By Rocio Granados - La Voz Catolica
DORAL | Buscaban esperanza. Y para encontrarla, fueron a su iglesia.
“El sitio en donde nos estamos reuniendo es clave porque estamos en la casa de Dios”, dijo Cristina Belisario, una de cerca de 1,000 personas, muchas de origen venezolano, que se congregaron el 23 de agosto en la parroquia Our Lady of Guadalupe, en Doral, para un encuentro con el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence.
“Espero que sea un encuentro productivo, que podamos ver algo específico, claro, contundente, y que podamos tener una esperanza”, dijo Belisario, nacida en Venezuela y directora de la Coral Peregrina Cantar de los Cantares.
Con su música, la coral amenizó las horas de espera en la iglesia, mientras el vicepresidente se reunía al lado, en privado, con líderes opositores y personas que han perdido familiares por la represión del gobierno venezolano.
“Vengo en apoyo a mis compatriotas venezolanos que están en Venezuela, que están pasando muchas dificultades. Hay hambre, hay pobreza, no hay medicamentos. Nuestra gente necesita ayuda internacional”, clamó Rosa Mago, una venezolana que llegó hace dos semanas a Miami.
Su esposo y ella tienen que viajar fuera de Venezuela para conseguir los medicamentos para su mamá. Hace poco su hermano falleció de un derrame cerebral por falta de medicamentos.
“La gente está buscado comida en la basura. Nunca se había visto esto en mi país. Estoy aquí para apoyar y también para buscar ese apoyo internacional. Sabemos que esa gente tiene el poder y las armas, en cambio, los muchachos salen a la calle con piedras, con una bandera y los asesinan. La guardia está para proteger al pueblo, no para matarlo. Es lamentable”, dijo Mago.
También para Morela Aberrevere, venezolana y antigua feligresa de Our Lady of Guadalupe, la solución de Venezuela está en manos de una fuerza internacional.
“Necesitamos a todos los países que se pongan en conjunto para ayudarnos y creo que hoy vamos a recibir una gran esperanza. La Virgencita de Guadalupe y nuestro Señor Jesucristo tienen que oír a la comunidad Venezolana”, dijo.
“Lo que nos ha tocado a los venezolanos es realmente duro de vivir porque lo teníamos todo, pero lamentablemente, hemos cometido errores. La responsabilidad es de nosotros, los que estábamos viviendo mejor, porque no nos dimos cuenta de lo que realmente estaba viviendo el pueblo”, dijo Nayrobi Peñalosa, feligresa de otra iglesia con muchos feligreses venezolanos, St. Katharine Drexel, en Weston.
Ahora, dice, lo que existe en Venezuela “es un imperio de terror, de robos, de asesinos. Y eso se oye, se escucha en la noticias pero vivirlo es lo más terrible”, agregó Peñaloza, quien recientemente perdió a un primo, que fue asesinado por robarle un celular.
El encuentro sirvió también para que algunas organizaciones venezolanas pidan la regularización de cientos de venezolanos que se encuentran en situación migratoria irregular en este país.
“Los venezolanos que estamos acá tenemos la necesidad de un TPS, para poder trabajar libremente en este país, ya que hemos tenido la necesidad de salir de nuestro país por este gobierno asesino y criminal”, dijo Élida García, integrante de VEPEX, una organización de exiliados venezolanos.
El Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés) es un beneficio que el Departamento de Homeland Security (Seguridad Nacional) puede otorgar a ciudadanos de un país extranjero debido a condiciones en dicho país, como desastres naturales, conflictos armados, o epidemias.
Según Carmen Giménez, representante de la Promoción TPS y legalización de venezolanos, las personas que reciben ese beneficio obtendrían un permiso de trabajo, una licencia de conducir, un número de seguro social, podrían viajar y “legalizaría a aquellos que han tenido que permanecer ilegales porque se han vencido sus visas y se han quedado porque no pueden regresar a Venezuela y no van a estar a salvo”.
Hay aproximadamente 150,000 venezolanos en estatus irregular migratorio, según Giménez. Si se logra, esta protección podría beneficiar entre 40 a 80,000 venezolanos.
“Estamos en la iglesia de nuestra madre protectora, así que, si de protección se trata, quien más que ella. Y si esto se da positivamente, será por su gracia divina y su misericordia por el pueblo de Venezuela”, indicó Giménez.
“Madre, ¡Qué haya un futuro de esperanza para Venezuela y su pueblo!”, dijo el Arzobispo Thomas Wenski al dar inicio a la presentación del vicepresidente Pence, antecedido por el congresista Mario Díaz Balart, el senador Marco Rubio y el gobernador de la Florida Rick Scott.
“Creo con todo mi corazón que Venezuela será libre”, dijo Pence ante cientos de venezolanos que esperaban ansiosos su mensaje.
Prometió que no descansará hasta que Venezuela recupere la libertad y la democracia, y además llamó a los países latinoamericanos a que no dejen de apoyar a Venezuela.
Después de escuchar el mensaje de Pence, Peñaloza dijo que se sintió alentada. “Realmente tenemos que conservar la esperanza y ser pacientes. Todo tiene su momento, las condiciones se están dando para llegar al objetivo que es la libertad para Venezuela”.
Lo mismo dijo Carlos Mesa, catequista de Our Lady of Guadalupe. “Siento el apoyo irrestricto del gobierno de este país en buscar un cambio en la situación de la política en Venezuela para establecer la libertad, y que pueda haber elecciones que es lo que realmente el pueblo de Venezuela quiere”.
Pero otros pedían más.
Dado que la situación venezolana está afectando a los demás países sudamericanos, “ya es hora de que Estados Unidos nos ayude, que haya una intervención militar humanitaria”, dijo Rafael Angarita, director de la Coalición Venezolana que viven en el Sur de La Florida.
“El mensaje de Pence me pareció bien y, seguramente el gobierno estadounidense está tratando de que todo sea pacifico primero, para evitar la injerencia que a nadie le gusta”, dijo Jenny Ávila, mientras sostenía una pancarta.
“Lo que nosotros queremos es una intervención militar ya. Gente realmente entrenada para sacarlos a esos tipos, que están muy armados y son muy malos. Solos no podemos”, aseguró Ávila, integrante de AMVEX, Asociación de Madres y Mujeres Venezolanas y de DIREVE, Diáspora Para la Resistencia de Venezuela.
“Las elecciones no sacan dictadura. ¡Necesitamos una intervención militar ya!, porque nosotros no tenemos armas. Nuestras únicas armas son la fuerza con la que salimos a protestar”, dijo Gisel Barrios, de 21 años e integrante de la Resistencia, los jóvenes que salen a diario a luchar.
“Estamos cansados de tanta dictadura, de pasar hambre, de que nuestros familiares tengan que salir del país, que no se consigan medicamentos, de que jóvenes como yo tengamos que salir para buscar un futuro fuera de Venezuela”, dijo Barrios.
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