido ese día. “De aquí el que no coge nada”, dijo, “está muerto”.
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